"Escúchenme, ustedes, los que dicen así: "Hoy o mañana iremos a la ciudad; allí nos quedaremos todo un año, y haremos buenos negocios y ganaremos mucho dinero". ¿Cómo pueden hablar así, si ni siquiera saben lo que les va a suceder mañana? Su vida es como la niebla: aparece por un poco de tiempo, y luego desaparece. Más bien deberían decir: "Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello""
(Santiago 4:13-15, LBLS)
Comienza el año y con él, los propósitos de año nuevo. Casi todos, consciente o inconscientemente, terminamos el año haciendo un balance de el año que termina y trazándonos nuevas metas, planes y sueños a cumplir en el que empieza. Y en esta tarea corremos el riesgo de caer en dos extremos:
1. Creer que tenemos el futuro asegurado. Como bien lo dice Santiago, nuestra vida es como la niebla y nadie puede garantizar que mañana estará vivo. Los existencialistas sostenían que había que vivir intensamente el presente, y en cierto modo tenían razón, porque HOY es el momento para actuar, y a veces dejamos para un futuro incierto cosas que podríamos hacer en este momento: dar un abrazo, pedir perdón, decir "te amo", abandonar el pecado, comenzar a servir...
2. Escudarnos en la falta de control sobre el futuro para no hacer. Para qué empezar ésto o lo otro, decimos, para qué planear si no sabemos si mañana estaremos vivos. Esperemos a mañana, a ver qué pasa, afirmamos, y nos aferramos cómodamente a que las circunstancias, o quizás otras personas, decidan por nosotros.
Ambos extremos son pecaminosos, tienen que ver con la procastinación, es decir, con la acción de posponer decisiones. Cuando me autoexamino debo reconocer que esta es una de mis mayores falencias y que debo luchar contra ella para no seguir posponiendo. No sé si sea también tu caso pero hoy te invito a que reflexiones en ello y te plantees seria y honestamente si no vale la pena confrontarte de cara a romper con este mal hábito.
Que el Señor te siga acompañando en este 2008,
JORGE HERNÁN
(Santiago 4:13-15, LBLS)
Comienza el año y con él, los propósitos de año nuevo. Casi todos, consciente o inconscientemente, terminamos el año haciendo un balance de el año que termina y trazándonos nuevas metas, planes y sueños a cumplir en el que empieza. Y en esta tarea corremos el riesgo de caer en dos extremos:
1. Creer que tenemos el futuro asegurado. Como bien lo dice Santiago, nuestra vida es como la niebla y nadie puede garantizar que mañana estará vivo. Los existencialistas sostenían que había que vivir intensamente el presente, y en cierto modo tenían razón, porque HOY es el momento para actuar, y a veces dejamos para un futuro incierto cosas que podríamos hacer en este momento: dar un abrazo, pedir perdón, decir "te amo", abandonar el pecado, comenzar a servir...
2. Escudarnos en la falta de control sobre el futuro para no hacer. Para qué empezar ésto o lo otro, decimos, para qué planear si no sabemos si mañana estaremos vivos. Esperemos a mañana, a ver qué pasa, afirmamos, y nos aferramos cómodamente a que las circunstancias, o quizás otras personas, decidan por nosotros.
Ambos extremos son pecaminosos, tienen que ver con la procastinación, es decir, con la acción de posponer decisiones. Cuando me autoexamino debo reconocer que esta es una de mis mayores falencias y que debo luchar contra ella para no seguir posponiendo. No sé si sea también tu caso pero hoy te invito a que reflexiones en ello y te plantees seria y honestamente si no vale la pena confrontarte de cara a romper con este mal hábito.
Que el Señor te siga acompañando en este 2008,
JORGE HERNÁN
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