viernes, diciembre 29, 2006

FELIZ AÑO NUEVO

"Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, Señor, Dios Todopoderoso"
(Jeremías 15:16, NVI)

Cada vez que un año termina hay algo que nos invita a hacer el balance de lo que quedó atrás y el aprendizaje que tuvimos a partir de cada experiencia vivida. Y una larga tradición nos invita a desear un feliz año nuevo a todos aquellos con quienes interactuamos. En algunos casos, es cierto, deseamos paz y prosperidad, pero la expresión más frecuente es "felicidad".

Tristemente, por lo general asociamos la felicidad con un concepto emocional que depende del entorno y de las circunstancias. Nos resulta un poco forzado, en el mejor de los casos, el mandato divino de estar siempre gozosos, y creemos que solo si las cosas se dan como queremos debemos estar alegres. Pero la buena noticia es que la raíz y fuente única y perfecta de felicidad es el Señor. Por eso Jeremías habla de que la Palabra de Dios es gozo y alegría para el corazón de quienes llevamos al Señor en nosotros.

El Señor está a tu alcance, la promesa dice que cuando le clamamos Él responde. Romanos 10:6-8a dice: "Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón...". Cuando a tu tiempo de oración le sumas la lectura de la Palabra y la meditación en ella encuentras verdadero refrigerio espiritual, y una nueva unción de alegría y gozo va a estar disponible para tu vida.

Yo también deseo que 2007 sea un año feliz para tí, feliz en Cristo Jesús. Que Su poderosa Palabra te alimente. Devórala, como Jeremías, y experimenta la felicidad sobrenatural de quienes vivimos en Cristo.

Una poderosa bendición celestial descienda sobre tu vida y la mía ahora mismo.

Un abrazo,

JORGE HERNÁN

sábado, diciembre 23, 2006

DULCE NAVIDAD

"Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz"
(Isaías 9:6, NVI)


Muchas reflexiones he leído en estos días sobre el verdadero significado de la Navidad. Algunas enfatizan en la manera en que la sociedad de consumo ha mercantilizado estas fechas hasta el punto de olvidar qué es lo que estamos celebrando. Otros se lamentan de que para muchos la época sirve de pretexto para el alcohol y la parranda. Unos van aún más allá y se conduelen de que aún en hogares cristianos hay muchos símbolos como el árbol, Papá Noel, los enos y los muñecos de nieve pero Jesús parece estar ausente de la fiesta. Hay de hecho una cadena de correos que viaja por la red y que presenta a un Jesucristo triste porque todo el mundo lo ignora en su cumpleaños.

Pero hay una visión diferente de este acontecimiento, la que plasman las Escrituras desde la óptica de Apocalipsis 12. Dejo la palabra a Philip Yancey, uno de mis autores favoritos, quien en su libro "El Jesús que nunca conocí" (Miami, Editorial Vida, ed. en Español 1996, pág. 40) dice: "El relato difiere radicalmente de las narraciones del nacimiento que ofrecen los evangelios. Apocalipsis no menciona a los pastores y a un rey infanticida; más bien, presenta a un dragón que dirige una feroz lucha en el cielo. Una mujer, vestida del sol y que lleva una corona de doce estrellas, clama de dolor a punto de dar a luz. De repente entra en escena el enorme dragón escarlata, con una cola que arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojaba sobre la tierra. Se detiene voraz frente a la mujer, ansioso de devorar a su hijo en cuanto nazca. En el último momento, el hijo es arrebatado y puesto a salvo; la mujer huye al desierto, y comienza una gran batalla cósmica...En la tierra nace un niño, un rey se entera, comienza la persecución. En el cielo había comenzado la Gran Invasión, una valiente incursión de parte del líder de las fuerzas del bien en la sede del mal que es el universo".

Vista así la escena del nacimiento, nos damos cuenta del poder contenido en la declaración profética de Isaías. El Rey de Reyes irrumpió en la historia universal para partirla literalmente en dos. No en vano en el mundo occidental contamos los años tomando como referencia el nacimiento de Cristo. Desde el punto de vista cósmico, la encarnación es un acontecimiento tremendamente sobrenatural que acaba con las infundadas expectativas del Maligno. El niño que tirita de frío en un pesebre mientras su madre hace los mejores esfuerzos por arroparlo en medio del olor natural a pesebre es nada menos que Dios hecho hombre. Frágil y poderoso al mismo tiempo. Humilde pero majestuoso. Débil pero valiente. A Jesús siempre le gustaron las paradojas. Las frases contenidas en el Sermón del Monte años después, todavía siguen sonando revolucionarias. Pero El que vino a salvar lo que se había perdido luchó desde siempre con el statu quo. No se conformó, y por eso nos pide que tampoco nosotros lo hagamos, porque sabe que necesitamos una transformación completa desde adentro y que sólo Él puede obrarla en nosotros.

¿Sabes? Lo más hermoso de la frase de Isaías es que el niño "nos ha nacido", es decir, la entrega de Cristo por nosotros está claramente demarcada desde el principio de los tiempos y por eso Dios coloca la sentencia en boca del profeta. Es para tí, es para mí, es para nosotros....¿No es maravilloso darnos cuenta de cuanto nos ama Dios como para darnos a Su Unigénito?

Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz...¿Qué es el Señor Jesucristo para tí? Cuando leo estos calificativos que le da la Escritura no puedo menos que maravillarme al darme cuenta del enorme significado que tiene el Señor en mi vida, y del que puede llegar a tener para tí.

Es tiempo de Navidad, y a la hora de los regalos y en medio de los villancicos y las decoraciones decembrinas, es bueno recordar el eevnto que partió la historia del universo...pero sobre todo, tu historia y la mía.

Feliz Navidad. Jesucristo nos ha nacido, y si este nacimiento de verdad se hace vida en nuestros corazones, jamás volveremos a ser los mismos. Él se va a encargar de ello.

Con el amor del Señor,

JORGE HERNÁN

domingo, diciembre 17, 2006

PRÓDIGOS DE HOY

"Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó."
(Lucas 15:20)

Esta cita, extractada de la parábola del hijo pródigo, habla de la reacción del padre cuando vio venir a su hijo de regreso. Varios estudiosos de las Escrituras señalan la maravillosa gracia de un Padre hacia su hijo que, al pedirle en vida la herencia, estaba prácticamente dándolo por muerto y de alguna manera deshonrándolo y despreciándolo. Pero no es eso lo que hoy toca mi corazón.

¿Sabes? En nuestro país abundan los desaparecidos, personas que en el marco de un clima de violencia política e inseguridad snecillamente desaparecieron un día sin dejar rastro. Algunos eran activistas políticos, otros miembros de las fuerzas militares, otros ciudadanos del común. Unos fueron secuestrados y hace meses que no se sabe nada de ellos, otros simplemente desaparecieron un día cualquiera sin dejar señal alguna... La reciente conmemoración del holocausto del Palacio de Justicia volvió a traer a nuestras mentes y a nuestros corazones el horror vivido por los parientes de personas que fueron vistas por última vez con vida en la cafetería de la edificación, sin que se volviera a saber de ellas o aún de sus cadáveres. Y los que hemos vivido un poco más, recordamos las escenas tristes de la Plaza de Mayo a la que miles de madres argentinas acudían vez tras vez reclamando alguna noticia de sus hijos desaparecidos en tiempos de dictadura.

Para el padre del hijo pródigo, aunque el escenario fuera distinto, la realidad fue muy parecida. Simplemente un día su hijo dijo adiós y no volvió más. Imagino largas noches en las que el padre doblaba rodilla por su hijo y en la que su mente divagaba pensando cómo se encontraría, siempre con el anhelo profundo de que su integridad fuera salvaguardada. El relato bíblico no dice si la ausencia fue corta o prolongada, pero intuyo que al padre los días se le hicieron largos y que los sentimientos que le afloraban eran entremezclados: ira, decepción, nostalgia, angustia...en fin. En más de una ocasión se quedaría silencioso mirando al horizonte esperando verlo de nuevo, pues aunque la vida siguiera su curso normal en el corazón de un padre siempre los hijos ocupan un sitio especial. No en vano representan la confianza que Dios ha depositado en nosotros para que administremos con sabiduría e inteligencia su proceso de crianza y formación en los principios del Señor.

De repente, un día, el padre ve venir a su hijo. Está harapiento, acabado, casi irreconocible. Pero el anciano hombre no puede contener la emoción, se salta todos los cánones y preceptos de la cultura judía de aquel entonces y dejando de lado la compostura, corre a abrazarlo y a besarlo.

Este relato sin duda refleja lo que Dios hace por nosotros, y no es difícil imaginar los sentimientos que pasan por Su mente cuando nos ve tomar distancia de Él. Más fácil aún es entender la alegría cuando decidimos buscarlo y reconciliarnos con Él, y comprendemos la fiesta en el cielo por el santo regocijo del Padre Celestial frente a nuestra decisión de vida.

Pero más allá de ésto, que debe ser motivo de profunda reflexión en nuestras vidas, hoy quiero animarte a que eleves una oración por los cientos de desaparecidos que hay en nuestro país, que un día salieron de sus casas para nunca más volver. La incertidumbre, aún por horas, es enormemente dolorosa para sus parientes y amigos. Pero cuando se prolonga se debe tornar a veces insoportable. Dios quiere que nos condolamos con los que sufren, y por eso hoy te pido que eleves una oración por aquellos que están experimentando ésto, porque solo el Padre que con fortaleza ha vivido siglo tras siglo situaciones como ésta puede entender y dar fortaleza a quienes hoy lo viven y necesitan de Su apoyo.

Dios te bendiga,

JORGE HERNÁN

domingo, diciembre 10, 2006

PERDÓN Y SANTIDAD

"...porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo"
(1 Pedro 1:16)

Luego de dos semanas de ausencia, vuelvo a escribir sobre un tema que me viene dando vueltas en la cabeza, y es el de la santidad. El Señor nos llamó para que estuviéramos apartados del mundo y consagrados a Él y esa debe ser una realidad esencial en la vida de todo creyente. Aunque hemos perdido el sentido de la palabra "santidad" y nos suena a veces como algo aburrido que asociamos con personas religiosas y poco divertidas; y otras veces como un ideal prácticamente imposible de alcanzar ("yo no soy ningún santo", decimos), la verdad clara y escueta desde el punto de vista escritural es que todo hijo de Dios que ha recibido y confesado a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida tiene un llamado irrevocable a ser santo.

"Santos", llamaba Pablo a los fieles de las iglesias cristianas del primer siglo de nuestra era, porque entendía esa realidad incuestionable y quería que sus lectores se percataran de ella. Vivir en santidad es realmente haber entrado en el reposo de Dios y gozar plenamente de Su presencia en comunión íntima con Él.

Pero hablar de santidad va ligado de modo estrecho al concepto de perdón. El Padre Nuestro, el modelo de oración que Jesucristo nos enseñó y que aparece en el capítulo 6 del Evangelio de San Mateo, nos invita claramente a perdonar, y sentencia al final: "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mateo 6:14-15). No sé si has notado algo tan obvio como que esta enseñanza está dirigida a creyentes, pues la oración empieza dirigiéndose a Dios como Padre, y Juan 1:12 dice que "a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". Son solo la fe en Jesucristo y la manifestación de Su Santo Espíritu en nuestras vidas las que nos permiten llamar "Padre" a Dios.

Entonces, Jesús está hablándonos aquí de la necesidad que tenemos de perdonar a otros para gozar de libertad plena y absoluta. No podemos vivir la santidad plena ni santificar el nombre del Señor si el perdón no se hace realidad en nuestras vidas. Recuerda que la falta de perdón trae consecuencias físicas (enfermedades como la artritis, varios tipos de cáncer, etc.), emocionales (amargura, depresión, ira) y sobre todo espirituales (ataduras que nos encadenan y abren puertas al enemigo). Por eso perdonar es tan importante, y de allí que tú y yo necesitemos hacerlo para vivir una nueva dimensión de libertad y santidad como no la hemos experimentado hasta ahora.

Quiero invitarte hoy a que te tomes unos minutos para pedirle al Espíritu Santo que te revele si aún hay en tu corazón falta de perdón hacia alguien. Si es así, te animo a que le pidas a Jesús que te ayude a ver a esa persona como Él la ve y que puedas amarla aún con todas sus fallas como Él ha hecho contigo (Romanos 5:8). Pídele fuerzas y valentía para optar hoy por una decisión de amor que derribe murallas en tu corazón y abra las compuertas del cielo para que disfrutes de una vida en santidad llena de bendiciones. Y deja que el Gran Médico haga una cirugía profunda en tu corazón y te trate como solo Él puede hacerlo. Cosas tremendas serán las que empezarás a ver a partir de hoy.



JORGE HERNÁN

martes, noviembre 28, 2006

REPARANDO LAS GRIETAS

"Así dice el Santo de Israel: «Ustedes han rechazado esta palabra; han confiado en la opresión y en la perversidad, y se han apoyado en ellas. Por eso su iniquidad se alzará frente a ustedes como un muro alto y agrietado, a punto de derrumbarse: ¡de repente, en un instante, se desplomará! Su iniquidad quedará hecha pedazos, hecha añicos sin piedad, como vasija de barro: ni uno solo de sus pedazos servirá para sacar brasas del fuego ni agua de una cisterna.»"
(Isaías 30:12-14, NVI)

Cuenta el Segundo Libro de Reyes en su capítulo 12 que el rey Joás mandó reparar las grietas del templo de Jerusalén y que le dio una especial importancia a este encargo, al punto de que todo el dinero que se llevaba al templo era utilizado en pagar a los operarios que tenían a su cargo esta tarea. Y al releer esta historia me resulta imposible no pensar en las grietas de las que habla el profeta Isaías, que no son físicas pero sí más demoledoras porque socavan el templo del Espíritu Santo que dice la Escritura que somos nosotros.

En nuestra insensibilidad espiritual, tristemente, con frecuencia vemos el muro alto que se levanta frente a nosotros y no nos damos cuenta de que está agrietado y a punto de derrumbarse, como resultado de nuestra vana persistencia en apoyarnos en nuestras propias obras. Queremos exhibir el muro y nos autoconvencemos de que es imponente pero si no trabajamos en reparar las grietas, se nos vendrá encima y terminaremos aplastados.

Ya he comentado en otras ocasiones el concepto de gracia transformadora, la gracia de un Dios que nos ama tanto que nos acepta como somos pero cuyo amor es tan inmenso que se resiste a dejarnos así, y por eso de antemano preparó buenas obras, fruto del moverse de Su Espíritu en nuestras vidas, para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).

Hoy quiero invitarte a revisar tu estilo de vida, el cual debe estar reflejando lo que Jesucristo ha hecho en tí. Examina si la sorprendente gracia de Dios ha producido una transformación interior profunda en tí, o si estás conviviendo con grietas con las que te has acomodado a vivir, grietas de pecado que se te han vuelto casi familiares a fuerza de consentirlas. Y, mi querido hermano, si las encuentras, no tardes en ir a la presencia del Maestro para que con su ayuda puedas repararlas.
Verás que el resultado es poderoso.

La paz de Jesucristo que sobrepasa todo entendimiento sea contigo en este día,

JORGE HERNÁN

jueves, noviembre 23, 2006

UN DIOS CONOCIDO

"Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas."
(Hechos 17:22-25, RV60)

Releo el capítulo 17 del libro de los Hechos, y viene a mi memoria el día de mi primer sermón. Trabajé sobre este texto porque me impactó la manera en que Pablo se dirigió a un pueblo religioso como el ateniense, que adoraba a un Dios al que verdaderamente no conocía. Muchos años después tuve ocasión de compartirlo con un grupo de personas en una iglesia mormona durante el servicio fúnebre del padre de una amiga.

Y al repasar todas las cosas que Dios me ha enseñado a lo largo de estos años de caminar en Él, no deja de sorprenderme ver cuán reales y vívidas siguen siendo estas palabras para la mayoría de la gente. Vivimos en medio de un pueblo tremendamente religioso y supersticioso, apegado a devociones tristemente lejanas del conocimiento del verdadero Dios. Un muy conocido himno católico dice "saca a Dios de los templos donde lo encerramos hace tantos años" y me maravilla ver que aún muchos de los que lo entonan han perdido de vista la profunda verdad contenida en lo que están cantando.

Los seres humanos hemos reducido a Dios en las proporciones suficientes para comprenderlo; por eso nos hemos quedado con las imagenes y los templos, sin entender como claramente lo afirmó Pablo, que "el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas." Dios supera largamente nuestro entendimiento, y esto es así por la elemental razón de que es el Señor de la Creación y no necesita de nada. Sin embargo, por no conocerlo, preferimos quedarnos con una dimensión de Dios que nos quepa en la cabeza. Un Dios bombero al que acudimos cuando estamos en dificultades, pero que no tiene suficiente tiempo para oir todas nuestras plegarias y por eso nos parece que a veces no nos oye; un Dios poderoso, sí, pero con un poder limitado como para solucionar solamente las cosas que a nuestro modo de ver son solucionables, porque nos da la sensación de que los milagros son cosa de otro tiempo.

La Biblia nos habla de un Dios personal, un Dios que se interesa genuinamente por tí y por mí, aunque a veces no logremos entender cómo es esto posible. Aún el sacrificio de Cristo en la cruz ha perdido valor ante nuestros ojos a fuerza de habernos insensibilizado frente a las múltiples imagenes de nuestro Señor crucificado, a fuerza de verlo en las películas, en los libros, en las obras de arte, en fin...

Hoy simplemente quiero invitarte a reflexionar en que Jesucristo de Nazareth, el Rey de Reyes y el Señor de Señores, es un Dios que está interesado en que nos relacionemos personal e íntimamnete con Él. Quiere que rompamos los esquemas, que abandonemos los paradigmas y aún las ideas preconcebidas que tenemos en torno a Él, y nos dediquemos a buscar Su rostro, nos interesemos por conocerlo y aprender de Él.
Jesús quiere ser tu amigo, quiere ser mi amigo, y quiere en lo más interno de Su ser, que tú y yo revisemos la calidad de nuestra relación con Él y nos comprometamos de verdad a seguirlo.

Ese es el reto. La verdadera decisión de esta generación. Tú decides.

Mi Señor, el Dios conocido, te siga bendiciendo,

JORGE HERNÁN



martes, noviembre 21, 2006

EN LA BOCA DE LOS LEONES

"El rey entonces dio órdenes que trajeran a Daniel y lo echaran en el foso de los leones. El rey habló a Daniel y le dijo: Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, El te librará. Trajeron una piedra y la pusieron sobre la boca del foso; el rey la selló con su anillo y con los anillos de sus nobles, para que nada pudiera cambiarse de lo ordenado en cuanto a Daniel. Después el rey se fue a su palacio y pasó la noche en ayuno; ningún entretenimiento fue traído ante él y se le fue el sueño. Entonces el rey se levantó al amanecer, al rayar el alba, y fue a toda prisa al foso de los leones. Y acercándose al foso, gritó a Daniel con voz angustiada. El rey habló a Daniel y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, tu Dios, a quien sirves con perseverancia, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, que cerró la boca de los leones, y no me han hecho daño alguno porque fui hallado inocente ante El; y tampoco ante ti, oh rey, he cometido crimen alguno. El rey entonces se alegró mucho y mandó sacar a Daniel del foso. Cuando Daniel fue sacado del foso, no se encontró en él lesión alguna, porque había confiado en su Dios."
(Daniel 6:16-23, LBLA)

Hace algunos días tuvimos ocasión de hacer una reflexión grupal sobre todo el capítulo sexto del libro de Daniel, el cual indudablemente es muy rico en enseñanzas, como de hecho lo es toda la Palabra de Dios.

Pero entre las cosas que me impactaron fue reconocer que cotidianamente nos vemos, al igual que Daniel, a leones fieros que nos acechan y de hecho muchas veces nos sentimos acorralados y sin salida, al igual que debía verse el profeta.

Sin embargo, cuando las circunstancias nos son adversas hay algo determinante en el resultado final, y es nuestra actitud. El relato bíblico no nos dice qué pensó Daniel en esa larga noche, ni en qué modo exactamente ocurrieron los hechos, pero es categórica al afirmar que "no se encontró en él lesión alguna, porque había confiado en su Dios". La fe le dio la victoria.

Quizás tus leones y los míos no se parezcan mucho a la imagen tradicional del rey de la selva, pero a veces son mucho más feroces y sobre todo, los enfrentamos con más temor. Dificultades, dudas, enfermedades, discordias...existe una infinita gama de leones con los que tenemos que luchar cada día. Y de nosotros depende escoger entre la desesperanza o la fe, entre las limitaciones de la realidad material o la capacidad ilimitada que brinda la realidad espiritual, entre la impotencia humana y el poder de Dios. Como ves, esta decisión es un asunto de fe.

¿Cuáles son tus leones? ¿Cómo les vas a hacer frente? Quizá valga la pena recordar las palabras de Josué 23:14: "He aquí, hoy me voy por el camino de toda la tierra, y vosotros sabéis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma que ninguna de las buenas palabras que el Señor vuestro Dios habló acerca de vosotros ha faltado; todas os han sido cumplidas, ninguna de ellas ha faltado".

Que Dios siga bendiciéndote,

JORGE HERNÁN

jueves, noviembre 16, 2006

VICTORIA A TRAVÉS DE LA FE

"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe."
(1 Juan 5:4)

Cuando miro hacia atrás y veo el camino por el cual me ha traído el Señor no puedo menos que regocijarme y darle gracias por Su amor infinito. Comprendo que he atravesado momentos extraordinariamente difíciles y sin embargo estoy "al otro lado del Jordán", porque he creído en el Dios poderoso y maravilloso que me creó y me cuida a cada instante.

Vivir situaciones críticas no es extraño para el ser humano. De hecho, todos sabemos que el carácter se forma y solidifica especialmente en los momentos de crisis. Esto es verdad para mí y también para tí, solo que cada uno de nosotros es una creación única y por lo tanto hay ciertas vivencias frente a las cuales somos más o menos vulnerables que otros. Hay quienes afrontan las situaciones más terribles pero se desmoronan frente a un problema de salud, líderes empresariales capaces de rescatar a una compañía de la quiebra pero que trastabillan a la hora de enfrentar una crisis familiar, guerreros espirituales que batallan en oración contra dificultades inmensas pero que tambalean cuando ven su billetera vacía. Afrontar eventos críticos no es fácil pero hace parte del hermoso proceso de transformación que Cristo está interesado en abordar conmigo y contigo.

Releo la promesa a la que se refiere San Juan: todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. ¡Qué frase tan espectacularmente poderosa! Afirma una verdad espiritual incontrovertible: no hay problema lo suficientemente grande como para que Dios no lo pueda manejar, ni hay nada en el mundo frente a lo cual nosotros - nacidos de Dios - no tengamos en nuestras manos la victoria.

"...Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe". Cuando de verdad tenemos fe, es decir cuando conocemos realmente a Aquel en el cual hemos creído sabemos que la victoria ya es un hecho, y que no existe ninguna circunstancia que anule esta realidad. A veces darnos cuenta de que desde el comienzo ya eramos vencedores toma tiempo, pero cuando nos aferramos a la Verdad que está contenida en la Palabra no podemos menos que sonreir y dar gracias a Dios por hacernos "más que vencedores".

Te invito a que te tomes unos minutos y agradezcas a Dios por darte una vida victoriosa y porque, pase lo que pase, Cristo ya ganó la victoria para tí. Simplemente confía, y verás cuán cierto es.

Bendiciones en Jesucristo para tí y los tuyos,

JORGE HERNÁN

lunes, noviembre 06, 2006

NUESTRO DIOS ES DIOS ALEGRE

"Que está en medio de ti Yahvé
como poderoso Salvador;
se goza en ti con alegria,
te renovará en su amor,
exultará sobre ti con júbilo"
(Sofonías 3:17, NC)


¡Qué hermosa verdad la contenida en esta poderosa escritura! Para mí es un verdadero gozo escuchar cada semana en la iglesia el jubiloso cántico de Aline Barros que nos recuerda que tenemos un Dios alegre, pero cuando releo esta cita y veo que yo soy motivo de gozo para mi Señor, entonces no puedo dejar de experimentar una alegría extraordinaria.

Tengo un Dios poderoso que me renueva cada día, que me ama tanto que aunque yo era un pecador completamente alejado de Él, vino a morir en la cruz por mí. Sin embargo, no se conformó con dejarme así. Su gracia es transformadora y Él está en medio de mí para tratar conmigo y hacer que yo mengüe a fin de que Él crezca. Es justamente Su amor el que produce en mí la renovación de mi mente y mi espíritu cuando yo me dispongo verdaderamente a verlo obrar en mi vida.

De un tiempo para acá, Dios viene haciendo una cirugía espiritual profunda en mi vida y lo primero que ha abordado es mi actitud. Está trabajando en ella, puliendo cada detalle, y a veces sacando una que otra espina, en ocasiones desde muy adentro, pero sé que cada vez que ve cómo avanza la buena obra que comenzó en mí, se goza. Me agrada imaginar a Jesucristo sonriendo tierna y alegremente cuando observa el fruto de Su Espíritu obrando en mi vida.

Amigo, tenemos un Dios alegre, y hoy te invito a hacerle sonreir. Déjate transformar por Él. Confía simplemente.

Bendiciones sobreabundantes en Cristo Jesús,

JORGE HERNÁN

martes, octubre 31, 2006

INTEGRIDAD

"Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu santo monte? El que anda en integridad y obra justicia, que habla verdad en su corazón."
(Salmo 15:1-2, LBLA)


Este mundo necesita personas íntegras, Colombia clama por gente íntegra en todos los niveles de la sociedad, tú yo necesitamos ser íntegros. Tengo un muy buen amigo que abandera esta idea y que sostiene que al mirarnos al espejo cada mañana necesitamos reconocer que no somos íntegros. Pienso que esta declaración es un muy buen comienzo para trabajar la integridad en cada uno y desde adentro.

En una de tantas charlas de la Fundación Cuidarte el conferencista de turno nos lanzaba una pregunta retadora: "¿Qué tan íntegro es usted?", y nos sugería autoevaluarnos en nuestro hogar, en nuestro trabajo, al seguir las normas de tránsito, etc. La conclusión abrumadora, aunque sorprendentemente no tan obvia, es que no podemos ser parcialmente íntegros, ni siquiera un 95%. O somos o no somos. Y si en algún área de nuestra vida tenemos grietas en materia de integridad, entonces estamos "perdiendo el año".

Acabamos de trabajar el tema de la honestidad en un curso de finanzas que estamos tomando en la iglesia, y este es un asunto íntimamente ligado con la integridad. Encuentro que no he estado siendo totalmente transparente con algunas personas y con frecuencia las que más amamos son las que más salen lastimadas. Una canción de Serrat hablaba de alguien de quien el cantautor decía "ni juega sucio por no decir la verdad ni oculta nada porque esconda alguna cosa". Recuerdo que me encantaba porque sentía que me retrataba, pero una frase poética no es ni tiene porque ser necesariamente bibliocéntrica. Y la Palabra dice que cuando somos íntegros no caben ni las verdades a medias, ni los "guardados", ni los secretos. La falta de transparencia resquebraja gravemente la integridad.

¿Cómo estás en este asunto? Repasa la cita bíblica con la que empezamos hoy y reflexiona si necesitas trabajar esta área de tu vida. Y comienza a hacerlo ya. Mañana puede ser tarde.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN




martes, octubre 24, 2006

FIEL ES DIOS

"Fiel es Dios..."
(1 Corintios 1:9 a)


¿Sabe algo, mi querido amigo? Creo a pie juntillas en esta palabra. No porque la diga la Escritura, aunque eso sería más que suficiente para creer en ella. Lo digo porque la vivo, día a día y minuto a minuto. Un militar de la Edad de Hierro llamado Josué, dijo un día: "Ustedes bien saben que ninguna de las buenas promesas del Señor su Dios ha dejado de cumplirse al pie de la letra. Todas se han hecho realidad, pues él no ha faltado a ninguna de ellas" (Josué 23:14, NVI). Lo que quería decir era justamente que el Señor había cumplido hasta la última letra de Su Palabra, porque en Su naturaleza está el ser siempre fiel.

Hay muchas canciones e himnos cristianos que hablan de la fidelidad del Señor y es posible inclusive que los entonemos con frecuencia. Pero el ser humano tiene memoria corta y a menudo olvida cómo Dios ha sido fiel inclusive en los momentos de mayor distanciamiento de Dios. "Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios", dice el salmista (Salmo 103:2) porque el Señor mismo al inspirarlo era consciente de esta característica tan nuestra. Alguna vez escribí que la vida es una sucesión de crestas y valles y que cuando estamos en uno de ellos no debemos perder de vista que la estación que sigue es la contraria, pero en realidad las cosas no ocurren de ese modo.

Necesitamos grabar en nuestro corazón la poderosa verdad contenida en esas tres palabras del versículo de hoy, para que sepamos que siempre veremos luz en medio de la oscuridad, paz en medio de la tormenta, serenidad en medio de la adversidad. De hecho, dice la Palabra, Dios es fiel aún cuando nosotros no lo somos, porque no puede negarse a sí mismo (2 Timoteo 2:13), lo cual no significa en modo alguno que tengamos licencia para pecar sino más bien una invitación a postrarnos y adorarlo por tan maravillosa y sorprendente gracia.

Así que simplemente recuerda, fiel es Dios.

Fraternal saludo en Cristo Jesús,

JORGE HERNÁN

lunes, octubre 23, 2006

PAZ COMPLETA

"Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado"
(Isaías 26:3)

Nada puede ser más deseable para cualquier ser humano que alcanzar la paz completa, esto es, aquella clase de paz que sobrepasa todo entendimiento porque está por encima de cualquier circunstancia, no importa lo adversa o compleja que parezca. Es la que nos permite dormir tranquilos, como hizo el Señor Jesús en medio de la tormenta, o Pedro estando encarcelado

Los creyentes tenemos acceso a la paz completa. Y la Escritura tiene la fórmula. No es una receta mágica, sino el fruto de una mente rendida a Cristo: confianza en Dios. Cuando aprendemos a confiar en Él, a creerle, a saber que Sus promesas son verdaderas, que realmente cuida de nosotros y tiene un profundo interés en nuestras vidas, todo pensamiento empieza a confluir hacia Él. Comenzamos a entender que Dios es nuestro Proveedor, nuestro Sanador y mil cosas más, y que por lo tanto estamos en las mejores manos.

El "pensamiento perseverante" no es pues un ejercicio de control mental, sino más bien el resultado de un conocimiento profundo de Dios que nos lleva a una comunión intensa con Él. Es imposible conocerlo y no confiar, y cuando emprendemos la aventura íntima de cultivar Su amistad llegamos a darnos cuenta de una manera asombrosamente sencilla por qué razón es que no hay verdaderamente de qué preocuparnos cuando estamos en Cristo Jesús.

Anímate a consolidar hoy tu relación con Dios. Trabaja en ella, y verás que la paz completa es una realidad absolutamente posible.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN



jueves, octubre 12, 2006

UN EVANGELIO COMPLETO

"A todo el que escuche las palabras del mensaje profético de este libro le advierto esto: Si alguno le añade algo, Dios le añadirá a él las plagas descritas en este libro. Y si alguno quita palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritos en este libro."
(Apocalipsis 22:18-19, NVI)

Hace algunos años se pusieron de moda los libros, y más tarde las películas, con final alternativo. Básicamente de lo que se trata es de que el autor plantea varias posibilidades de desarrollo para que el lector, o el espectador, escoja la que más le gusta. Ese es un buen comienzo para pensar en otra modalidad literaria, que podría ser la de permitirle al lector que quite de una determinada obra las partes que no le gustan y añada a capricho lo que quiera. El problema con esta alternativa es que más que un corrector de estilo, el supuesto lector realmente se convertiría en una especie de plagiador de obras de segunda categoría.

Eso es justamente lo que muchas personas hacen con la Palabra de Dios, y tristemente ello no ocurre solamente entre los incrédulos. Muchos autoproclamados hermanos en la fe que sencillamente se sienten incómodos con determinadas partes de la Escritura las pasan por alto para seguir viviendo a su manera. Dice la Biblia que "ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12). Y como esto es así, a veces la Palabra se vuelve como una aguda espina que nos talla y no nos deja mover en la dirección que queremos. Versículos sobre el orden de Dios para el matrimonio, la santidad, el dinero o casi cualquier otro ítem parecieran estar puestos allí solamente para estorbar el modo de vida de algunos. Y la decisión más facilista es pasar por encima de ellos y seguir viviendo a la manera de cada uno.

Pues bien, la mala noticia para quienes así proceden es que la Palabra de Dios es una unidad compacta que no puede ni debe ser alterada; la cita de Apocalipsis con la que empezamos no se refiere solamente al libro de la Revelación. De hecho, Dios espera que no alteremos Su Palabra en ninguna manera, y si encontramos fragmentos que nos incomodan en lugar de omitirlos o ignorarlos lo que debemos hacer es preguntarnos en qué áreas estamos siendo confrontados para experimentar lo que experimentamos al leerlos.

Dios quiere que tú y yo tengamos una relación íntima, personal y creciente con Él y ello solamente es posible cuando la cultivamos con tanto esmero que estamos dispuestos a morir al yo incluso en aquellos aspectos en los que podríamos no sentirnos cómodos desde el punto de vista intelectual. El asunto aquí es que las cosas de Dios no se disciernen con la mente sino con el espíritu, y es el Espíritu Santo el que tiene que producir la conexión adecuada para que cambie nuestra manera de pensar y consecuentemente nuestro modo de obrar.

Hoy te invito a que te dispongas a ser ministrado y confrontado por cada palabra de la Escritura y a que trabajes con el Señor todo lo que no comprendas o no compartas. Seguro que tiene cosas grandes por hacer en tu vida.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

martes, octubre 10, 2006

MILAGROS INESPERADOS

"De pronto, al cortar un tronco, a uno de los profetas se le zafó el hacha y se le cayó al río.
- ¡Ay, maestro! - gritó. - ¡Esa hacha no era mía!
- ¿Dónde cayó? - preguntó el hombre de Dios.
Cuando se le indicó el lugar, Eliseo cortó un palo y, echándolo allí, hizo que el hacha saliera a flote.
-Sácala - ordenó Eliseo.
Así que el hombre extendió el brazo y la sacó."
(2 Reyes 6:5-7, NVI)



Hace unos días tuve la oportunidad de escuchar una conferencia para parejas basada en el relato bíblico de las bodas de Caná. Uno de los elementos centrales que se observa en este relato, decía el orador, es la disposición oportuna de los sirvientes a hacer lo que Jesús les dijo. Desde el punto de vista humano, efectivamente, parecía sin sentido llenar de agua una tinaja tras otra cuando lo que hacía falta en la fiesta era vino. Pero siguiendo instrucciones de María, los sirvientes no solo llenaron las tinajas sino que se las llevaron al maestresala, es decir, al encargado del banquete, quien pudo constatar que estaban llenas de vino de la mejor calidad.

En el relato del segundo libro de los Reyes del cual extractamos los versículos con los que empezamos esta reflexión, Dios pasó por encima de las leyes de la física para obrar por medio del profeta Eliseo y hacer flotar un hacha en el Jordán. El desespero del profeta al que se le cayó el hacha sumado a la necesidad de recuperarla derivó en este otro milagro inesperado.

Dios no tiene límites, y Su mano no se ha acortado (Isaías 59:1). Es más bien nuestro empeño en encasillar al Señor dentro de las paredes de nuestra limitada mente y entendimiento lo que hace que perdamos la disposición a verle obrar de una manera sorprendente.

La buena nueva es que Dios está listo para obrar milagros inesperados en tu vida y en la mía a
cada momento. Cuando abrimos nuestro corazón y disfrutamos de una verdadera e íntima comunión con Él, el Señor mismo nos ayuda a expandir nuestra mente y nuestro corazón para alistarnos a recibir lo que tiene para darnos.

Cualquiera que sea tu situación hoy y sin importar el tamaño del milagro que talvez estás necesitando hoy, recuerda que Dios puede hacerlo. Deja que Él saque a flote lo que tenga que sacar y prepárate para verlo en acción.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

jueves, octubre 05, 2006

CAMINANDO EN LIBERTAD

"Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud"
(Gálatas 5:1, NVI)

De todos los mensajes del Evangelio de la gracia, el que más me gusta es el que se refiere a la libertad. Las religiones encadenan pero Cristo libera. Las religiones están llenas de normas, preceptos y reglas a observar, porque generalmente dan mayor importancia a lo externo que al hombre interior. "La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón", es la respuesta divina a esta manera de ver la vida (1 Samuel 16:7).

Pablo conocía bien a las personas religiosas y sabía qué era lo que se escondía detrás de ellas, por ello tuvo que advertir a los colosenses: "Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como: "No tomes en tus manos, no pruebes, no toques"? Estos preceptos, basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso" (Colosenses 2:20-22). Sin embargo, dado el marco cultural en que vivimos y las raíces en las que se desarrolló originalmente el proceso de evangelización en América Latina, llegamos a un punto en el que aquellos que no caminan en Cristo están convencidos de que los cristianos vivimos con dificultad un evangelio lleno de restricciones y prohibiciones. Suponen que no podemos bailar, no podemos beber alcohol, no podemos fumar, etc. sin entender que nuestra vida está marcada justamente por la libertad que nos dio Cristo gracias a la cual ya no estamos sometidos a los preceptos de este mundo. Cuando estábamos en ellos, en efecto, no podíamos dejar de hacer aquellas cosas porque la presión de grupo y los cánones mundanos así nos lo imponían. Si los demás bebían, teníamos que beber; ahora somos libres para no hacerlo con la libertad que Cristo nos dio.

No sé bien si aún en tu vida hay ataduras que están amarrando a un estilo de vida mundano; si es así, pídele al Creador que te despoje de ellas, que te libere y que no te permita sujetarte de nuevo al yugo de la esclavitud. Jesús vino a traerte una nueva libertad, acompañada de la dosis necesaria de responsabilidad para poderla administrar. No puedes caer en imposiciones humanas pero tampoco en prohibiciones que han sido establecidas no por Dios sino por los hombres.

Desarrolla una comunión íntima con tu Señor para que aprendas a escuchar Su voz y seguirle, y a saber qué es lo que Él ve con agrado y qué no, recordando en todo caso que "todo lo que no se hace por convicción es pecado" (Romanos 14:23).

Que los cielos se abran sobreabundantemente para ti en este día,

JORGE HERNÁN


miércoles, octubre 04, 2006

BUENA PALANCA

"Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del SEÑOR; El lo dirige donde le place"
(Proverbios 21:1, LBLA)

Me encanta este versículo; de hecho, es una de mis citas predilectas. Me dice que cuento con la mejor "palanca" del mundo: Dios. Es Él el único que tiene el poder de inclinar el corazón de aquellos que toman decisiones. El diccionario Espasa-Calpe trae dos definiciones de rey. La más obvia, "monarca o soberano de un reino". La otra, "alguien que sobresale entre los demás de su clase o especie por sus cualidades superiores". Ambas apuntan hacia lo mismo, es decir, hacia personas que tienen una autoridad que les ha sido conferida por Dios (cfr. Romanos 13:1).

La Escritura es clarísima al señalar que el Señor toma el corazón de estos individuos y lo dirige hacia donde a Él le place. Sean o no conscientes de ello, tales personas son simples canales de la voluntad de Dios y por lo tanto están sujetos a ella.

Cuando uno enfrenta una dificultad, digamos al realizar un determinado trámite ante una institución, muchas veces llega a un cuello de botella en el que se evidencia de hablar con un superior del funcionario que está entrabando las cosas para que intervenga en favor de una pronta solución. Y en la vida práctica, no importa el nivel de la persona en cuyas manos está la capacidad de tomar decisiones que nos afectan, siempre tenemos la opción de ir donde el Superior para que Él se encargue de inclinar su corazón.

"Dádme una palanca y moveré el mundo", es una frase que usualmente se atribuye a Arquímedes y en el mundo empresarial la expresión se utiliza a veces como sinónimo de la importancia de contar con un apoyo privilegiado para avanzar exitosamente.

Hoy quiero recomendarte la mejor palanca: el Señor. Ensaya y verás que tengo razón.

Dios te siga bendiciendo,

JORGE HERNÁN

martes, octubre 03, 2006

¿QUÉ TIENES EN LA MANO?

"Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. Y Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella."
(Exodo 4:1-3, RV60)


Dios nos dotó con diferentes habilidades, dones y talentos. Los distribuyó de acuerdo con Su voluntad y en armonía con Su plan perfecto, de manera tal que pudiéramos servirle al ponerlos nosotros mismos al servicio de los demás. A Moisés le preguntó qué tenía en la mano, para hacerle entender que los recursos que le había dado, y no aquellos de los que carecía, eran los que iban a servirle para cumplir la tarea que le iba a encomendar. Mucho tiempo después, Eliseo le preguntó a la viuda de Sarepta: "¿qué tienes en casa?", antes de ser un instrumento divino para el milagro de multiplicar el aceite y permitirle a la viuda saldar sus deudas. Jesús de Nazareth hizo del agua que le facilitaron en las bodas de Caná el mejor vino. Dios siempre se vale de lo que tenemos, no de lo que nos falta.

Muchas veces nos permitimos una pausa para servir a Dios esperando algo que no sabemos si ha de llegar. Tenemos las herramientas pero no las usamos, nos quedamos esperando a tener más dinero, más tiempo libre, mayor conocimiento, etc., etc. Me admira ver lo que dice Hechos 4:13 acerca de dos de los más reconocidos gigantes de fe: "Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús."

No sé si experimentes lo mismo al releer este pasaje, lo que yo veo es que la comunión con Jesús, la llenura del Espíritu Santo y la cobertura del Padre eran tan grandes y tan fuertes para estos dos hombres, que ellos mismos no estaban esperando ningún evento futuro para decidirse a ser instrumentos de bendición para otros. Trabajaron con lo que tenían. "Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído", dijeron (Hechos 4:20) y pusieron manos a la obra. La Biblia no nos dice nada de cuál era su situación financiera, su estado de salud o su disponibilidad de tiempo; en cambio sí nos confirma que eran personas "sin estudios ni preparación", y aún así no buscaron excusas para posponer su tiempo de servicio.

Recuerda que fuimos formados para servir a Dios, y el servicio hace parte de tu rol como creyente y discípulo, no es algo reservado solamente a los ministros. Así que piensa qué es lo que tienes en tu mano, cuáles son esos talentos con los que Dios naturalmente te dotó y pónlos a trabajar para Él desde ya. Te aseguro que verás pronto la recompensa.

Bendiciones fraternales en Cristo Jesús,

JORGE HERNÁN

lunes, octubre 02, 2006

POCA COSA

"Esto es poca cosa para el Señor, que además entregará a Moab en manos de ustedes."
(2 Reyes 3:18, NVI)


El contexto de este versículo es la marcha de los reyes de Israel, Judá y Edom contra los moabitas que se habían rebelado contra el primero de éstos, Jorán, quien estaba convencido de que iba a ser derrotado. Después de siete días de marcha por el desierto los animales se quedaron sin agua y el Señor, a través de Eliseo, les dijo que abrieran zanjas por todo el valle y este se llenaría de agua. Es allí cuando Eliseo pronuncia las palabras del versículo que abre esta reflexión.

Para el Señor, mis queridos amigos, no hay dificultades suficientemente grandes. Tal es Su poder y majestad que definitivamente no hay quién se le pueda enfrentar. Incluso la legendaria contienda entre el bien y el mal no es una lucha entre iguales, sino entre un Dios Glorioso y Todopoderoso y un enemigo derrotado y avergonzado. No perdamos nunca esto de vista.

Sé que a veces enfrentamos situaciones que nos parecen imposibles de resolver. Crisis matrimoniales, bancarrotas, enfermedades graves, desgracias familiares...en fin, lo único cierto es que cuando Dios se para de frente y ve tu situación, dice "esto es poca cosa para el Señor". El tamaño de tu milagro realmente depende del tamaño de tu Dios. Si eres consciente de quién es Aquel en el que está puesta tu fe, no hay obstáculo insalvable para tí.

Anímate, hoy Dios va a hacer cosas grandes.

JORGE HERNÁN

jueves, septiembre 28, 2006

VIDA ETERNA

"Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente..."
(Juan 11:26)

A la memoria de John Jairo Vélez

Ayer en la tarde John Jairo tuvo su cita más importante del año: se encontró con el Señor, para descansar eternamente en Su presencia después de llevar una tormentosa existencia en esta tierra. Fue ejecutivo exitoso y empresario independiente antes de hundirse en el abismo del alcohol y las drogas, del cual solamente pudo rescatarlo la mano amorosa de Jesús de Nazareth. Recibió palabra, y el amor y el cuidado de una iglesia pero la calle lo atraía poderosamente, hasta que una mañana de septiembre de 2004 fue a parar a un hogar de paso del Departamento Administrativo de Bienestar del Distrito y empezó su recuperación.

"Quiero que mi testimonio de vida tenga un buen final", le dijo un día a su amigo Javier y se convirtieron en socios de una nueva firma de productos de papelería, que no logró consolidarse en medio de un mercado ferozmente competitivo que no es muy benévolo con los nuevos agentes. John estaba convencido de que viviría diez años más, según le dijo a "El Tiempo" en un reportaje en febrero pasado. "He recobrado dignidad y respeto, la gente ya no cambia de andén cuando me ve en la calle", decía.

Su sueño era volver a proyectarse como el hombre de negocios que una vez fue, y agarrado de pies y manos del manto del Señor se decidió a reandar ese trayecto. Tuve la oportunidad de verlo varias veces a lo largo de sus últimos meses de vida, y aunque a veces su estado de salud y las condiciones del negocio parecían estar decididamente en su contra, él optó por confiar en Dios. Me decía que era muy difícil, tenía muchas preguntas que hacerle a Dios pero estaba convencido que si se soltaba de Él, perdería lo que había ganado.

Las últimas semanas fueron abrumadoras: entre el momento del diagnóstico de su enfermedad terminal y el de su muerte pasaron apenas unos pocos días, en una rápida pero dolorosa agonía.

Hoy John Jairo está en casa y su testimonio ciertamente tuvo un buen final. El de un hombre que decidió caminar con Jesús y vivir una vida recta arrancando de ceros pese a haber dejado atrás los mejores años de su juventud. El de un varón que luchó hasta el final por recuperar el amor y la honra de parte de sus hijos y de quienes le rodeaban, mostrando señas evidentes de verdadera hombría.

Los propósitos de Dios son inescrutables para el hombre y a veces desde el punto de vista estrictamente humano quizás nos preguntemos por qué las cosas no ocurren de otra manera, pero el Señor ve la vida de una forma distinta. "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá", afirmó Jesús (Juan 11:25) y esa esperanza gloriosa nos mantiene animados con respecto a lo que será nuestro encuentro final con Cristo.

En este momento, me dice mi socio "realmente este hombre pasó a mejor vida". Tiene razón.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

miércoles, septiembre 27, 2006

COMPROMISO ETERNO

"Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más que a su padre o a su madre, más que a su esposa o a sus hijos, y más que a sus hermanos o a sus hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos que me amen más que a su propia vida. Si ustedes no están dispuestos a morir en una cruz y a hacer lo que yo les diga, no pueden ser mis discípulos."
(Lucas 14:26-27, LBLS)



Dice la Escritura que el Señor es un Dios de pactos, y se complace en honrarlos. Pero todo pacto implica un compromiso, y en el caso del caminar cristiano estamos hablando de un compromiso de vida. Dice un autor con sobrada razón que el Evangelio no hace distinción alguna entre creyentes y discípulos, es decir, una condición implica la otra.

En lo que sí existe una clara diferencia es entre un simpatizante de Cristo y un seguidor de Cristo. El primero encuentra interesantes las ideas cristianas, quizás impactante el testimonio de vida de Jesús y hasta posiblemente le parezca llamativo el modo de vida cristiano, pero no se compromete. El seguidor, en cambio, es un creyente que justamente en razón de su fe vive lo que cree y se compromete con esa forma de vida. Para él, el amor a Dios está VERDADERAMENTE por encima de todas las cosas y eso se refleja en su andar diario y en las prioridades que maneja. El discípulo tiene un compromiso de vida con Cristo y un llamado claro y contundente a la santidad, la cual vive en todos los escenarios. Comprende que el cristiano ha renunciado a sí mismo y a todo lo que posee, que ha sujetado todas las cosas al amor a Cristo y que no se mueve de manera diferente en un ambiente secular a como lo hace en la iglesia el domingo.

Cuando Jesús proclamó estar buscando pescadores de hombres, estaba hablando de esta clase de creyentes, que tuvieran un compromiso eterno con la Verdad y que estuvieran dispuestos a entregar su vida por ella. Cassie Bernall, una joven adolescente víctima de la masacre de Columbine que fue asesinada después de confesar su fe en Dios, dejó un conmovedor testimonio de lo que significa COMPROMISO. Misty Bernall, su madre, escribió un conmovedor libro titulado "Ella dijo sí", del cual provienen estas líneas: "Mucho antes de morir, Cassie había decidido dejar de pensar tanto en sí misma — ya no pretender que todo le saliera según ella se lo imaginaba, ni preguntarse qué iba a ofrecerle la vida a ella, sino averiguar qué podía contribuir ella a la vida. No es cuestión de grandes hazañas, sino de no ser egoísta en las pequeñas cosas. Cassie solía ir con nosotros a un centro para drogadictos, donde comíamos con los muchachos, jugábamos al baloncesto, o simplemente pasábamos un rato charlando con ellos. Era tan simple: decirle ¡hola! a alguien y charle la mano en vez de mirar al otro lado; ser amable, hacer sacrificios por algo de más valor que nuestra propia felicidad y nuestro bienestar."

Dios nos invita a una vida de compromiso, y escogerla no es optativo para el creyente. ¿Qué quieres hacer tú? Tu respuesta definirá realmente si eres o no Su seguidor.

Un abrazo de bendición,

JORGE HERNÁN

martes, septiembre 26, 2006

DULCE REFUGIO

"Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna"
(Juan 6:68, LBLA)


Hay una muy conocida canción cristiana que lleva por título el mismo del mensaje de hoy, y lo que nos dice básicamente es que en medio de la tormenta Jesucristo es nuestro dulce refugio.

En ciertos momentos de la vida podemos sentir que las circunstancias son tan difíciles que no hay salida. Pero la buena nueva es que Jesucristo es la salida. En efecto, Él se hizo hombre, "uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Hebreos 4:15). Cristo experimentó en carne propia y de muchas maneras las más variadas emociones y sentimientos, incluyendo por supuesto la sensación de abandono. Él por lo tanto es el único que verdaderamente nos puede comprender.

Esta mañana visité a un buen amigo que está muriendo de SIDA. Tuvo grandes oportunidades en su vida pero escogió el camino de las drogas. Lo conocí en lo más profundo de su laberinto personal y tuve ocasión de compartirle el Evangelio. Aunque le perdí el rastro, en febrero de este año algunos medios de comunicación divulgaron su historia: la de un hombre "que regresó del infierno de las drogas", como lo tituló el diario "El Espectador". Comentaban que se había convertido en un próspero empresario, y eso fue lo que encontré cuando tuve la posibilidad de encontrarme una vez más cara a cara con él. Pero las consecuencias físicas de una siembra equivocada por años hoy hacen mella en su cuerpo. Sentí la desgarradora angustia de su madre, la impotencia de su tía, la tristeza de su ex-socio, al ver nuevamente desmoronarse a este hombre. Y en lo personal me impactó dolorosamente el verlo, prácticamente en estado terminal. Lo único reconfortante es saber que entregó su vida a Cristo y en sus últimos años tomó la decisión de caminar seriamente con Él, aún en momentos particularmente complicados.

De regreso del hospital vine a mi oficina reflexionando y orando, y mi conclusión es la de Pedro: ¿a quién iremos, si no a Jesús? Él tiene palabras de VIDA ETERNA, las únicas válidas, las únicas satisfactorias, las únicas que consuelan, las únicas que alientan y alimentan, las únicas que nos permiten descansar en Él.

No hay otra opción legítima, y es hermoso saber que tú y yo hemos decidido elegirla.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

lunes, septiembre 25, 2006

PRESENCIA IMPERCEPTIBLE

"Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En realidad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta.»"
(Génesis 28:16, NVI)


Muchas veces, particularmente en tiempo de dificultad, experimentamos de un modo especialmente fuerte lo que algunos llaman "el silencio de Dios". Parecería como si no nos escuchara y al ser incapaces de percibirlo mediante nuestros sentidos corporales terminamos por creer que está ausente.

Hay expresiones coloquiales como "Dios se olvidó de mí" o "tengo el Cristo de espaldas", que aunque atrevidas a veces brotan incluso de los labios de personas que se dicen seguidoras de Jesús de Nazareth. Y aunque parezcan fuertes, en el fondo son incluso más suaves que las que leemos en algunos salmos, o aún las que en algunos momentos de áspera tribulación salieron de la boca de Job. Además, lo único que hacen es reflejar un estado del alma, en el que esta se encuentra tan turbada que no logra comprender la realidad de que Dios está presente.

Y no lo está solo por el hecho de que sea omnipotente, sino sobre todo porque tiene un interés manifiesto por mí y no puede dejar de acompañarme. Lo importante pues no es clamar al Señor para que Él se "acuerde" de mí (Isaías 49:15 dice que aún si mi madre me olvidara, Él jamás lo haría) ni tampoco para que me oiga (Salmos 34:15 manifiesta que sus oídos están atentos a mi clamor), sino que yo sea consciente de que Su presencia en mi vida y en medio de mis circunstancias es siempre real, independientemente de lo que me dicten mis sentidos.

Cuando yo lo comprenda, me sentiré menos solo. Me ocurrirá lo de Giezi, el siervo de Eliseo, que solo empezó a comprender la realidad espiritual cuando su amo oró al Señor para que le abriera los ojos (2 Reyes 6:8-23). Y sabré que ciertamente estoy en las manos del Todopoderoso que me ama y permitirá que todas las circunstancias obren en mi favor, a su debido tiempo.

Mi oración hoy es para que tú y yo podamos decir después de todo: "En realidad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta."

En el amor de Cristo,

JORGE HERNÁN

viernes, septiembre 22, 2006

EL DIOS QUE NOS FORTALECE

"El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas"
(Isaías 40:29)


Si no es Dios quién me da fuerzas, entonces ¿quién lo hará? La Escritura dice que Él es mi fortaleza y yo quiero aferrarme a esta profunda verdad. Mi reflexión de hoy será breve: si estás en un punto del camino en el que sientes que las fuerzas te fallan, simplemente ve a la presencia del Señor y pídele que cumpla en tí Su promesa. Las circunstancias cotidianas a veces pueden ser tan abrumadoras que se hace evidente que sin ayuda extra definitivamente es imposible continuar. En ese punto no hay alternativa distinta, gracias a Dios, que buscar Su rostro y sacar fuerzas de la Fuente misma de fortaleza.

"Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas..."
(2 Timoteo 4:17, NVI)

jueves, septiembre 21, 2006

OREN

"Oren sin cesar"
(1 Tes 5:17, NVI)

"Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento"
(Colosenses 4:2, NVI)


Esta mañana estábamos reunidos con unos amigos y traíamos a la memoria las palabras de un muy querido pastor quien después de que se le pedía consejo por cualquier situación, aún la más compleja, respondía invariablemente (supongo que lo sigue haciendo): "ore". Recuerdo que por mucho tiempo pensé que era una respuesta simplista, incluso a veces me parecía insensible, pero con el tiempo llegué finalmente a descubrir que pese a su simplicidad encerraba una profundidad asombrosa, porque efectivamente la oración es la llave del Reino.

En las dos escrituras que cito al comienzo, el apóstol Pablo nos invita a llevar una vida de oración, y ese debería ser el ideal para cualquier creyente. Sin embargo, a veces y debido al sinnúmero de paradigmas que manejamos asociamos el concepto "vida de oración" con un convento de monjes contemplativos, con algún santo asceta del medioevo o hasta con el término más degradante y degradado de "viejitas rezanderas". Lo que Dios espera, sin embargo, nada tiene que ver con eso. Él realmente anhela comunión, una tan grande y tan intensa que realmente aprendamos a escuchar Su voz y a seguirle, pero no es posible alcanzarla si no aprendemos a involucrar la oración continua y perseverante como parte de nuestra cotidaneidad.

La oración nos pone inmediatamente en la presencia de Dios y por consiguiente permite que a nuestra disposición estén Su poder, Su amor, Su gracia y todos los demás atributos que el Señor tiene para canalizar a través de nosotros cuando nos disponemos como vasos para que Él fluya. Pero la oración además se vuelve un arma especialmente poderosa cuando se practica comunitariamente: "dos o más" podemos acabar con legiones, y así lo entendía la iglesia primitiva cuyas reuniones tenían la oración por núcleo esencial. Por eso cuando la practicamos en pareja, en familia, o en comunidad, adquiere una dimensión diferente.

No sé qué situación estarás viviendo hoy, pero te doy un consejo: "ora".

Dios te bendiga,

JORGE HERNÁN

miércoles, septiembre 20, 2006

RESCATANDO A LOS PERDIDOS

"Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido"
(Lucas 19:10)

Leo que la palabra "perdido" en el original griego no tiene que ver con el concepto de "perdición" sino que está más asociado al de "extravío". Parafraseando, entonces, la Escritura nos dice que Jesucristo vino a rescatar a quienes estábamos, como en un popular comercial de televisión, "en el lugar equivocado".

Como lo señala un autor, el problema de alguien que esté perdido no es el hecho como tal de extraviarse, sino que nadie lo eche de menos. Pero no es nuestro caso. El Buen Pastor miró al rebaño y dijo: "hmmmm...me falta una ovejita", y salió a buscarte.

Muchos de nosotros hemos estado largo tiempo en el lugar equivocado por falta de información. Es como si nos hubieran mandado a un lugar desconocido y no nos hubieran dado suficientes indicaciones. Quizás los hogares de los que vinimos no estaban adecuadamente fundados en la Palabra, y nuestros propios padres no tenían suficientes elementos para aportarnos con respecto a nuestras elecciones espirituales.

En otros casos recibimos el manual de instrucciones equivocado, como si hubiéramos comprado una lavadora y nos hubieran entregado el manual de una nevera o incluso de otro modelo de lavadora.

Sin embargo, el escenario talvez más frecuente es cuando hemos hecho una elección de vida del tipo "no necesito indicaciones, yo sé como moverme". En la gran mayoría de los casos, hemos terminado literalmente extraviados. En la carta de Pablo a Tito esa es justamente una de las palabras que el Señor utiliza para describir nuestro status anterior (Tito 3:3), y expresa claramente la condición de quien no sabe dónde está parado, aunque a veces estamos tan autoengañados que sostenemos: "yo sé lo que hago". En esta categoría incluso están quienes se apegan a su propio criterio pero con la íntima convicción de estar siguiendo direcciones divinas. El problema es que igual están perdidos.

Hay, no obstante, una posibilidad peor: la de abandonar el Camino correcto. "Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad", dice Pedro (2 Pe 2:15). Estamos hablando aquí de quienes después de poner la mano en el arado vuelven la vista atrás. La Biblia nos dice claramente que quienes están en tal situación, no son aptos para el reino de Dios (Lc 9:62).

¿Estás hoy en el lugar correcto o en el lugar equivocado? Así creas que la respuesta es obvia, pregúntaselo al Señor en oración y pídele que te marque el sendero por el que debes andar. A fin de cuentas, Él vino a buscarte y a rescatarte y no quiere volver al rebaño con las manos vacías...

Un fraternal abrazo de bendición en Cristo Jesús,

JORGE HERNÁN

martes, septiembre 19, 2006

NUEVAS CRIATURAS

"Cuando alguien se convierte a Cristo, se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación"
(2 Corintios 5:17, Castilian)


Hoy quiero seguir reflexionando sobre el concepto de la gracia transformadora. Me parece que muchos creyentes, después de asombrarnos con el concepto cristiano de la gracia empezamos a familiarizarnos con él a tal punto que comenzamos a manosearlo, e incluso a convertirlo en una licencia para pecar. Creemos que por haber repetido una oración de fe estamos blindados contra la condenación olvidando la amonestación de Pablo en Romanos 6:15 (NVI): "Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!".

Un verdadero discípulo de Cristo, que lo ha recibido verdaderamente por fe en su corazón, empieza a descubrir que la aceptación del señorío de Cristo le conduce a un proceso vivencial de transformación. Y en ese proceso la nueva criatura se despoja de las "cosas viejas": malos deseos, hábitos poco sanos, pensamientos inapropiados, etc. Comenzamos a ser parte de una nueva creación, como dice la Escritura, y ello implica olvidarnos de lo que quedó atrás y proyectarnos hacia el futuro en una nueva y poderosa dimensión. Nuestra existencia anterior pierde sentido, lo que importa es el Camino que tenemos por delante.

La gracia transforma. Los cristianos tenemos que ser diferentes, se nos tiene que notar que andamos con Jesús, como nos relata Hechos 4:13 que les ocurrió a Pedro y a Juan. Si después de haber declarado que le entregamos nuestra vida a Cristo seguimos iguales es muy probable que nuestra rendición no haya sido genuina; quizás nos faltó "creer con el corazón". En ese caso, más vale que reflexionemos, nos examinemos nosotros mismos, y luego vayamos a la presencia del Señor para decirle: "Nunca es tarde. Aquí estoy para rendirte mi vida, reconocer mi pecado y aceptarte como Señor y Salvador. Me arrepiento de haberte contristado pero a partir de hoy quiero caminar en el centro de Tu voluntad bajo la tutela de tu Santo Espíritu. Al recibirte hoy de verdad quiero empezar a ver cambios en mi vida, anhelo que se me note que soy un discípulo tuyo. Te lo ruego, Jesús. Amén".

Dios te siga bendiciendo,

JORGE HERNÁN

lunes, septiembre 18, 2006

EN SINCRONÍA CON DIOS

"Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos, afirma el Señor. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!"
(Isaías 55:8-9)


Muchas veces hemos oído hablar del tiempo de Dios, y muchas veces se nos ha dicho que es distinto al nuestro, pero cuesta entenderlo en lo profundo de nuestro corazón. Sin embargo, si nos remontamos a las Escrituras, vemos en 2 Corintios 6:2 la expresión "tiempo aceptable", a la que en otras versiones se le da el sentido de "propicio", "favorable" u "oportuno". Lo que eso significa es simple y llanamente que Dios nunca se equivoca en el manejo de tiempos. Finalmente es omnisciente y por tanto Su sabiduría rebasa con creces a la nuestra.

Pero nosotros, a pesar de nuestras limitaciones, creemos a veces que sabemos más que Dios. Aunque no lo verbalicemos de ese modo, de hecho con frecuencia le reclamamos porque no encontramos una respuesta a nuestras ocasiones que nos satisfaga. Queremos que las cosas se resuelvan a nuestra manera y cuando digamos. En últimas, esperamos contar con un Dios de bolsillo y olvidamos que estamos tratando con el "dueño del aviso", el Señor de la Creación, el Alfa y la Omega...Dios, quien todo lo sabe y todo lo puede, y que tiene todas las circunstancias bajo control.

Ayer sintonicé por casualidad una prédica del pastor Jhon Milton Rodríguez y decía más o menos: "aprende a esperar el tiempo de Dios para que, cuando Él considere que ha concluido tu proceso de formación y estés preparado para recibir la bendición, puedas efectivamente recibirla sin que te dañe". Espectacular. A veces creemos que estamos preparados para recibir la respuesta que queremos a nuestras oraciones, y en el fondo lo que el Señor quiere que comprendamos es que el proceso de "preparación" solo concluye en Su tiempo, cuando Él considera que todas las áreas que necesitaban ser moldeadas por Su mano durante el proceso ya han sido trabajadas.

Por cierto, hace unos días recibí de una amiga una sugerencia para "agilizar" el proceso, que hoy comparto contigo: sea lo que sea que estés viviéndolo, trabájalo en oración con el Señor, pídele que te muestre qué aspectos de tu vida están siendo confrontados en el momento que estás viviendo y pídele que obre una perfecta sanidad en ti. Esta es la única manera en la que puedes irte sincronizando con Dios.

Dios te siga bendiciendo,

JORGE HERNÁN

viernes, septiembre 15, 2006

CERCA DE ÉL

"Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca"
(Apocalipsis 3:16)

Hay algo que nos acerca profundamente a Dios y es un corazón comprometido. Y algo que nos aleja tremendamente, que es la apatía, la cual bien podría traducirse como tibieza. Hoy cedo todo mi espacio a Jill Carattini, de RZIM, cuyos escritos frecuentemente me bendicen:


09/15/06
CERCA DE ÉL
Jill Carattini
A Slice of Infinity, Copyright (c) 2006 Ravi Zacharias International Ministries (RZIM)



Un conocido mío recientemente me expresó su frustración a causa de la indiferencia. Me dijo que se sentía disgustado cuando sus amigos mostraban desinterés al intentar compartirles ideas acerca de Dios. Sus amigos no se quejaban en particular con respecto a Dios, pero sencillamente el tema no les interesaba. Me dijo, “no puedo entender una mente que no necesite saber si Dios existe, lo que significa que Cristo fuera quien dijo ser, o si alguna de estas dos cosas es falsa”.

Si la gran búsqueda de la vida es descubrir quién somos, descifrar por qué estamos aquí, saber a dónde vamos, entonces es ofensivo y hasta asombroso ver que muchos dejan de lado la búsqueda de la verdad a cambio de un propósito menor. Al igual que mi conocido, Blas Pascal se sentía profundamente frustrado por la tendencia humana de evitar directamente la verdad, en especial cuando esto implica un reto a nuestro sentido de comodidad. Otro gran pensador, C.S. Lewis, se sentía molesto por la propensión humana a evitar por completo el pensamiento. Al señalar la diferencia fundamental entre los humanos y los animales, él explica que lo que hace humana a una persona es su deseo de conocer cosas, de preguntar, de examinar y de entender. Cuando una persona pierde este deseo, es como si hubiera llegado a convertirse en alguien poco menos que humano.

Parece sobrevenir cierta responsabilidad de ser humanos. Hay grandes preguntas de tremendo alcance que todos nosotros podemos escoger ignorar por completo, pero al hacerlo debemos darnos cuenta de que no darles respuesta es en cierto sentido una respuesta. Podemos optar por no pensar en Dios o en las Escrituras o en la persona de Cristo, pero aún así estamos haciendo una elección.

En el Evangelio de Mateo, Jesús dijo “Si no están conmigo, están contra mí” (Mateo 12:30). Para muchos, sus palabras son duras de digerir. Preferimos no pensar en términos tan crudos. Pero cualquiera que haya sufrido de cualquier clase de opresión racial o religiosa es dolorosamente consciente de la verdad contenida en esas palabras de Cristo: aquellos que permanecen apáticos en un trasfondo de persecución, son ciertamente perseguidores pasivos. Si no estás conmigo, estás contra mí: la no respuesta se convierte claramente en una respuesta. Así son las cosas con Cristo.

Alguien me dijo alguna vez que lo contrario de ser como Cristo no es tanto llevar una vida pecaminosa, como normalmente esperaríamos, sino ser una persona apática. La idea es que aún el pecador más consumado que llora delante de Dios es de hecho más cercano al corazón de Cristo que quien se mantiene apático. La mujer sorprendida en adulterio y aferrada a los pies de Cristo estaba mucho más cerca del aliento divino que los hombres religiosos que estaban tras ella con piedras en sus manos. La mujer samaritana que estaba lista para oír las verdades que Jesús le ofrecía acerca de su vida estaba más cerca del Espíritu de Dios y la verdad de Cristo que muchos de los de Su propia raza. Poncio Pilatos marcó una amplia distinción con su postura apática que lo llevó a preguntar frívolamente: “¿Y qué es la verdad?” mientras que miraba fijamente a la Verdad encarnada que estaba delante de sus ojos.

Al no buscar por causa del temor, o la culpa, o el orgullo, la persona apática permanece indiferente a la vida, de tal forma que la verdad misma se le vuelve irreconocible. Pero cuando buscamos con veracidad, nos cuestionamos con esperanza o con duda, procurando cazar la verdad como si nuestra vida dependiera de ello, existimos cerca del trono de Dios. Cristo preguntó: “¿Y ustedes quién dicen que soy?”. No seamos apáticos con respecto a la respuesta.

Jill Carattini es escritora asociada senior de los Ministerios Internacionales Ravi Zacharias International en Atlanta, Georgia.

jueves, septiembre 14, 2006

GRACIA TRANSFORMADORA

"No todo el que me dice: "¡Señor, Señor!", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Entonces les declararé: "Nunca os conocí.¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!"
(Mateo 7:21-23, RV95)


Estoy leyendo un impactante libro de David Servant, titulado "The Great Gospel Deception" ("El Gran Engaño del Evangelio"). Contrariamente a lo que el título indicaría, no sugiere en lo más mínimo que el Evangelio sea un fraude sino más bien que lo hemos torcido y manipulado para que se acomode a nuestras creencias y a nuestras vivencias. Tomamos de la Palabra lo que nos sirve y desechamos fácilmente lo que nos incomoda, desplazándonos alegremente a lo largo de una nueva revelación, el "Evangelio según San Yo", como lo he compartido muchas veces al predicar.

Hablamos de gracia, y este es un concepto tan absolutamente poderoso y tan profundamente abrumador que, aún logrando comprenderlo, nos cuesta compartir. Tenemos un Padre amoroso que envió a su Hijo Unigénito a morir en la cruz por nosotros a cambio de nada. Jesucristo nos amó y nos aceptó desde siempre y pagó un alto precio por nuestra salvación. Nuestra única tarea es recibirlo como Señor y Salvador de nuestra vida y dejar que Él obre. Creer en Él, creerle a Él y confesarlo con nuestros labios, eso es todo. Sobre estas verdades bíblicas se construyó el concepto de la "oración de entrega" u "oración de fe" con la que generalmente marcamos el inicio del caminar cristiano de un recién convertido, y que consiste básicamente en reconocer el señorío de Jesús sobre nuestras vidas.

Pero eso no es realmente todo. Volvamos a la cita inicial, en la cual el Señor rechaza explícitamente a personas que no solo se decían cristianas sino que inclusive estaban al servicio de Dios, pero que no estaban haciendo la voluntad del Padre. Personas autoengañadas, viviendo una gran mentira, creyendo que iban derecho al cielo mientras transitaban ineludiblemente al infierno.

Mencioné la gracia porque hay una verdad abrumadora sobre la misma que no podemos pasar por alto: la gracia perdonadora es al mismo tiempo una gracia transformadora. Una experiencia de conversión es mucho más que la repetición ritual de una fórmula: implica un cambio de vida que se origina en lo más íntimo de nuestra mente y nuestro corazón. Cuando yo realmente recibo al Señor en mi vida y acepto que tenga ese título, mi relación con Él se basa en hacerlo real. Supone un arrepentimiento y un cambio de actitud. Conlleva una decisión de cortar radicalmente con la práctica del pecado y empezar a andar en santidad.

Ojo, no estoy hablando de religiosidad sino de compromiso de vida. Si la gracia de Dios realmente no nos ha transformado es muy posible que no hayamos experimentado una conversión genuina y entonces las promesas de perdón, justificación y redención no tienen efectividad en nuestra vida. Hebreos 11:25 advierte (RV95): "Mirad que no desechéis al que habla, pues si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desechamos al que amonesta desde los cielos". Nuestra fe tiene que traducirse en santificación.

No se trata de que Dios espera que no pequemos, aún el más justo lo hace y de hecho las Escrituras nos advierten que la única excepción a esta norma es precisamente Jesucristo de Nazareth. Pero lo que sí espera es que cortemos con la práctica del pecado, que extirpemos de nuestra vida los malos hábitos y que decidamos vivir a la manera de Cristo, "pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas" (Efesios 2:10, RV95). ¿Qué estoy diciendo? Lo que la Biblia claramente establece: que aunque la salvación no es el resultado de las buenas obras, las buenas obras son el fruto natural de nuestra salvación.

Dios ha preparado una herencia maravillosa para sus escogidos. Pero no podemos sustraernos olímpicamente a las verdades contenidas en el Evangelio en procura de que nuestro estilo de vida sea "aceptable". Un estudio de George Barna citado por Servant menciona que en un estudio realizado hacia 1998 las respuestas de quienes se identificaban a sí mismos como "cristianos nacidos de nuevo" eran virtualmente indistinguibles de los no creyentes en 65 variables no religiosas incluyendo valores, actitudes y tendencias centrales del comportamiento. Esta información estadística simplemente demuestra que muchos autoproclamados creyentes realmente no han experimentado una transformación significativa en sus vidas, haciendo caso omiso de la terrible admonición que nos hace el Señor en Éxodo 20:7 (NVI): "No pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera".

Dicen algunos que nuestro carácter se refleja en lo que hacemos cuando nadie nos ve. Otros dicen que se revela cuando somos tentados a hacer el mal corriendo un mínimo riesgo de enfrentar consecuencias adversas. Sea lo que sea, Jesús no quiere hipócritas en sus filas, sino personas que están dispuestas a reconocer su pecado cuando fallan pero cuyo corazón tiene la actitud de no convenir con él. La palabra tolerancia no aplica en la vida del creyente al hablar de pecado, sino en el momento de amar a los demás. El asunto es, pues, tener un compromiso de vida que implica no pactar con el enemigo y rechazar la connivencia con el pecado, entendiendo que aunque ocasionalmente caigamos en él, ya no constituye para nosotros una práctica de vida.

Mi invitación de hoy es para que repitas con el salmista: "Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno" (Salmo 139:23-24, NVI). Si en este examen el Señor saca a la luz cosas que no están bien, arrepiéntete, pídele perdón y ruégale que te transforme para que veas realmente Su asombrosa gracia en acción.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN


miércoles, septiembre 13, 2006

SENDAS DERECHAS

"Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella. Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas. "Hagan sendas derechas para sus pies", para que la pierna coja no se disloque sino que se sane.
(Hebreos 12:11-13, NVI)



Hay ciertos momentos en la vida en los que el silencio de Dios nos parece mucho más desconcertante de lo habitual, momentos en los cuales las rodillas están debilitadas de tanto estar hincado sobre ellas clamando al cielo por una respuesta, así no sea la que esperamos. Momentos en los que nuestras manos se cansan de estar elevadas hacia lo alto sin encontrar eco.

Cuando cojeamos, esperamos sanidad, particularmente cuando vamos al médico divino, al médico del alma, para que derrame un bálsamo fresco sobre nuestras heridas y nos cure. No solamente de la cojera física, sino sobre todo de la emocional y de la espiritual. Pero cuando no sentimos que nuestras oraciones son contestadas, pensamos: "me voy a dislocar". Y el diccionario dice que dislocar es sacar algo de su lugar. "Me voy a enloquecer", podría sonar más adecuado en ocasiones. Sin embargo, el autor de Hebreos nos da la fórmula: "Hagan sendas derechas para sus pies". La primera vez que leí esta frase no logré entenderla, así que tuve que remitirme al contexto original, en Proverbios 4:26 (NVI): "Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos."

Entendida en el contexto de Hebreos 12, comencé a discernir que Dios ve el proceso de disciplina justamente como un entrenamiento, uno bien especial que produce "una cosecha de justicia y paz". Hace unos días una persona a quien conozco se lesionó el tendón...¡jugando ping-pong! Aunque parezca increíble, estaba tan bajo de forma que los movimientos propios de esta actividad forzaron un organismo desacostumbrado a la práctica deportiva hasta producirle la lesión...Y eso no es lo que quiere Dios para nosotros. Nos necesita entrenados para pelear la buena batalla de la fe, para ser Su ejército de avanzada aquí en la tierra.

¿Te sientes abrumado por la disciplina de Dios? Amigo, estás en el campo de entrenamiento, y el partido está cerca. Así que endereza tus sendas, no flaquees, renueva tus fuerzas en el Señor y anímate. El Gran Médico no te va a dejar que sigas cojeando, ¡¡¡ te quiere sano y preparado para el combate !!!

Porque lo he vivido, trato de comprenderlo. El asunto es que mi foco no debe estar en mi estado anímico ni en la complejidad de las circunstancias, sino en Jesucristo de Nazareth, el Rey de Reyes, el iniciador y perfeccionador de mi fe.

Ahora mismo, cuando acabes de leer estas líneas, te invito a que cierres los ojos y le pidas al Señor que te permita enfocarte en Él y solamente en Él, y que te ayude a entender en lo profundo de tu corazón que todas las circunstancias están obrando para tu bien, porque tú Le amas (Romanos 8:28). Que te permita aceptar y recibir Su disciplina, porque no es otra cosa que un reflejo de Su gran amor por tí. Y que te de el gozo de experimentar una verdadera confianza en Él, pues es Dios quien está a cargo de todo, y tu vida no podría estar en mejores manos.

Un gran abrazo de bendición en este día,

JORGE HERNÁN

martes, septiembre 12, 2006

VICTORIA TRAS VICTORIA

"¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!"
(1 Corintios 15:57, NVI)


Hay una invitación recurrente en las Escrituras a que los cristianos vivamos una vida victoriosa. Dios es un Padre amoroso y quiere siempre lo mejor para nosotros, se nos dice, y es verdad. ¿Por qué, pues, resignarnos a la enfermedad, las dificultades económicas, el sufrimiento, etc., si son cosas que no son congruentes con la voluntad del Padre?.

Unos versículos antes Pablo nos dice que la muerte ha sido devorada por la victoria. Y si ese ha sido el destino de la muerte, nos preguntamos, ¿cuánto más no lo será el de toda adversidad?

"Victoria tras victoria" es una expresión tan manida entre el pueblo cristiano que ya me estaba autoconvenciendo que debía figurar en la Biblia. Pero no la encontré. En cambio, sí hace parte de un precioso himno que dice entre otras cosas: "Caminando por la senda voy, de prueba en prueba, victoria tras victoria...". Y en este cántico está el secreto del tema: la victoria siempre es un resultado, pero está precedida por una lucha, la cual a menudo implica una prueba. Un cristiano victorioso es entonces el que ha salido vencedor después de una contienda, no el que ha llevado una vida plana y sin sobresaltos.

El diccionario de la Real Academia trae dos interesantes definiciones de la palabra victoria. La primera: "Superioridad o ventaja que se consigue del contrario, en disputa o lid.". ¡Qué interesante encontrar en el núcleo de esta definición el hecho incuestionable de que la victoria implica una disputa! Para algunos es una tremenda guerra espiritual contra las asechanzas del enemigo, para otros puede ser una batalla contra la enfermedad, o contra la ruina...Para otros la lid es eminentemente emocional, pues el rival son las pasiones propias de la carne. Veamos la segunda definición: "Vencimiento o sujeción que se consigue de los vicios o pasiones". Maravilloso, ¿verdad?. El diccionario lo refrenda: no esperes victoria sin lucha.

En algunos deportes se utiliza el término "ganar por W", lo que sucede cuando el rival no se presenta. Pero en nuestro andar cotidiano Satanás, el mundo y la carne están presentes todo el tiempo y nos obligan a jugar el partido.

Hoy tú, al igual que yo, estás jugando un partido. Y como en los deportes, no hay dos partidos iguales. Y el tuyo solo puede analizarse desde tus circunstancias particulares. Solamente entendamos que esa promesa contenida en la cita de 1 Corintios 15:57 es absolutamente cierta y veraz, pero que no podemos desconocer el contexto en el que se cumple. Quizás el punto de la lucha en el que estás sea el más intenso pero finalmente hay una promesa divina para todos los que estamos disputando ese encuentro. Confía en Dios, y Él hará.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

lunes, septiembre 11, 2006

NO TE OLVIDES

"Pero ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios"
(Deuteronomio 8:11a, NVI)

¡Qué advertencia más significativa la que nos hace Dios en esta cita! Porque nos creó, conoce nuestro corazón y sabe cuán engañoso es y cuánta capacidad tiene de tergiversar la realidad. Los versículos siguientes nos recuerdan algunas de las circunstancias en las que podemos pasar por alto la obra de Dios:
* Cuando nuestras necesidades materiales están satisfechas
* Cuando adquirimos una vivienda
* Cuando nuestros negocios son prosperados
* Cuando aumenta nuestro patrimonio

Pero este catálogo no es tajante. Hay cientos de circunstancias en las que, habiendo atravesado el Jordán, tenemos la tentación de olvidarnos del Dador, de quien puso los recursos, allanó los caminos y nos favoreció con Su gracia. "No se te ocurra pensar: Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos" - continúa el Señor - "Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados" (Deuteronomio 8:17-18).

Normalmente afirmamos que jamás haríamos tal cosa. Como discípulos de Cristo, estamos seguros de que toda la gloria le cabe a Él; sin embargo, con frecuencia se la robamos, olvidando que Él no tiene porque compartirla con nadie. Frases como: "este es el fruto de años de trabajo", "harto me ha costado", y otras parecidas, demuestran la habilidad que tenemos para deslizarnos en la trampa del ego y atribuirnos a nosotros mismos el mérito por cada logro. Dicen los sociólogos que los seres humanos tenemos una enorme necesidad de reconocimiento, así que somos los primeros en la fila para aplaudirnos a nosotros mismos por lo que erróneamente afirmamos es el resultado de nuestra gestión.

No te olvides, ten cuidado, recuerda quién te dió los dones, quién puso los medios, quién es el artífice. Imagina una guitarra perteneciente a un gran músico diciendo después de un concierto: "¡Qué gran afinación la mía! ¡Cuánta calidad la de mi madera! ¡Cómo sueno de bien!". El intérprete le diría: "Discúlpame, pero ¿qué sería de tí si no fuera yo quien te afinara y quien sacara los acordes necesarios para fabricar tan espléndidas melodías?"...Y algo semejante es lo que el Señor nos quiere recordar hoy, es decir, que somos simples instrumentos, Él es el artista. Las palmas son para Él, y solamente para Él.

Cualesquiera sean tus logros hasta el día de hoy, eleva una mirada al cielo y da las gracias al Dios a quien sigues y sirves. Adórale por ser el autor último de cada uno de esos logros, y dále la gloria...

"Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: !!Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro" (Apocalipsis 19:1).

Un abrazo de bendición,

JORGE HERNÁN

jueves, septiembre 07, 2006

PRUEBA DE FE

A esa hora, Jesús gritó con mucha fuerza: "¡Elí, Elí!, ¿lemá sabactani?". Eso quiere decir: "¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?"
(Mateo 27:46, LBLS)

Sensación de abandono. Jesucristo, el Rey de Reyes, Señor de la creación, la experimentó en la cruz del calvario en medio de una terrible agonía. La debió haber sentido José, preso en una cárcel de Egipto por causa de una injusticia, a pesar de haber visto en sueños aún a sus hermanos postrándose ante él. Muy seguramente la experimentó Abraham, en su penoso viaje hacia el monte de Moriah para sacrificar a su hijo, fruto de la promesa divina y compañía suya en la vejez. La debió haber vivido Job, viendo cada día como las cosas iban de mal en peor a pesar de ser él un hombre justo.

Esa misma sensación la experimentaron grandes héroes de la fe de los cuales nos habla el autor de Hebreos: "Mucha gente se burló de ellos y los maltrató, y hasta los metieron en la cárcel. A otros los mataron a pedradas, los partieron en dos con una sierra, o los mataron con espada. Algunos anduvieron de un lugar a otro con ropas hechas de piel de oveja o de cabra. Eran pobres, estaban tristes, y habían sido maltratados" (Hebreos 11:37, LBLS). Y al final del relato se nos dice que ninguno de ellos recibió lo prometido a pesar de alcanzar buen testimonio mediante la fe.

Convertirte en cristiano no cambia las circunstancias de la vida de la noche a la mañana, a pesar de que algunos predican un evangelio exitista y de corte "light"; lo que ciertamente cambia, o al menos debiera cambiar, es la forma de percibir la realidad.

Pero eso no excluye que, al igual que ocurrió con nuestro Señor y con tantos otros hombres y mujeres de fe, en ocasiones sintamos abandono. Pero, como dice Phillip Yancey, "los brazos del Señor son largos y abrazan a aquellos que él ama, no solamente en momentos de prosperidad y alegría, sino especialmente en momentos de tormento" (La Biblia que leyó Jesús, Editorial Vida, 2003, pp.44-45).

Enfrentarse a una enfermedad que parece no mejorar, a una situación de injusticia o abuso, a una crisis matrimonial que aparentemente no tiene salida, a un problema judicial que se enreda cada día más, a una dificultad financiera para la cual no parece haber provisión por ninguna parte...estas y muchas otras situaciones nos dejan en una situación de extrema invulnerabilidad en la que necesitamos de modo especial afianzarnos en nuestra fe, la cual está siendo probada y al mismo tiempo fortalecida.

Cuando nuestro entorno no está respondiendo a las expectativas que tenemos ni a la fe que proclamamos, es fácil hacer el tránsito de la fe ciega a la duda cínica, pero caminar en el centro de la voluntad del Señor supone situarnos en el centro de ambos extremos, y entender como dice un autor que no es Dios quien realmente nos abandona, sino la imagen que nos hemos construido de Él. Una imagen falsa que parte del supuesto de que bajo Sus alas jamás experimentaremos dificultades, y que no corresponde para nada al Dios que se nos revela en las Escrituras.

Sin embargo, la Palabra es clara cuando dice que Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos (Hebreos 13:8). Él no cambia. Por lo tanto, sigue siendo amoroso, misericordioso, poderoso, sabio, etc., etc. Y si nuestra confianza está puesta en Dios y nuestra vista centrada en Él, entonces no hay nada que tener. Podemos confiar en que Dios nunca se equivoca y en que su promesa de Romanos 8:28 se cumplirá fielmente en nuestra vida: "Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito" (NVI). Tú y yo sabemos que así es. Así que simplemente, confiemos en Aquel que dio su vida por nosotros, y esperemos que Él haga lo que tiene que hacer cuando tiene que hacerlo.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

lunes, septiembre 04, 2006

PRUEBEN Y VEAN

"Busqué al Señor, y él me respondió;
me libró de todos mis temores.
Radiantes están los que a él acuden;
jamás su rostro se cubre de vergüenza.
Este pobre clamó, y el Señor le oyó
y lo libró de todas sus angustias.
El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen;
a su lado está para librarlos.
Prueben y vean que el Señor es bueno;
dichosos los que en él se refugian"
(Salmo 34:4-8, NVI)



El Salmo 34 es uno de mis favoritos y me reconforta especialmente en momentos difíciles. Algunas versiones se refieren a él como el salmo de "la protección divina" y su mensaje es, en esencia, que Dios cuida de los suyos. Entiendo que el aferrarme a la verdad revelada para mí en la Palabra de Dios debe ser algo que trasciende mis propias limitaciones y dificultades.


Cuando atravesamos por desiertos es particularmente grato encontrar que buscar el rostro del Señor trae para nosotros al menos los siguientes resultados: 1. Nos libra de todos nuestros temores y angustias; 2. Genera en nosotros una dicha tan grande que nuestros rostros se vuelven radiantes; 3. El ángel del Señor establece su campamento a nuestro alrededor para librarnos de todo ataque del enemigo. Y lo mejor de todo está en el versículo 8, en el que Dios mismo nos invita a probar Su extrema bondad.


En cuanto a lo primero, estoy seguro que todos afrontamos diversos tipos de temores en nuestra vida, desde los más sencillos hasta los más sofisticados. Dicen algunos sicólogos que en el fondo todo temor es una manifestación del miedo a la muerte, pero sea lo que sea lo único absolutamente cierto es que el Señor promete librarnos de todos nuestros temores, no importa cuán bien fundados estén, qué tan arraigados estén en nuestro corazón y nuestra mente, hace cuántos años los padezcamos o qué tanto hayamos hecho por tratarlos. Solo hay una cura posible, y está en Dios. Personalmente, me gusta acercarme a Él como el Padre amoroso que es, a veces sollozando incluso, y decirle: "Papito, abrázame, tengo miedo". Entiendo que Él empieza a trabajar en mí cuando reconozco que lo estoy sufriendo y que necesito desesperadamente su ayuda. Y sé que no falla. Hay temores que son recurrentes, lo sé, pero ninguno estan fuerte como para sobreponerse a la presencia divina en mi vida. Prueba y verás.


Con respecto a lo segundo, es algo más complejo, pero entiendo que cuando el nivel de comunión con Dios crece hasta niveles en los que nuestra intimidad con Él se consolida, la búsqueda de Su rostro trae a mi vida no solo la paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7) sino algo más: satisfacción plena que se traduce en dicha. Un rostro radiante es el reflejo del poder y el amor de Dios obrando en nosotros, aún en medio de las más fuertes dificultades. Puedo decir que he experimentado esa sensación en varias ocasiones,aunque tengo que reconocer que en otras no lo he alcanzado por causa de mi propia falta de intimidad.


Y en cuanto a lo tercero, ¡qué maravilloso es saber que Dios es nuestro refugio! No solamente nos quita los temores que se han albergado en nuestra vida por causa de los ataques pasados, sino que nos libra de los ataques presentes y levanta un muro de protección contra los ataques futuros. No hay mejor aliado que el Señor Todopoderoso, Dios de los ejércitos, para guardar mi integridad y protegerme. Con razón dice la Escritura que si Dios está con nosotros, quién contra nosotros (Romanos 8:31).


Hoy te invito a que ores sobre esta Palabra y pidas al Señor que haga en tu vida lo que tiene que hacer para que se cumpla. Da lugar a que la bondad de Dios sea probada en tu vida.


Bendiciones sobreabundantes en Cristo,


JORGE HERNÁN