"Para muchos, el cristianismo no es más que una manera de vivir aceptablemente su egoísmo. Hemos heredado un concepto de la vida espiritual que nos ha llevado a creer que podemos crecer en nuestra relación con Dios si perseveramos en algunas actividades individuales y aisladas del cuerpo de Cristo. Nos hemos convencido de que suficiente esfuerzo de nuestra parte debe producir vida. Y no es hasta que van pasando los años que empezamos a darnos cuenta de que no estamos avanzando, sino más bien dando vueltas en círculos. Dios no bendice una vida espiritual egoísta. ¿ Por qué hemos ayunado, y tu no lo ves ? ¿ Por qué nos hemos humillado, y tu no haces caso ? preguntaba el pueblo en Isaias (Is 58. 3). La respuesta que les dio el Señor es contundente; He aquí, en el día de vuestro ayuno buscáis vuestra propia conveniencia (Is 58.4).
El Nuevo Testamento es aún más categórico. Declara el apóstol Juan: Si alguien dice que ama a Dios pero no ama a su hermano, el tal es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto (I Jn 4. 20). Este versículo no hace más que rescatar el espíritu de toda la Palabra de Dios, que establece una y otra vez que hemos sido bendecidos para bendecir. Nuestro llamado no es solamente a relacionarnos profundamente con Dios, sino también con los que están a nuestro alrededor. Son actividades paralelas."
El Nuevo Testamento es aún más categórico. Declara el apóstol Juan: Si alguien dice que ama a Dios pero no ama a su hermano, el tal es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto (I Jn 4. 20). Este versículo no hace más que rescatar el espíritu de toda la Palabra de Dios, que establece una y otra vez que hemos sido bendecidos para bendecir. Nuestro llamado no es solamente a relacionarnos profundamente con Dios, sino también con los que están a nuestro alrededor. Son actividades paralelas."
Chris Shaw, APUNTES PASTORALES, © Copyright 2001-2006, Desarrollo Cristiano Internacional. Todos los derechos reservados.
Hemos insistido en la necesidad de vivir un evangelio en dos dimensiones, es decir no solo enfocado en la relación con Dios sino además proyectado hacia otros. Centrarnos en la Persona de Jesucristo y en que Su Santa Presencia se haga realidad en nuestra vida es, sin lugar a dudas, esencial. Pero si esa vivencia de la relación íntima y personal con Jesús de Nazareth no nos conduce a afectar las vidas de quienes rodean de una manera significativa estamos cayendo en una forma egoísta de desamor pues la Palabra nos invita a extender el Evangelio y consecuentemente expandir el Reino. Hay una tremenda verdad en las Escrituras, que son Palabra de Vida revelada al corazón del hombre, y es que nuestro llamado implica, como dice Chris Shaw, que somos bendecidos para bendecir. Dediquémonos pues a buscar cada vez más el rostro del Señor y a cultivar Su Presencia en nuestras vidas pero sin perder de vista el objetivo de predicar las buenas nuevas a toda criatura. Bendiciones sobreabundantes para todos.
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