"A todo el que escuche las palabras del mensaje profético de este libro le advierto esto: Si alguno le añade algo, Dios le añadirá a él las plagas descritas en este libro. Y si alguno quita palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritos en este libro."
(Apocalipsis 22:18-19, NVI)
Hace algunos años se pusieron de moda los libros, y más tarde las películas, con final alternativo. Básicamente de lo que se trata es de que el autor plantea varias posibilidades de desarrollo para que el lector, o el espectador, escoja la que más le gusta. Ese es un buen comienzo para pensar en otra modalidad literaria, que podría ser la de permitirle al lector que quite de una determinada obra las partes que no le gustan y añada a capricho lo que quiera. El problema con esta alternativa es que más que un corrector de estilo, el supuesto lector realmente se convertiría en una especie de plagiador de obras de segunda categoría.
Eso es justamente lo que muchas personas hacen con la Palabra de Dios, y tristemente ello no ocurre solamente entre los incrédulos. Muchos autoproclamados hermanos en la fe que sencillamente se sienten incómodos con determinadas partes de la Escritura las pasan por alto para seguir viviendo a su manera. Dice la Biblia que "ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12). Y como esto es así, a veces la Palabra se vuelve como una aguda espina que nos talla y no nos deja mover en la dirección que queremos. Versículos sobre el orden de Dios para el matrimonio, la santidad, el dinero o casi cualquier otro ítem parecieran estar puestos allí solamente para estorbar el modo de vida de algunos. Y la decisión más facilista es pasar por encima de ellos y seguir viviendo a la manera de cada uno.
Pues bien, la mala noticia para quienes así proceden es que la Palabra de Dios es una unidad compacta que no puede ni debe ser alterada; la cita de Apocalipsis con la que empezamos no se refiere solamente al libro de la Revelación. De hecho, Dios espera que no alteremos Su Palabra en ninguna manera, y si encontramos fragmentos que nos incomodan en lugar de omitirlos o ignorarlos lo que debemos hacer es preguntarnos en qué áreas estamos siendo confrontados para experimentar lo que experimentamos al leerlos.
Dios quiere que tú y yo tengamos una relación íntima, personal y creciente con Él y ello solamente es posible cuando la cultivamos con tanto esmero que estamos dispuestos a morir al yo incluso en aquellos aspectos en los que podríamos no sentirnos cómodos desde el punto de vista intelectual. El asunto aquí es que las cosas de Dios no se disciernen con la mente sino con el espíritu, y es el Espíritu Santo el que tiene que producir la conexión adecuada para que cambie nuestra manera de pensar y consecuentemente nuestro modo de obrar.
Hoy te invito a que te dispongas a ser ministrado y confrontado por cada palabra de la Escritura y a que trabajes con el Señor todo lo que no comprendas o no compartas. Seguro que tiene cosas grandes por hacer en tu vida.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
(Apocalipsis 22:18-19, NVI)
Hace algunos años se pusieron de moda los libros, y más tarde las películas, con final alternativo. Básicamente de lo que se trata es de que el autor plantea varias posibilidades de desarrollo para que el lector, o el espectador, escoja la que más le gusta. Ese es un buen comienzo para pensar en otra modalidad literaria, que podría ser la de permitirle al lector que quite de una determinada obra las partes que no le gustan y añada a capricho lo que quiera. El problema con esta alternativa es que más que un corrector de estilo, el supuesto lector realmente se convertiría en una especie de plagiador de obras de segunda categoría.
Eso es justamente lo que muchas personas hacen con la Palabra de Dios, y tristemente ello no ocurre solamente entre los incrédulos. Muchos autoproclamados hermanos en la fe que sencillamente se sienten incómodos con determinadas partes de la Escritura las pasan por alto para seguir viviendo a su manera. Dice la Biblia que "ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12). Y como esto es así, a veces la Palabra se vuelve como una aguda espina que nos talla y no nos deja mover en la dirección que queremos. Versículos sobre el orden de Dios para el matrimonio, la santidad, el dinero o casi cualquier otro ítem parecieran estar puestos allí solamente para estorbar el modo de vida de algunos. Y la decisión más facilista es pasar por encima de ellos y seguir viviendo a la manera de cada uno.
Pues bien, la mala noticia para quienes así proceden es que la Palabra de Dios es una unidad compacta que no puede ni debe ser alterada; la cita de Apocalipsis con la que empezamos no se refiere solamente al libro de la Revelación. De hecho, Dios espera que no alteremos Su Palabra en ninguna manera, y si encontramos fragmentos que nos incomodan en lugar de omitirlos o ignorarlos lo que debemos hacer es preguntarnos en qué áreas estamos siendo confrontados para experimentar lo que experimentamos al leerlos.
Dios quiere que tú y yo tengamos una relación íntima, personal y creciente con Él y ello solamente es posible cuando la cultivamos con tanto esmero que estamos dispuestos a morir al yo incluso en aquellos aspectos en los que podríamos no sentirnos cómodos desde el punto de vista intelectual. El asunto aquí es que las cosas de Dios no se disciernen con la mente sino con el espíritu, y es el Espíritu Santo el que tiene que producir la conexión adecuada para que cambie nuestra manera de pensar y consecuentemente nuestro modo de obrar.
Hoy te invito a que te dispongas a ser ministrado y confrontado por cada palabra de la Escritura y a que trabajes con el Señor todo lo que no comprendas o no compartas. Seguro que tiene cosas grandes por hacer en tu vida.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
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