"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo"
(Mateo 28:19)
Decía hace algunos días el pastor de nuestra iglesia que es necesario volver a lo fundamental, y uno de esos fundamentos esenciales sobre los cuales está construida nuestra fe es el discipulado. El llamado urgente a extender el Evangelio que Jesús nos encomendó desde hace siglos y el cual lamentablemente muchos pasamos por alto. Conocemos a Cristo, entablamos una relación personal con Él y nos solazamos en una profunda e intensa pero egoísta aproximación a nuestro Salvador. Olvidando la dimensión espiritual de la cruz, nos concentramos en nosotros mismos y nos perdemos de la maravillosa experiencia y el inmenso privilegio que significa alcanzar a otros para el Reino.
Tenemos un llamado, a seguir al Señor pero también a servirle. Cualquiera que sea tu ocupación o modo de vida, donde estás es un buen lugar para ejercer la función a la que fuiste llamado dentro del cuerpo de Cristo, y para dar cumplimiento al mandato del Señor contenido en el versículo de hoy.
Mike Breen y Walt Kallestad, autores del libro "Una Iglesia Apasionada" (Editorial Patmos, 2006), sostienen que la asistencia a un servicio religioso por un par de horas no va a hacer de nadie un discípulo de Jesús. Solamente el discipulado personal, que permite la formación cercana de creyentes verdaderamente comprometidos con la causa del Señor, logra el objetivo de desarrollar cristianos involucrados activamente en la vida de la iglesia. Y no hay mejor manera de discipular que ser personas que pasamos tiempo a los pies del Maestro, aprendiendo de Él para edificar a otros, y que tenemos claridad sobre la misión que Jesucristo nos encomendó.
Una breve invitación para hoy: sé discípulo y haz discípulos. Cumple el llamado. Dios te recompensará grandemente.....Bendiciones,
JORGE HERNÁN
(Mateo 28:19)
Decía hace algunos días el pastor de nuestra iglesia que es necesario volver a lo fundamental, y uno de esos fundamentos esenciales sobre los cuales está construida nuestra fe es el discipulado. El llamado urgente a extender el Evangelio que Jesús nos encomendó desde hace siglos y el cual lamentablemente muchos pasamos por alto. Conocemos a Cristo, entablamos una relación personal con Él y nos solazamos en una profunda e intensa pero egoísta aproximación a nuestro Salvador. Olvidando la dimensión espiritual de la cruz, nos concentramos en nosotros mismos y nos perdemos de la maravillosa experiencia y el inmenso privilegio que significa alcanzar a otros para el Reino.
Tenemos un llamado, a seguir al Señor pero también a servirle. Cualquiera que sea tu ocupación o modo de vida, donde estás es un buen lugar para ejercer la función a la que fuiste llamado dentro del cuerpo de Cristo, y para dar cumplimiento al mandato del Señor contenido en el versículo de hoy.
Mike Breen y Walt Kallestad, autores del libro "Una Iglesia Apasionada" (Editorial Patmos, 2006), sostienen que la asistencia a un servicio religioso por un par de horas no va a hacer de nadie un discípulo de Jesús. Solamente el discipulado personal, que permite la formación cercana de creyentes verdaderamente comprometidos con la causa del Señor, logra el objetivo de desarrollar cristianos involucrados activamente en la vida de la iglesia. Y no hay mejor manera de discipular que ser personas que pasamos tiempo a los pies del Maestro, aprendiendo de Él para edificar a otros, y que tenemos claridad sobre la misión que Jesucristo nos encomendó.
Una breve invitación para hoy: sé discípulo y haz discípulos. Cumple el llamado. Dios te recompensará grandemente.....Bendiciones,
JORGE HERNÁN
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