viernes, septiembre 01, 2006

DISCIPLINA

"El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento"
(Proverbios 15:32)



Ayer estuve repasando mi diario espiritual de estos últimos cuatro meses y me encontré con una palabra recurrente: disciplina. Esta palabra tiene una raíz común con discipulado, lo cual parece sugerir que están directa y fuertemente vinculadas. Un discípulo de Cristo idealmente debiera trabajar en su disciplina personal de una manera constante y planeada para abrir campo en su vida al cumplimiento de los propósitos de Dios.

Cuando la disciplina no juega un papel importante en nuestro corazón, hay otras cosas que toman ventaja: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1 Juan 2:16). Y al tomar ventaja dejan una huella en nuestra vida tan marcada que se nota que estamos perdiendo el foco de quien debiera ser nuestro centro de adoración.

La Palabra (2 Timoteo 1:7) dice que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía sino de poder, de amor y de dominio propio, y para mí es claro que cuando ejercito la disciplina puedo desarrollar un importante nivel de autocontrol en mi vida con el cual puedo alcanzar el nivel de dominio propio necesario para poder liberar el poder de Dios en mi vida y extenderlo a otros con amor. Para esto hay dos caminos: o tomar la decisión voluntaria de trabajar en ello con la ayuda del Señor, o descuidarme y dejar que sea Dios, como Padre amoroso que es, quien asuma la decisión de intervenir en mi vida para disciplinarme, formarme y corregirme.


Si opto por lo segundo, quizás me voy a encontrar atravesando desiertos que yo mismo estoy provocando con mi actitud. Por el contrario, cuando entiendo que necesito trabajar en esta área aprendo que cuando doy lugar al sueño, la gula, la ira, el ego, las ganas de algo, etc., realmente lo que estoy haciendo es ceder terreno en el campo espiritual al enemigo y perder dominio propio.

Para mí este es un reto grande. Soy consciente de que mis propias falencias abren flancos que no debieran quedar desprotegidos, y ese repaso de mi diario me recuerda que necesito trabajar ardua y perseverantemente en mi propia disciplina.

Mi invitación hoy es a que no tengas en poco la disciplina, y a que cultives el entendimiento optando por examinarte y trabajar en las áreas en las que tengas que hacerlo.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN



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