miércoles, septiembre 13, 2006

SENDAS DERECHAS

"Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella. Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas. "Hagan sendas derechas para sus pies", para que la pierna coja no se disloque sino que se sane.
(Hebreos 12:11-13, NVI)



Hay ciertos momentos en la vida en los que el silencio de Dios nos parece mucho más desconcertante de lo habitual, momentos en los cuales las rodillas están debilitadas de tanto estar hincado sobre ellas clamando al cielo por una respuesta, así no sea la que esperamos. Momentos en los que nuestras manos se cansan de estar elevadas hacia lo alto sin encontrar eco.

Cuando cojeamos, esperamos sanidad, particularmente cuando vamos al médico divino, al médico del alma, para que derrame un bálsamo fresco sobre nuestras heridas y nos cure. No solamente de la cojera física, sino sobre todo de la emocional y de la espiritual. Pero cuando no sentimos que nuestras oraciones son contestadas, pensamos: "me voy a dislocar". Y el diccionario dice que dislocar es sacar algo de su lugar. "Me voy a enloquecer", podría sonar más adecuado en ocasiones. Sin embargo, el autor de Hebreos nos da la fórmula: "Hagan sendas derechas para sus pies". La primera vez que leí esta frase no logré entenderla, así que tuve que remitirme al contexto original, en Proverbios 4:26 (NVI): "Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos."

Entendida en el contexto de Hebreos 12, comencé a discernir que Dios ve el proceso de disciplina justamente como un entrenamiento, uno bien especial que produce "una cosecha de justicia y paz". Hace unos días una persona a quien conozco se lesionó el tendón...¡jugando ping-pong! Aunque parezca increíble, estaba tan bajo de forma que los movimientos propios de esta actividad forzaron un organismo desacostumbrado a la práctica deportiva hasta producirle la lesión...Y eso no es lo que quiere Dios para nosotros. Nos necesita entrenados para pelear la buena batalla de la fe, para ser Su ejército de avanzada aquí en la tierra.

¿Te sientes abrumado por la disciplina de Dios? Amigo, estás en el campo de entrenamiento, y el partido está cerca. Así que endereza tus sendas, no flaquees, renueva tus fuerzas en el Señor y anímate. El Gran Médico no te va a dejar que sigas cojeando, ¡¡¡ te quiere sano y preparado para el combate !!!

Porque lo he vivido, trato de comprenderlo. El asunto es que mi foco no debe estar en mi estado anímico ni en la complejidad de las circunstancias, sino en Jesucristo de Nazareth, el Rey de Reyes, el iniciador y perfeccionador de mi fe.

Ahora mismo, cuando acabes de leer estas líneas, te invito a que cierres los ojos y le pidas al Señor que te permita enfocarte en Él y solamente en Él, y que te ayude a entender en lo profundo de tu corazón que todas las circunstancias están obrando para tu bien, porque tú Le amas (Romanos 8:28). Que te permita aceptar y recibir Su disciplina, porque no es otra cosa que un reflejo de Su gran amor por tí. Y que te de el gozo de experimentar una verdadera confianza en Él, pues es Dios quien está a cargo de todo, y tu vida no podría estar en mejores manos.

Un gran abrazo de bendición en este día,

JORGE HERNÁN

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