"Al encontrarme con tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre, Señor, Dios Todopoderoso"
(Jeremías 15:16, NVI)
Cada vez que un año termina hay algo que nos invita a hacer el balance de lo que quedó atrás y el aprendizaje que tuvimos a partir de cada experiencia vivida. Y una larga tradición nos invita a desear un feliz año nuevo a todos aquellos con quienes interactuamos. En algunos casos, es cierto, deseamos paz y prosperidad, pero la expresión más frecuente es "felicidad".
Tristemente, por lo general asociamos la felicidad con un concepto emocional que depende del entorno y de las circunstancias. Nos resulta un poco forzado, en el mejor de los casos, el mandato divino de estar siempre gozosos, y creemos que solo si las cosas se dan como queremos debemos estar alegres. Pero la buena noticia es que la raíz y fuente única y perfecta de felicidad es el Señor. Por eso Jeremías habla de que la Palabra de Dios es gozo y alegría para el corazón de quienes llevamos al Señor en nosotros.
El Señor está a tu alcance, la promesa dice que cuando le clamamos Él responde. Romanos 10:6-8a dice: "Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón...". Cuando a tu tiempo de oración le sumas la lectura de la Palabra y la meditación en ella encuentras verdadero refrigerio espiritual, y una nueva unción de alegría y gozo va a estar disponible para tu vida.
Yo también deseo que 2007 sea un año feliz para tí, feliz en Cristo Jesús. Que Su poderosa Palabra te alimente. Devórala, como Jeremías, y experimenta la felicidad sobrenatural de quienes vivimos en Cristo.
Una poderosa bendición celestial descienda sobre tu vida y la mía ahora mismo.
Un abrazo,
JORGE HERNÁN
(Jeremías 15:16, NVI)
Cada vez que un año termina hay algo que nos invita a hacer el balance de lo que quedó atrás y el aprendizaje que tuvimos a partir de cada experiencia vivida. Y una larga tradición nos invita a desear un feliz año nuevo a todos aquellos con quienes interactuamos. En algunos casos, es cierto, deseamos paz y prosperidad, pero la expresión más frecuente es "felicidad".
Tristemente, por lo general asociamos la felicidad con un concepto emocional que depende del entorno y de las circunstancias. Nos resulta un poco forzado, en el mejor de los casos, el mandato divino de estar siempre gozosos, y creemos que solo si las cosas se dan como queremos debemos estar alegres. Pero la buena noticia es que la raíz y fuente única y perfecta de felicidad es el Señor. Por eso Jeremías habla de que la Palabra de Dios es gozo y alegría para el corazón de quienes llevamos al Señor en nosotros.
El Señor está a tu alcance, la promesa dice que cuando le clamamos Él responde. Romanos 10:6-8a dice: "Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón...". Cuando a tu tiempo de oración le sumas la lectura de la Palabra y la meditación en ella encuentras verdadero refrigerio espiritual, y una nueva unción de alegría y gozo va a estar disponible para tu vida.
Yo también deseo que 2007 sea un año feliz para tí, feliz en Cristo Jesús. Que Su poderosa Palabra te alimente. Devórala, como Jeremías, y experimenta la felicidad sobrenatural de quienes vivimos en Cristo.
Una poderosa bendición celestial descienda sobre tu vida y la mía ahora mismo.
Un abrazo,
JORGE HERNÁN
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