martes, septiembre 12, 2006

VICTORIA TRAS VICTORIA

"¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!"
(1 Corintios 15:57, NVI)


Hay una invitación recurrente en las Escrituras a que los cristianos vivamos una vida victoriosa. Dios es un Padre amoroso y quiere siempre lo mejor para nosotros, se nos dice, y es verdad. ¿Por qué, pues, resignarnos a la enfermedad, las dificultades económicas, el sufrimiento, etc., si son cosas que no son congruentes con la voluntad del Padre?.

Unos versículos antes Pablo nos dice que la muerte ha sido devorada por la victoria. Y si ese ha sido el destino de la muerte, nos preguntamos, ¿cuánto más no lo será el de toda adversidad?

"Victoria tras victoria" es una expresión tan manida entre el pueblo cristiano que ya me estaba autoconvenciendo que debía figurar en la Biblia. Pero no la encontré. En cambio, sí hace parte de un precioso himno que dice entre otras cosas: "Caminando por la senda voy, de prueba en prueba, victoria tras victoria...". Y en este cántico está el secreto del tema: la victoria siempre es un resultado, pero está precedida por una lucha, la cual a menudo implica una prueba. Un cristiano victorioso es entonces el que ha salido vencedor después de una contienda, no el que ha llevado una vida plana y sin sobresaltos.

El diccionario de la Real Academia trae dos interesantes definiciones de la palabra victoria. La primera: "Superioridad o ventaja que se consigue del contrario, en disputa o lid.". ¡Qué interesante encontrar en el núcleo de esta definición el hecho incuestionable de que la victoria implica una disputa! Para algunos es una tremenda guerra espiritual contra las asechanzas del enemigo, para otros puede ser una batalla contra la enfermedad, o contra la ruina...Para otros la lid es eminentemente emocional, pues el rival son las pasiones propias de la carne. Veamos la segunda definición: "Vencimiento o sujeción que se consigue de los vicios o pasiones". Maravilloso, ¿verdad?. El diccionario lo refrenda: no esperes victoria sin lucha.

En algunos deportes se utiliza el término "ganar por W", lo que sucede cuando el rival no se presenta. Pero en nuestro andar cotidiano Satanás, el mundo y la carne están presentes todo el tiempo y nos obligan a jugar el partido.

Hoy tú, al igual que yo, estás jugando un partido. Y como en los deportes, no hay dos partidos iguales. Y el tuyo solo puede analizarse desde tus circunstancias particulares. Solamente entendamos que esa promesa contenida en la cita de 1 Corintios 15:57 es absolutamente cierta y veraz, pero que no podemos desconocer el contexto en el que se cumple. Quizás el punto de la lucha en el que estás sea el más intenso pero finalmente hay una promesa divina para todos los que estamos disputando ese encuentro. Confía en Dios, y Él hará.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

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