Cada vez que un año termina y otro empieza es tiempo de hacer balances, reflexionar sobre los objetivos alcanzados, las promesas muchas veces incumplidas, los aprendizajes extraidos de los errores y las dificultades y las opciones que dejamos pasar. Pero también es momento de proyectarse, de evaluar las oportunidades futuras, de corregir las equivocaciones del pasado y andar por sendas derechas, en fin, como decía el apóstol Pablo, "...he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer" (Fil 3:13, LBLS).
Parte del proceso de crecimiento y madurez está dado en la prueba. Y, parafraseando al pastor Luis Hernando Beltrán en su prédica del domingo, el milagro no es no pasar por ella sino hacerlo de la mano del Señor. He vivido tiempos difíciles en muchas ocasiones y puedo decir que en más de una de ellas he sentido un terrible desfallecimiento. Y recuerdo entonces a Esteban, quien cuando estaba siendo apedreado, "...fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios" (Hechos 7:55, NVI). Es allí cuando entiendo que mis ojos no deben estar puestos en la prueba, ni en las circunstancias, sino en Dios. Y me doy cuenta de que necesito estar bien alimentado, nutrido en la Palabra, para poder enfrentar situaciones complejas y aparentemente adversas.
Hago un alto en el camino. Y me agarro de estas tres palabras que empezando el año me envió un buen amigo:
Isaías 41:10 (NVI): "Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa."
Jeremías 29:11 (NVI): "Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."
Josué 1:6-9 (NVI): "Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas."
Son palabras de ánimo, que me recuerdan que no estoy solo, que refrescan mi mente para indicarme hacia dónde - mejor aún, hacia quién - debo mirar. Podrían ser otras citas, pero estas tres calan profundo en mi corazón y en mi alma. Detrás de ellas encuentro que hay un propósito y que si el Señor me está permitiendo atravesar por tierra cenagosa es porque tiene todo un maravilloso y perfecto plan que va a cumplirse en mi vida.
Hoy te invito a que te apropies de estos versículos. Son palabras de aliento que Dios te susurra hoy. Afiánzate en ellas y recuerda que para el trayecto que sigue, no importa si es llano y tranquilo o empinado y escabroso, vas a necesitar alimentarte. La Palabra y el Espíritu te sustentarán. Y a mí también. Dios es fiel.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
Parte del proceso de crecimiento y madurez está dado en la prueba. Y, parafraseando al pastor Luis Hernando Beltrán en su prédica del domingo, el milagro no es no pasar por ella sino hacerlo de la mano del Señor. He vivido tiempos difíciles en muchas ocasiones y puedo decir que en más de una de ellas he sentido un terrible desfallecimiento. Y recuerdo entonces a Esteban, quien cuando estaba siendo apedreado, "...fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios" (Hechos 7:55, NVI). Es allí cuando entiendo que mis ojos no deben estar puestos en la prueba, ni en las circunstancias, sino en Dios. Y me doy cuenta de que necesito estar bien alimentado, nutrido en la Palabra, para poder enfrentar situaciones complejas y aparentemente adversas.
Hago un alto en el camino. Y me agarro de estas tres palabras que empezando el año me envió un buen amigo:
Isaías 41:10 (NVI): "Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa."
Jeremías 29:11 (NVI): "Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."
Josué 1:6-9 (NVI): "Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas."
Son palabras de ánimo, que me recuerdan que no estoy solo, que refrescan mi mente para indicarme hacia dónde - mejor aún, hacia quién - debo mirar. Podrían ser otras citas, pero estas tres calan profundo en mi corazón y en mi alma. Detrás de ellas encuentro que hay un propósito y que si el Señor me está permitiendo atravesar por tierra cenagosa es porque tiene todo un maravilloso y perfecto plan que va a cumplirse en mi vida.
Hoy te invito a que te apropies de estos versículos. Son palabras de aliento que Dios te susurra hoy. Afiánzate en ellas y recuerda que para el trayecto que sigue, no importa si es llano y tranquilo o empinado y escabroso, vas a necesitar alimentarte. La Palabra y el Espíritu te sustentarán. Y a mí también. Dios es fiel.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
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