domingo, enero 21, 2007

LA IGLESIA EN CASA

"...porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo."
(1 Timoteo 5:8, RV60)


Cuando leo este versículo, recuerdo vívidamente a una amada sierva de Dios que en cada servicio insistía en la importancia del altar familiar. Pero también me viene a la mente un hermano preocupado porque entendía que esta cita se refería a la necesidad imperiosa de que el varón fuera el responsable del sustento económico del hogar. Y, finalmente, recuerdo una historia sobre un hombre que, quizás como muchos, se cuestionaba si podía hacerse cargo de una responsabilidad ministerial si su iglesia doméstica, es decir, su hogar, no estaba viviendo al 100% el fluir del Espíritu de Dios. Por algo Pablo instaba a Timoteo que los que anhelaran ser obispos debían gobernar bien su casa y hacer que sus hijos les obedecieran con el debido respeto (1 Timoteo 3:4).

Proveer para los nuestros efectivamente va mucho más allá de lo que desde el punto de vista financiero debemos hacer. Sin embargo, algunos son muy generosos con terceros mientras en sus propios hogares se viven estrecheces y aún sus padres afrontan penurias por la escasez de dinero; cualquiera que viva esta situación está indudablemente por fuera de la voluntad de Dios.

Pero, ¿qué podemos decir sobre la necesidad de proveer amor? Nuestra familia es lo más importante que tenemos después de Dios y debería ser, después de Él, la prioridad inmediata en nuestra vida. Muchos anteponen el trabajo, o la iglesia o incluso la diversión, a esta prioridad, y hacen mal cualquiera que sea la excusa que utilicen. Dios necesita gente consagrada a Él, pero también personas que le den a la unidad familiar el sentido que Él siempre quiso que tuviera. Se dice que la familia es el núcleo de la sociedad, y es verdad. Por eso Satanás golpea esta institución con tanta sevicia. Hay, sin embargo, una forma de enfrentar este ataque, y es haciendo lo que nos corresponde, y lo primero en este orden de ideas es ser un instrumento del amor de Dios para nuestra pareja y nuestros hijos. Y también para nuestros padres, estemos o no solteros. Todos ellos necesitan ser amados, especialmente cuando menos lo merecen, y Dios nos ha colocado en medio de ellos para ser ministros de Su amor y Su reconciliación. Vivámoslo entonces, vivámoslo más aunque lo prediquemos menos.

Seamos ejemplo. Seamos testimonio. Seamos proveedores de cariño, de ternura, de comprensión, de tolerancia. No neguemos la fe. Permitamos que Dios sea una realidad cotidiana en nuestro hogar, mucho más que un formalismo. Oremos unos por otros. Pasemos tiempo con Dios e invitemos a nuestra familia a hacerlo. Que al vernos en la iglesia que es nuestra casa, los nuestros se sientan motivados a seguir el ejemplo.

Ese es hoy mi reto para tí. Y sobre todo, para mí. Que el Señor nos ayude a cumplirlo con éxito.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

domingo, enero 14, 2007

DISCIPULANDO

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo"
(Mateo 28:19)


Decía hace algunos días el pastor de nuestra iglesia que es necesario volver a lo fundamental, y uno de esos fundamentos esenciales sobre los cuales está construida nuestra fe es el discipulado. El llamado urgente a extender el Evangelio que Jesús nos encomendó desde hace siglos y el cual lamentablemente muchos pasamos por alto. Conocemos a Cristo, entablamos una relación personal con Él y nos solazamos en una profunda e intensa pero egoísta aproximación a nuestro Salvador. Olvidando la dimensión espiritual de la cruz, nos concentramos en nosotros mismos y nos perdemos de la maravillosa experiencia y el inmenso privilegio que significa alcanzar a otros para el Reino.

Tenemos un llamado, a seguir al Señor pero también a servirle. Cualquiera que sea tu ocupación o modo de vida, donde estás es un buen lugar para ejercer la función a la que fuiste llamado dentro del cuerpo de Cristo, y para dar cumplimiento al mandato del Señor contenido en el versículo de hoy.

Mike Breen y Walt Kallestad, autores del libro "Una Iglesia Apasionada" (Editorial Patmos, 2006), sostienen que la asistencia a un servicio religioso por un par de horas no va a hacer de nadie un discípulo de Jesús. Solamente el discipulado personal, que permite la formación cercana de creyentes verdaderamente comprometidos con la causa del Señor, logra el objetivo de desarrollar cristianos involucrados activamente en la vida de la iglesia. Y no hay mejor manera de discipular que ser personas que pasamos tiempo a los pies del Maestro, aprendiendo de Él para edificar a otros, y que tenemos claridad sobre la misión que Jesucristo nos encomendó.

Una breve invitación para hoy: sé discípulo y haz discípulos. Cumple el llamado. Dios te recompensará grandemente.....Bendiciones,

JORGE HERNÁN

sábado, enero 06, 2007

LO ADORARON

"Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra."
(Mateo 2:11, RV60)



Hace varios días me viene dando vueltas en la cabeza la adoración de los magos de oriente a Jesús recién nacido. Porque pienso en la actitud de estos hombres sabios. En el versículo 2 del Evangelio de Mateo los magos revelan sus intenciones con respecto al Salvador: "Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle." Guiados por la estrella de Belén, llegaron al pesebre y "se regocijaron con muy grande gozo" cuando ella se detuvo donde estaba el niño.

Lo que había en el corazón de los magos era admirable: un deseo inmenso de adorar a Dios. Por eso lo buscaron aún a costa de emprender un largo viaje. Dice la Escritura que ellos conocían la profecía de Miqueas 5:2: "Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad". Estaban buscando al Cristo y la revelación de Dios a sus vidas les decía que la profecía se estaba cumpliendo en aquel niño.

Me sorprende pensar en la manera en que normalmente concebimos a Dios: como un solucionador de problemas, como alguien a quien acudimos muchas veces como última instancia o a cuya presencia entramos para pedirle. A veces nuestro tiempo con el Señor parece más una lista de peticiones que cualquier otra cosa. Vamos a buscarle para decirle "dame, dame" y no con actitud de "aquí estoy...Señor, ¿en qué puedo servirte?". En "La vita e bella" de Roberto Benigni (1997), el tío Eliseo Orefice magistralmente interpretado por Giustino Durano dice: "Servir es el arte supremo. Dios es el primer servidor, pero eso no significa que sea nuestro servidor". Una verdad profunda que muchas veces no comprendemos y por eso lo abordamos de manera utilitarista, esperando saber qué recibiremos a cambio y a veces molestándonos incluso porque la respuesta no es lo que esperábamos.

Los magos, en cambio, estaban resueltos a adorarle. Desde el principio, sabían a qué iban. Los regalos que llevaban eran dignos de un Rey, y reflejaban su corazón de adoradores. Estaban allí para entregar, no para recibir; para dar, no para exigir; para reconocer, no para ser reconocidos. ¡Cuán diferente era su motivación a la que nos impulsa muchas veces a acercarnos a Dios! Tal vez por eso, aunque realmente no sepamos cuántos eran, ni de qué raza, ni si tenían o no determinada jerarquía administrativa, ocupan un lugar especial en la historia del cristianismo y, sin duda, uno más especial aún en el Reino de los Cielos.

Empezando este año, quiero pedirle al Señor que me dé un corazón y una actitud como la que ellos tenían. Que me conmueva y me sacuda el deseo de adorar a Jesús, más que cualquier otra cosa. Que sea Él verdaderamnete mi motivo y mi razón. ¿Quieres pedirle lo mismo? Te invito a que te tomes un par de minutos cuando acabes de leer estas líneas y le pidas Su toque santo en tu vida para que esto también sea una realidad para tí. Y que postrándonos lo adoremos....

Bendiciones,

JORGE HERNÁN