(Proverbios 15:32)
Ayer estuve repasando mi diario espiritual de estos últimos cuatro meses y me encontré con una palabra recurrente: disciplina. Esta palabra tiene una raíz común con discipulado, lo cual parece sugerir que están directa y fuertemente vinculadas. Un discípulo de Cristo idealmente debiera trabajar en su disciplina personal de una manera constante y planeada para abrir campo en su vida al cumplimiento de los propósitos de Dios.
Si opto por lo segundo, quizás me voy a encontrar atravesando desiertos que yo mismo estoy provocando con mi actitud. Por el contrario, cuando entiendo que necesito trabajar en esta área aprendo que cuando doy lugar al sueño, la gula, la ira, el ego, las ganas de algo, etc., realmente lo que estoy haciendo es ceder terreno en el campo espiritual al enemigo y perder dominio propio.
Para mí este es un reto grande. Soy consciente de que mis propias falencias abren flancos que no debieran quedar desprotegidos, y ese repaso de mi diario me recuerda que necesito trabajar ardua y perseverantemente en mi propia disciplina.
Mi invitación hoy es a que no tengas en poco la disciplina, y a que cultives el entendimiento optando por examinarte y trabajar en las áreas en las que tengas que hacerlo.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
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