jueves, octubre 05, 2006

CAMINANDO EN LIBERTAD

"Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud"
(Gálatas 5:1, NVI)

De todos los mensajes del Evangelio de la gracia, el que más me gusta es el que se refiere a la libertad. Las religiones encadenan pero Cristo libera. Las religiones están llenas de normas, preceptos y reglas a observar, porque generalmente dan mayor importancia a lo externo que al hombre interior. "La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón", es la respuesta divina a esta manera de ver la vida (1 Samuel 16:7).

Pablo conocía bien a las personas religiosas y sabía qué era lo que se escondía detrás de ellas, por ello tuvo que advertir a los colosenses: "Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como: "No tomes en tus manos, no pruebes, no toques"? Estos preceptos, basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso" (Colosenses 2:20-22). Sin embargo, dado el marco cultural en que vivimos y las raíces en las que se desarrolló originalmente el proceso de evangelización en América Latina, llegamos a un punto en el que aquellos que no caminan en Cristo están convencidos de que los cristianos vivimos con dificultad un evangelio lleno de restricciones y prohibiciones. Suponen que no podemos bailar, no podemos beber alcohol, no podemos fumar, etc. sin entender que nuestra vida está marcada justamente por la libertad que nos dio Cristo gracias a la cual ya no estamos sometidos a los preceptos de este mundo. Cuando estábamos en ellos, en efecto, no podíamos dejar de hacer aquellas cosas porque la presión de grupo y los cánones mundanos así nos lo imponían. Si los demás bebían, teníamos que beber; ahora somos libres para no hacerlo con la libertad que Cristo nos dio.

No sé bien si aún en tu vida hay ataduras que están amarrando a un estilo de vida mundano; si es así, pídele al Creador que te despoje de ellas, que te libere y que no te permita sujetarte de nuevo al yugo de la esclavitud. Jesús vino a traerte una nueva libertad, acompañada de la dosis necesaria de responsabilidad para poderla administrar. No puedes caer en imposiciones humanas pero tampoco en prohibiciones que han sido establecidas no por Dios sino por los hombres.

Desarrolla una comunión íntima con tu Señor para que aprendas a escuchar Su voz y seguirle, y a saber qué es lo que Él ve con agrado y qué no, recordando en todo caso que "todo lo que no se hace por convicción es pecado" (Romanos 14:23).

Que los cielos se abran sobreabundantemente para ti en este día,

JORGE HERNÁN


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