miércoles, enero 23, 2008

DERRAMA TU CORAZÓN

"...Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor..."
(Lamentaciones 2:19, RVA)


El 8 de junio de 1999 mi tía Fanny partió a la presencia del Señor. Desde que yo era prácticamente un bebé, Fanny fue mi tía consentidora. Alcahueteó mi pasión por la música y la literatura y en su momento intercambiábamos libros y discos que a ambos nos gustaban. Cuando me acercaba a la edad adulta también fue mi cómplice en paseos y salidas, y fuente importante de financiación para que yo pudiera hacer invitaciones cuando la mesada no era suficiente. El día que murió yo había estado en un retiro y no pude ir a la clínica porque, al estar atravesando un fuerte estado gripal, pensé que mi visita podía complicarla. Cuando a medianoche recibí la noticia de su fallecimiento mi corazón se quebrantó tremendamente. Pensé en todas las cosas que me hubiera gustado decirle y no lo hice, y me pregunté por qué Dios había permitido su rápida partida. Aún hoy recuerdo ese momento como uno de los momentos más dolorosos de mi vida.

Compartí con mi pastor ese dolor, y me recordó esta hermosa palabra en Lamentaciones, que hasta hoy llevo grabada en mi corazón y que revivo en mis instantes más críticos. Aquel día me postré, lloré, me desahogué...en fin, derramé mi corazón delante del Señor y no he encontrado hasta el día de hoy mejor terapia que esa para experimentar sanidad y restauración proveniente de la fuente de Vida.

Derrama tu corazón. Si estás experimentando angustia, tristeza, dolor, ansiedad, inquietud, preocupación, temor, o cualquier otra sensación que afecte tu espíritu, alma y cuerpo, recuerda que Jesucristo es la respuesta y la solución perfecta frente a todo lo que estás experimentando. El es el único camino. Ve delante de Él y desahógate. Nadie puede proveer la restauración que necesitas, ni la claridad conceptual que requieres, ni la paz espiritual que te hace falta...solamente Cristo.

Quizás hoy necesitas apartarte unos momentos. En tu oficina, en el baño, en tu habitación, caminando por la calle. No importa cómo, importa con quién. Házlo, los resultados están garantizados.

El Señor extienda Su manto de gracia sobre tu vida hoy,

JORGE HERNÁN

jueves, enero 17, 2008

PALABRAS DE ALIENTO

Cada vez que un año termina y otro empieza es tiempo de hacer balances, reflexionar sobre los objetivos alcanzados, las promesas muchas veces incumplidas, los aprendizajes extraidos de los errores y las dificultades y las opciones que dejamos pasar. Pero también es momento de proyectarse, de evaluar las oportunidades futuras, de corregir las equivocaciones del pasado y andar por sendas derechas, en fin, como decía el apóstol Pablo, "...he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer" (Fil 3:13, LBLS).

Parte del proceso de crecimiento y madurez está dado en la prueba. Y, parafraseando al pastor Luis Hernando Beltrán en su prédica del domingo, el milagro no es no pasar por ella sino hacerlo de la mano del Señor. He vivido tiempos difíciles en muchas ocasiones y puedo decir que en más de una de ellas he sentido un terrible desfallecimiento. Y recuerdo entonces a Esteban, quien cuando estaba siendo apedreado, "...fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios" (Hechos 7:55, NVI). Es allí cuando entiendo que mis ojos no deben estar puestos en la prueba, ni en las circunstancias, sino en Dios. Y me doy cuenta de que necesito estar bien alimentado, nutrido en la Palabra, para poder enfrentar situaciones complejas y aparentemente adversas.

Hago un alto en el camino. Y me agarro de estas tres palabras que empezando el año me envió un buen amigo:

Isaías 41:10 (NVI): "Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa."

Jeremías 29:11 (NVI): "Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."

Josué 1:6-9 (NVI): "Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas."

Son palabras de ánimo, que me recuerdan que no estoy solo, que refrescan mi mente para indicarme hacia dónde - mejor aún, hacia quién - debo mirar. Podrían ser otras citas, pero estas tres calan profundo en mi corazón y en mi alma. Detrás de ellas encuentro que hay un propósito y que si el Señor me está permitiendo atravesar por tierra cenagosa es porque tiene todo un maravilloso y perfecto plan que va a cumplirse en mi vida.

Hoy te invito a que te apropies de estos versículos. Son palabras de aliento que Dios te susurra hoy. Afiánzate en ellas y recuerda que para el trayecto que sigue, no importa si es llano y tranquilo o empinado y escabroso, vas a necesitar alimentarte. La Palabra y el Espíritu te sustentarán. Y a mí también. Dios es fiel.

Bendiciones,


JORGE HERNÁN

miércoles, enero 02, 2008

HOY Y MAÑANA

"Escúchenme, ustedes, los que dicen así: "Hoy o mañana iremos a la ciudad; allí nos quedaremos todo un año, y haremos buenos negocios y ganaremos mucho dinero". ¿Cómo pueden hablar así, si ni siquiera saben lo que les va a suceder mañana? Su vida es como la niebla: aparece por un poco de tiempo, y luego desaparece. Más bien deberían decir: "Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello""
(Santiago 4:13-15, LBLS)


Comienza el año y con él, los propósitos de año nuevo. Casi todos, consciente o inconscientemente, terminamos el año haciendo un balance de el año que termina y trazándonos nuevas metas, planes y sueños a cumplir en el que empieza. Y en esta tarea corremos el riesgo de caer en dos extremos:

1. Creer que tenemos el futuro asegurado. Como bien lo dice Santiago, nuestra vida es como la niebla y nadie puede garantizar que mañana estará vivo. Los existencialistas sostenían que había que vivir intensamente el presente, y en cierto modo tenían razón, porque HOY es el momento para actuar, y a veces dejamos para un futuro incierto cosas que podríamos hacer en este momento: dar un abrazo, pedir perdón, decir "te amo", abandonar el pecado, comenzar a servir...

2. Escudarnos en la falta de control sobre el futuro para no hacer. Para qué empezar ésto o lo otro, decimos, para qué planear si no sabemos si mañana estaremos vivos. Esperemos a mañana, a ver qué pasa, afirmamos, y nos aferramos cómodamente a que las circunstancias, o quizás otras personas, decidan por nosotros.

Ambos extremos son pecaminosos, tienen que ver con la procastinación, es decir, con la acción de posponer decisiones. Cuando me autoexamino debo reconocer que esta es una de mis mayores falencias y que debo luchar contra ella para no seguir posponiendo. No sé si sea también tu caso pero hoy te invito a que reflexiones en ello y te plantees seria y honestamente si no vale la pena confrontarte de cara a romper con este mal hábito.

Que el Señor te siga acompañando en este 2008,

JORGE HERNÁN