lunes, septiembre 30, 2013

LOS BINOCULARES Y EL ESPEJO

“¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo?” (Mateo 7:3, DHH)

Hace mucho tiempo compartí un mensaje titulado “La Paja y la Viga” haciendo alusión a la cita que encabeza este pasaje, tomada de otra versión de las Escrituras. Recordaba cómo el Señor nos invitaba a evaluar nuestras propias falencias en lugar de andar buscando errores en los demás, pues aunque muchos de nosotros tenemos un fuerte sentido de la autocrítica, la mayoría andamos señalando a otros aún a sabiendas de que – como dicen por ahí – por lo menos tres dedos apuntan hacia nosotros cuando los señalamos. Esto es evidente en todas las áreas de nuestra vida. Basta con escuchar una prédica en compañía de nuestra esposa y/o de nuestros hijos para que se nos ocurra codearlos, o al menos lanzarles miradas furtivas, cada vez que sentimos que el orador está hablando de ellos. Leemos fórmulas, consejos, etc. para corregir nuestros defectos, capitalizar nuestras oportunidades de mejora y hacer de nosotros unos seres humanos más completos, y nos decimos a nosotros mismos: “Fulano debería leer esto” o “¡Cómo le caería de bien este artículo a Zutano!” o “¡Qué pesar que Perencejo no haya visto esto”. Siempre parecería que los que deben hacer arreglos en sus vidas son los demás, nunca nosotros. 

Pero hace unos días Dee Winchell nos compartió una frase que me pareció maravillosamente profunda: “prefiero ver la Biblia no como unos binoculares sino como un espejo”. Se refería a que en lugar de utilizar la Palabra como rasero para evaluar la conducta de los demás, él prefería verla como un referente para su propia conducta. Veámoslo de otra manera: Dios nos quiere llevar a tener la estatura espiritual del varón perfecto que es Cristo. Lo mío, como un niño que se mide continuamente para ver cuánto ha crecido y cuánto le falta para llegar a determinada estatura, es compararme con la medida de Cristo y confrontarme con lo que dice la Escritura, a manera de espejo, para evaluar qué ajustes debo hacer en mi vida. 

Siendo así la Palabra no se convierte en una espada para agredir sino en un bisturí para que el Señor haga cirugía en mi alma. Lo que allí está escrito debe servirme para preguntarme si estoy siendo hacedor, como lo plantea el apóstol Santiago (cfr. Stg 1:22-25) o si estoy siendo un simple lector de las Escrituras. O si, lo que es peor, lo que leo me sirve como instrumento de juicio. 

Hoy te invito a reflexionar sobre este aspecto, para que la próxima vez que abramos la Biblia la usemos como espejo. No más binoculares. 

Bendiciones, 

JORGE HERNÁN

martes, septiembre 17, 2013

EL ABUSO DE LA GRACIA


“Si con toda intención pecamos después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados sino una terrible expectativa del juicio y del fuego ardiente que devorará a los enemigos de Dios. Cualquiera que desobedece la ley de Moisés, muere sin falta, siempre y cuando haya dos o tres testigos que declaren en su contra. ¿Y qué mayor castigo piensan ustedes que merece el que pisotea al Hijo de Dios y considera impura la sangre del pacto, en la cual fue santificado, e insulta al Espíritu de la gracia?”
(Hebreos 10:26-29, RVC)

A fuerza de escuchar hablar del infinito amor de Dios, de su inagotable misericordia y de su incomprensible gracia, hemos perdido de vista la dimensión de la justicia divina, y hemos olvidado que la gracia es un regalo maravilloso pero costoso. Viene envuelto en papel teñido por la sangre que Cristo derramó en la cruz y supone un entendimiento profundo de la obra redentora de Jesús de Nazaret. No es una carta blanca para la desobediencia, ni mucho menos una licencia para pecar. El hecho de que Dios es amor no nos puede hacer perder de vista que también es un Dios justo y celoso, que desea nuestro arrepentimiento, nos atrae con lazos de amor al camino de la conversión pero quiere que nuestra entrega a Él sea tan genuina que lo convirtamos en nuestra razón de ser.

Una vida centrada en Dios, fruto de la consagración a Él, es la que conduce a entender que lo que para nosotros es gratis al Padre le costó la sangre de Su Hijo amado. Cuando optamos por amar a Dios, Su gracia verdaderamente nos transforma y nos conduce al camino que lleva a la perfección en Cristo. El viejo hombre va menguando gradualmente a medida que Jesús crece en nosotros. Y la nueva naturaleza se hace manifiesta en nuestras obras (Efesios 2:10), que reflejan el amor de Dios irrigado en nuestras vidas. Como bien lo dijo Pablo “no es que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto, sino que sigo adelante, por ver si logro alcanzar aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús.” (Filipenses 3:12, RVC). El asunto es que la salvación a la que tenemos acceso por la muerte sacrificial de Jesucristo en la cruz del Calvario debe producir en nosotros cambios evidentes. Un creyente entiende que la obediencia es la expresión externa del amor a Dios y aunque peque ocasionalmente, la frecuencia del pecado en su vida es cada vez menor. Dicho de otra manera, un cristiano auténtico NO PUEDE vivir en pecado ni practicarlo habitualmente. Y si por alguna razón lo hace, debe entender que es víctima de una atadura o un cautiverio urdido por el enemigo. Y que tiene que pasar por procesos de sanidad y libertad espiritual para romper las cadenas que lo limitan.

«Comamos y bebamos, que mañana moriremos.» es un lema que el Señor condena (cfr. Isaías 22:13 y 1 Corintios 15:32). La gracia de Dios no puede ser una excusa para la desobediencia. Leo con temor y temblor la cita que encabeza esta reflexión. Observemos lo que dice el autor de Hebreos sobre la intencionalidad. Esta palabra está directamente relacionada con lo que jurídicamente se conoce como “dolo”, que es la voluntad deliberada de cometer un delito a sabiendas de su ilicitud. En los actos jurídicos, el dolo implica la voluntad maliciosa de engañar a alguien o de incumplir una obligación contraída. Notemos que en algunas versiones de la Biblia se habla de deliberación, es decir, del acto consciente de pecar teniendo claridad sobre lo que implica en términos de afrentar al Espíritu Santo (cfr. Marcos 3:29, Mateo 12:32 y Lucas 12:10).

De allí el peligro de malinterpretar la gracia de Dios y creer que podemos pasar del pecado ocasional o esporádico a una vida pecaminosa amparada en la gratuidad de un cielo que no alcanzaremos si nuestra cotidianidad no manifiesta un corazón verdaderamente transformado. Aquí el punto no consiste en tratar de ganarnos la salvación a punta de buenas obras, sino de que estas sean justamente la expresión palpable y evidente de esa salvación.

Cuando caminamos en Cristo sabemos que nuestra vida requiere ajustes permanentes. Necesitamos ser cincelados por las manos del Maestro. Y cada día, cuando vamos a Su gloriosa presencia, debemos pedirle que ilumine aquellas áreas de nuestra vida que requieren ser trabajadas, que nos dé el discernimiento y la sabiduría para hacerlo y que nos moldee con amor para llevarnos a la estatura espiritual que ha designado para nosotros. Pero todo esto requiere que adquiramos una perspectiva correcta y adecuada sobre la gracia divina para que no pisoteemos el maravilloso regalo de la salvación.

Bendiciones por montones,


JORGE HERNÁN

jueves, septiembre 05, 2013

SEÑALES

"No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha."
(Isaías 41:10)

Desde hace algún tiempo, el Señor empezó a advertirme que estaba por entrar a una época de transición en mi vida profesional. Por medio de algunas señales, no siempre sutiles, fue avisándome que venía una nueva etapa en mi vida.

Y una mañana, a través de un devocional de Joyce Meyer que mi hija de once años me insistió para que leyera – sin saber su contenido ni conocer las circunstancias que estaba atravesando, me recordó las hermosas palabras que están en el libro de Isaías. El mensaje se titulaba “No temas y sigue al Espíritu Santo”. Textualmente decía lo siguiente (no pido permiso a la autora para reproducirlo, estoy seguro de que se alegraría saber de cuánta gente está siendo bendecida al leerlo):

Ciertamente no queremos movernos en la carne o por fuera de la voluntad de Dios, pero cuando Dios se está moviendo, no tienes por qué preocuparte de moverte con Él. Satanás trae miedo a nuestra mente y emociones cuando el Espíritu Santo está tratando de llevarnos en una nueva dirección. El trata de usar el temor para evitar que nos movamos hacia adelante con Dios.
Isaías 41:10 dice "No tengas miedo, que yo estoy contigo". Si estás preocupado por algo y deseas ser libre, eventualmente vendrá el tiempo en el que tendrás que enfrentar tu miedo en lugar de huir de él. Simplemente agárrate de la mano de Jesús, sabiendo que Él está contigo, y házlo. No temas, pues Él está contigo.
Si estás en una de esas encrucijadas de la vida, permíteme animarte a marchar hacia adelante. No dejes que el terror te paralice, solo toma Su mano y avanza. Recuerda que Dios quiere liberarte de todos tus temores.

Una semana después del mensaje original, me llegó una cadena, esta vez por cuenta de un querido primo. Me decía: “Para conseguir algo que nunca tuviste, tienes que hacer algo que nunca has hecho. Cuando Dios quita algo de tu mano, Él no te está castigando, sino simplemente abriendo tus manos para recibir algo mejor. Concéntrate en esta frase: la voluntad de Dios nunca te lleva donde la gracia de Dios no te proteja.”

En la mitad del camino, por otro lado, leí un post en Facebook que decía “Dios siempre nos guiará no a donde queremos, sino a donde necesitamos estar”. Reproducía Proverbios 19:21: «Puedes hacer todos los planes que quieras, pero el propósito del Señor prevalecerá.» haciendo énfasis en la necesidad de ser guiado por Dios.

Y hoy leí un tweet del pastor Luis Beltrán, que reproduce Deuteronomio 31:8 en la versión TLA: “Dios mismo será tu guía, y te ayudará en todo; él jamás te abandonará. ¡Echa fuera el miedo y la cobardía!”

El Señor ciertamente habla de muchas maneras. Pero en las últimas dos semanas – a través de lo que acabo de compartir – y también de muchas otras maneras sorprendentes, Dios me ha estado diciendo que me aferre de Su mano sin dejarme paralizar por el temor, lleno de valor y confianza en Él, que mire hacia adelante y que simplemente me deje guiar.

No sé si hoy Dios también te esté hablando a ti. Quizás estés pasando por una situación personal compleja en lo laboral, en cuanto a la salud, las relaciones personales o cualquier otro aspecto de tu vida. Solo déjame decirte que el Señor te está invitando a tener una visión de fe y confianza y a caminar con firmeza siguiendo las instrucciones que el Espíritu Santo te dé. Paso a paso llegarás a puerto seguro.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN