miércoles, febrero 24, 2010

VALOR AGREGADO

"Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia"
(Filipenses 1:21, RV60)

Releo estas palabras de Pablo, que la mayoría de los cristianos recitamos casi que de memoria y me resulta inevitable pensar en lo poco que a veces realmente interiorizamos la Palabra de Dios.

Supongamos que esta mañana veo en una publicidad un automóvil que me llama mucho la atención, así que voy al concesionario más cercano y pido verlo. El vendedor, amablemente, me pregunta exactamente qué es lo que quiero. El asunto es que - al menos en los vehículos denominados "de gama baja" y "de gama media" - normalmente hay una "versión básica" cuyo precio es el que anuncian los diarios y dependiendo de lo que yo quiera puedo encontrar una "versión full" que puede incorporar cosas como sunroof, cojinería de cuero, elevavidrios eléctricos, etc. Si, finalmente lo que yo necesito es algo para movilizarme, sin demasiados lujos, y si además mi presupuesto es limitado, probablemente optaré por la "versión básica". Al fin y al cabo, todos los accesorios son suntuarios, un valor agregado que me aporta comodidad y quizás algo de lujo, pero al mismo tiempo algo totalmente prescindible.

Lo triste es que para muchos de nosotros Cristo es un "valor agregado", exactamente igual a los accesorios del automóvil. Ayer, en un muy grato tiempo de edificación mutua, un amigo me compartió esta idea que me pareció devastadoramente confrontante, y voy a tratar de explicarla con mayor profundidad. Pablo dice que la vida ES Cristo, lo cual es compatible con el mandato de amarle con TODO nuestro corazón y TODA nuestra alma. El problema es que con frecuencia los creyentes actuamos como si viviéramos la "versión básica" de nuestra vida, a la cual le sumamos un "plus" que es Cristo, lo cual nos permite ser mejores personas (o al menos así lo creemos) haciendo las cosas que se supone hace la gente "buena". Nos aferramos a la doctrina bíblica pero en la práctica tratamos de realizar buenas obras como si ellas nos permitieran ganar puntos en el Cielo. Olvidamos lo que dicen Bob Sjogren y Gerald Robison en su libro Teología de Perros y Gatos: "Ahora me doy cuenta que cuando vaya a las olimpiadas celestiales, no recibiré ninguna medalla. Jesús recibirá la medalla de oro por el 100% del trabajo, y yo ni siquiera estaré en el pódium. ¡Toda la gloria es para Dios!" (Bogotá, CLC, 2008, pág. 156)

Aquí hay un asunto crítico, sobre el cual hemos venido hablando. Cuando el enfoque de mi vida es como el que acabo de describir, en la práctica cotidiana estoy abandonando el cristocentrismo al cual me llama Dios para vivir egocéntricamente, como si todo se tratara de mí. La defensa natural, inconscientemente, son las obras: "No, para mí la vida sí es Cristo - diremos - si yo voy siempre a la iglesia, leo la Palabra, oro, tengo un tiempo devocional con Dios, diezmo y ofrendo, etc., etc.". Este discurso habla de lo que hacemos, no de lo que vivimos ni menos aún de lo que somos.
La realidad es que nuestras prioridades diarias reflejan el estado de nuestro corazón en relación con el Señor. "Recuerden que siempre pondrán toda su atención en donde estén sus riquezas", dijo el Señor (Mateo 6:21, LBLS). Dedicamos nuestra atención, nuestros esfuerzos y energías, y lo mejor de nuestro tiempo a lo que realmente es valioso para nosotros, es decir, a la "versión básica" de nuestra vida. Pero, siendo totalmente sinceros y honestos delante de la presencia del Señor, caemos lamentablemente en el error de convertir a Cristo en una simple parte de nuestra vida en lugar de hacerlo nuestra vida misma. Y suplimos esta deficiencia relacional "portándonos bien".

Hoy me siento confrontado, y te invito a ir a los pies de Cristo en busca de respuestas. ¿Qué papel juega el Señor en mi vida y en la tuya hoy? Que Dios te ministre y te guíe para andar en sendas derechas.

En el amor de Jesucristo,

JORGE HERNÁN

martes, febrero 16, 2010

SIN PLAN B

"Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."
(Jeremías 29:11, NVI)

Leo una reflexión de Jill Caratini (RZIM) a propósito de una encuesta hecha a un grupo de personas en un programa televisivo en los Estados Unidos acerca de su proyecto de vida, en la que una abrumadora mayoría reconoció estar viviendo algo muy distinto de lo que habían imaginado al comienzo de su edad adulta. Dice la autora que muy probablemente una altísima proporción de los creyentes estamos frente a la misma situación, viviendo un "Plan B" diferente a lo que en algún momento supusimos que era el plan de Dios para nuestras vidas, que ella llama el "Plan A". Finalmente concluye que sin importar los altibajos, los obstáculos y las dificultades que enfrentemos, mientras nos mantengamos conectados y dispuestos a vivir en el centro de la voluntad de Dios, siempre estaremos dentro del "Plan A", y esto es así por cuanto el propósito del Señor para mi vida - el proyecto de vida que Él tiene para mí - permanece inalterado aunque a mis ojos las circunstancias estén cambiando.

Esta reflexión me lleva a un punto que abordó hace algunos días el pastor Luis Beltrán: el señorío de Cristo. Decía el pastor que en nuestra relación cotidiana con Dios a veces perdemos de vista nuestro rol y lo abordamos en oración como si Él - el Creador del Universo - estuviera a nuestro servicio. Le pedimos que nos respalde en nuestros planes en lugar de buscar cuáles son los Suyos y sujetarnos a ellos. Actuamos arrogantemente, creyendo silenciosamente en nuestro corazón que se trata de nosotros, no de Él. Con razón la queja de Jesús: "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" (Lucas 6:46). Y refrenda en Mateo 7:21 : "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos".

La clave de todo este asunto está en la actitud de nuestro corazón y en la real disposición que tenemos de sujetarnos a Su voluntad. Muchas veces he dicho que tal vez seríamos más sinceros - aunque evidentemente más egocéntricos y menos entregados - si nuestra oración dijera: "Hágase mi voluntad en la tierra como en el cielo", porque eso es lo que parecemos proyectar y reflejar en nuestras peticiones al cielo. Aunque llamamos Señor a Jesús, no nos relacionamos con Él de la manera correcta, sino que lo tratamos como a Alguien Todopoderoso cuya razón de ser es únicamente satisfacer nuestras plegarias.

Así las cosas, tenemos que confrontarnos y entender que la vida plena y abundante que desde siempre soñó Dios para nosotros está fundada en la absoluta y total rendición de nuestras vidas a Jesucristo como Señor. No basta creer, no es suficiente ser piadosos, no sirve de nada seguir rutinas religiosas o fórmulas espirituales. El tema es de fondo. Y requiere de un autoexamen que nos permita entender cómo estamos abordando nuestra relación con Dios. Quizás sea el tiempo para hacerlo.

En Cristo,

JORGE HERNÁN

martes, febrero 09, 2010

EL PROTAGONISTA ES OTRO

Confieso que soy poco aficionado al fútbol americano. De hecho, normalmente solo lo veo en el marco de una película que por alguna razón me interese y que aborde esta temática. Sin embargo, en la última semana Santos de Nueva Orleáns se coronó sorpresivamente campeón del Super Bowl y fue tal el ruido que se generó en torno a la noticia que, al menos para mí, no pudo pasar inadvertida. Dice al respecto un despacho de la agencia noticiosa EFE desde Miami: "Cuando se pensaba que el protagonista sería el mariscal de campo de los Colts, surgió la gran sorpresa: el entrenador de Santos, el auténtico genio del partido, que con sus decisiones ganó el duelo. (Sean) Payton acertó en todas las jugadas, incluso una que al principio no pareció tan buena y que al final resultó que sí lo fue. Gracias en gran medida a los riesgos que tomó, Santos ganó su primer título al superar 31-17 a Colts."

Reflexionando sobre este asunto encontré una gran similitud con lo que ocurre en nuestras vidas. Somos simplemente jugadores de campo y el crédito, por lo que sea, solo le corresponde a Dios, "el auténtico genio del partido". Relatan los diarios que las esperanzas del público estaban puestas sobre Peyton Manning, el mariscal de campo de los Colts, y en lo cotidiano muchas veces nos autoconvencemos de ser los protagonistas en vez de darle al Señor el lugar que realmente le corresponde. Veo en las Escituras por lo menos tres enseñanzas sobre este punto:

1. "Pero nosotros no somos capaces de hacer algo por nosotros mismos; es Dios quien nos da la capacidad de hacerlo" (2 Corintios 3:5, LBLS)

2. "No se te ocurra pensar: "Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos." Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados" (Deuteronomio 8:17-18, NVI)

3. "...el poder que Dios les dio a ustedes no les costó nada" (Mateo 10:8b, LBLS)

El asunto es bien sencillo: todo cuanto tenemos y eso incluye nuestros dones, habilidades y talentos, lo hemos recibido gratuitamente de Dios. Es Él quien con sus decisiones puede "ganar el duelo". Y por eso cuando tenemos una vida entregada a Él y la claridad de que todo tiene que ver con Su gloria, logramos el nivel de comunión necesario para ser sensibles a Su dirección y Su guía. Como en el ejemplo, a veces Sus jugadas pueden no parecernos tan buenas, pero al final el resultado es inigualable porque Dios tiene absoluta claridad sobre el desarrollo de Sus perfectos planes. Lo que nos puede parecer riesgoso, absurdo, o aún injusto, tiene un sentido preciso y consistente en la óptica divina.

Apenas ayer le estaba diciendo a mi esposita que aunque muchas veces he predicado sobre la importancia de centrarnos en los propósitos de Dios en lugar de preguntarnos inútilmente "¿por qué?", lo cierto es que en lo cotidiano sigo encontrando incomprensibles muchas cosas que supongo están en las manos de Dios. Quiero repetir con David: "Dios mío, cumplir tu voluntad es mi más grande alegría; ¡tus enseñanzas las llevo muy dentro de mí!" (Salmo 40:8, LBLS) pero reconozco que cumplir Su voluntad parte del hecho de aceptar en lo profundo de mi corazón que es Él quien tiene el control, que finalmente si me abandono en el Señor puedo entrar en Su reposo porque solo de esa manera se llevará a cabo la finalidad última de glorificarlo y que solo aceptando con alegría ceñirme a Su libreto puedo vivir la vida plena y abundante que siempre soñó para mí.

Soy solo un actor de reparto. El director, libretista, guionista y protagonista de la obra de mi vida tiene otro nombre: Jesús de Nazaret.

Bendiciones en este día,

JORGE HERNÁN

lunes, febrero 01, 2010

BENDECIRÉ AL SEÑOR...

"Hermanos en Cristo, ustedes deben sentirse muy felices cuando pasen por toda clase de dificultades. Así, cuando su confianza en Dios sea puesta a prueba, ustedes aprenderán a soportar con más fuerza las dificultades" (Santiago 1:2-3, LBLS)

Me acabo de enterar que una pareja muy cercana a mi corazón vio por segunda vez fallidas las esperanzas de un embarazo exitoso. Y el fin de semana leí en la prensa colombiana la noticia de una compatriota desaparecida en Haití, que soñaba con servir a Cristo y ser misionera en esa tierra. Son solo dos noticias, quizás con relevancia solo para unos pocos aparte de los directamente implicados. Pero no es así para Dios. En su corazón ocupamos un lugar muy importante, somos sus hijos amados por los cuales Jesús vino a experimentar un dolor inexpresable y a entregar Su vida en una cruz.

Pero todo lo que Él permite responde a un plan perfecto, los designios divinos tienen la finalidad de exaltar la gloria del Padre y aunque no lo entendamos tenemos que confiar en Él. No hay otra salida, no hay otro remedio. Solo la fe en un Dios de amor nos enseña a soportar con fortaleza las dificultades que se nos van presentando en el camino, y esto hace parte de Su plan. Al igual que Pedro, proclamamos seguros de que estamos dispuestos a poner nuestra vida por Dios pero con frecuencia, aún antes de que estalle la tormenta, los primeros ventarrones nos sacuden y desaniman. Parecería que nos inclinamos por el facilismo, que podemos alabarle en los tiempos que llamamos "buenos" mientras que en las épocas difíciles nos resistimos a hacerlo simplemente porque no entendemos el propósito.

Sin embargo, así no funciona realmente la vida
. Dios está obrando permanentemente, en unos y otros momentos. Sencillamente no logramos verle porque el bosque de nuestras propias expectativas e ideales nos lo impide. Nos han animado a soñar en lugar de invitarnos a hacer realidad los sueños del Señor para nuestras vidas y quizás por ello muy en nuestro interior abrigamos la esperanza de que Dios nos respalde en nuestros proyectos en vez de acudir diariamente a Su presencia a preguntarle cuáles son los proyectos que Él tiene para nosotros.

Quisiera, como en la canción de Marco Barrientos, que de mi corazón brotaran espontáneamente las palabras: "En el día de angustia en Él esperare, en el día de felicidad también le buscare; en todo tiempo, en todo lugar, bendeciré a mi Señor". Y desde el fondo de mi alma le pido que me ayude a sintonizarme y sincronizarme con Su propósito glorioso para que yo pueda de verdad abandonarme en Sus manos y dedicarme a vivir el libreto que en el cielo Alguien escribió para que yo tan solo lo interpretara.

Dios nos bendiga,

JORGE HERNÁN