"Hermanos en Cristo, ustedes deben sentirse muy felices cuando pasen por toda clase de dificultades. Así, cuando su confianza en Dios sea puesta a prueba, ustedes aprenderán a soportar con más fuerza las dificultades" (Santiago 1:2-3, LBLS)
Me acabo de enterar que una pareja muy cercana a mi corazón vio por segunda vez fallidas las esperanzas de un embarazo exitoso. Y el fin de semana leí en la prensa colombiana la noticia de una compatriota desaparecida en Haití, que soñaba con servir a Cristo y ser misionera en esa tierra. Son solo dos noticias, quizás con relevancia solo para unos pocos aparte de los directamente implicados. Pero no es así para Dios. En su corazón ocupamos un lugar muy importante, somos sus hijos amados por los cuales Jesús vino a experimentar un dolor inexpresable y a entregar Su vida en una cruz.
Pero todo lo que Él permite responde a un plan perfecto, los designios divinos tienen la finalidad de exaltar la gloria del Padre y aunque no lo entendamos tenemos que confiar en Él. No hay otra salida, no hay otro remedio. Solo la fe en un Dios de amor nos enseña a soportar con fortaleza las dificultades que se nos van presentando en el camino, y esto hace parte de Su plan. Al igual que Pedro, proclamamos seguros de que estamos dispuestos a poner nuestra vida por Dios pero con frecuencia, aún antes de que estalle la tormenta, los primeros ventarrones nos sacuden y desaniman. Parecería que nos inclinamos por el facilismo, que podemos alabarle en los tiempos que llamamos "buenos" mientras que en las épocas difíciles nos resistimos a hacerlo simplemente porque no entendemos el propósito.
Sin embargo, así no funciona realmente la vida. Dios está obrando permanentemente, en unos y otros momentos. Sencillamente no logramos verle porque el bosque de nuestras propias expectativas e ideales nos lo impide. Nos han animado a soñar en lugar de invitarnos a hacer realidad los sueños del Señor para nuestras vidas y quizás por ello muy en nuestro interior abrigamos la esperanza de que Dios nos respalde en nuestros proyectos en vez de acudir diariamente a Su presencia a preguntarle cuáles son los proyectos que Él tiene para nosotros.
Quisiera, como en la canción de Marco Barrientos, que de mi corazón brotaran espontáneamente las palabras: "En el día de angustia en Él esperare, en el día de felicidad también le buscare; en todo tiempo, en todo lugar, bendeciré a mi Señor". Y desde el fondo de mi alma le pido que me ayude a sintonizarme y sincronizarme con Su propósito glorioso para que yo pueda de verdad abandonarme en Sus manos y dedicarme a vivir el libreto que en el cielo Alguien escribió para que yo tan solo lo interpretara.
Dios nos bendiga,
JORGE HERNÁN
Me acabo de enterar que una pareja muy cercana a mi corazón vio por segunda vez fallidas las esperanzas de un embarazo exitoso. Y el fin de semana leí en la prensa colombiana la noticia de una compatriota desaparecida en Haití, que soñaba con servir a Cristo y ser misionera en esa tierra. Son solo dos noticias, quizás con relevancia solo para unos pocos aparte de los directamente implicados. Pero no es así para Dios. En su corazón ocupamos un lugar muy importante, somos sus hijos amados por los cuales Jesús vino a experimentar un dolor inexpresable y a entregar Su vida en una cruz.
Pero todo lo que Él permite responde a un plan perfecto, los designios divinos tienen la finalidad de exaltar la gloria del Padre y aunque no lo entendamos tenemos que confiar en Él. No hay otra salida, no hay otro remedio. Solo la fe en un Dios de amor nos enseña a soportar con fortaleza las dificultades que se nos van presentando en el camino, y esto hace parte de Su plan. Al igual que Pedro, proclamamos seguros de que estamos dispuestos a poner nuestra vida por Dios pero con frecuencia, aún antes de que estalle la tormenta, los primeros ventarrones nos sacuden y desaniman. Parecería que nos inclinamos por el facilismo, que podemos alabarle en los tiempos que llamamos "buenos" mientras que en las épocas difíciles nos resistimos a hacerlo simplemente porque no entendemos el propósito.
Sin embargo, así no funciona realmente la vida. Dios está obrando permanentemente, en unos y otros momentos. Sencillamente no logramos verle porque el bosque de nuestras propias expectativas e ideales nos lo impide. Nos han animado a soñar en lugar de invitarnos a hacer realidad los sueños del Señor para nuestras vidas y quizás por ello muy en nuestro interior abrigamos la esperanza de que Dios nos respalde en nuestros proyectos en vez de acudir diariamente a Su presencia a preguntarle cuáles son los proyectos que Él tiene para nosotros.
Quisiera, como en la canción de Marco Barrientos, que de mi corazón brotaran espontáneamente las palabras: "En el día de angustia en Él esperare, en el día de felicidad también le buscare; en todo tiempo, en todo lugar, bendeciré a mi Señor". Y desde el fondo de mi alma le pido que me ayude a sintonizarme y sincronizarme con Su propósito glorioso para que yo pueda de verdad abandonarme en Sus manos y dedicarme a vivir el libreto que en el cielo Alguien escribió para que yo tan solo lo interpretara.
Dios nos bendiga,
JORGE HERNÁN
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