martes, noviembre 27, 2007

LA FÓRMULA INFALIBLE

"En el día que temo, yo en ti confío"
(Salmos 56:3, RV60)


Este versículo lleva varios días taladrando mi mente y mi corazón. Porque, como muchos, me veo asaltado con frecuencia por temores de la más diversa índole. Unos infundados y otros hasta cierto punto racionales. Temo caerme de un puente peatonal, temo que mis hijos pierdan el rumbo, temo que la economía colapse, temo enfermar gravemente... No sé, pienso que cada cual en esta vida enfrenta toda clase de temores, muchas veces paralizantes y que en ocasiones toman tanta fuerza que nos impiden recordar que estamos en las manos de un Dios Vivo y Todopoderoso.

Por eso creo que si a alguien verdaderamente exitoso, no bajo los parámetros del mundo sino bajo la óptica divina, le preguntaran un día la razón de su éxito, tendría que responder contundentemente: "en el día que temo, yo en Dios confío". Estaría expresando que en su vida cotidiana Jesús es realmente la respuesta. Una hermosa canción dice "Cristo es mi vida real", y cuando esta frase es ciertamente una verdad indiscutible para nosotros, los temores tienen que derrumbarse ante la evidencia de un Dios que está por encima de todos ellos.

Cualquiera que sea la situación que estás viviendo o la dificultad que estés pasando, simplemente recuerda este versículo. Confía en Dios. Él hará.

Bendiciones,

JORGE HERNÁN

miércoles, noviembre 14, 2007

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRO TESORO?

“Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”
(Mateo 6:21, NVI)


Esta es una de las citas más famosas de la Biblia, recitada de memoria por miles de creyentes alrededor del mundo y utilizada cotidianamente en campañas evangelísticas, prédicas y escritos cristianos.

Tristemente, es una Palabra que aún no se ha hecho vida en los corazones de muchos, porque en la práctica manejamos a veces prioridades diferentes a las que pregona la Escritura y levantamos altares en un lugar que debería estar reservado para la adoración a Dios. El tema es cotidiano. Recuerdo una mujer que me decía que realmente no concebía la vida sin sus hijas, vivía para ellas y en función de ellas. Y al oirla es inevitable pensar en una causa noble, solo que no responde a las prioridades divinas.

Para otros el primer lugar lo ocupan sus bienes, o sus aficiones, o su trabajo. Decía el pastor Edgardo Peña que no hay realmente un divorcio entre lo que creemos y lo que hacemos, pues finalmente nuestras obras reflejan lo que es nuestro auténtico sistema de valores, y si en ese sistema de valores estamos acumulando tesoros en el lugar equivocado, la realidad es que nos estamos apartando de la voluntad de Dios.

Ni hablar de lo material. Esperaríamos que entre el pueblo cristiano no hubiera resistencia a dar, aunque el Señor mismo nos diga que es preferible dar que recibir. Todavía la cosmovisión mundana nos permea y nos resistimos a soltar lo que nunca fue nuestro y que simplemente se nos confió para que administráramos. Pocos cristianos, como me lo recordaba un querido siervo de Dios anoche, dan demasiado. Por el contrario, la mayoría busca excusas egoístas para focalizarse en sus propios deleites.

¿Dónde está tu tesoro? Vale la pena hacernos una reflexión honesta, abriendo nuestros corazones delante de Dios para pedirle que nos ministre y nos señale el camino correcto. Quizás debamos ajustar nuestro sistema de creencias. Talvez debamos derribar unos cuantos ídolos y limpiar el templo. Probablemente necesitemos aceptar que hemos estado moviéndonos con alguna independencia de la buena, agradable y perfecta voluntad del Señor.

Pero nunca es tarde. Hoy, bajo la guía del Espíritu Santo, podemos empezar a hacernos tesoros en el cielo, como nuestro Rey lo demanda. Aunque tengamos que pagar un precio, bien vale la pena ser sensibles a la dirección del Espíritu y andar en obediencia.

Bendiciones sobreabundantes en Cristo,

JORGE HERNÁN

martes, noviembre 06, 2007

ID

"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura."
(Marcos 16:15, RV60)

Cada día me convenzo más de la responsabilidad individual que cada creyente tiene en la gran comisión de evangelizar a todas las naciones. "Id" no suena para nada a sugerencia, recomendación o simple consejo amistoso. Es un mandato, una asignación para cada miembro del cuerpo de Cristo al que se le ha delegado la responsabilidad particular de contribuir al crecimiento de la iglesia. Tristemente, muchas de nuestras comunidades se están enfocando en su membresía y están descuidando las miles de almas que están perdiéndose, aún en las puertas de los templos.

Sin embargo, al compartir con algunos hermanos me doy cuenta de que efectivamente el enemigo ha logrado popularizar la idea de que el evangelismo es un ministerio para unos pocos "pesos pesados espirituales" y no un encargo universal conferido a la iglesia, que es lo que realmente dice la Palabra. Algunos de hecho consideran que "no fluyen" en este ministerio y que sus dones son otros, como si esta no fuera una función encomendada a cada miembro.

No sé cómo estés tú cumpliendo la gran comisión, pero hoy quiero animarte a que lo hagas. No dejes de decir lo que has visto y oido. No dejes de compartir los milagros grandes y pequeños que el Señor ha obrado en tu vida. No dejes de poner tu granito de arena para la expansión del Reino de Dios. No dejes de ser un instrumento de solución para aquellos que viven aquejados por los problemas. No cierres la puerta a lo que Jesucristo hoy quiere hacer a través de tí.

Dispónte. Abre tu corazón. Deja que en tí se extienda la pasión de Jesús por las almas. Permite que Dios obre por medio de ti. Alcanza a otros para Cristo. Cada vida es importante para Dios y tú puedes ser el escogido para impactarla. Aprovecha la oportunidad de ser protagonista. Disfruta del privilegio que Dios te confiera. Vamos. Adelante. Predica a tiempo y fuera de tiempo. Conviértete en un soldado de avanzada. Participa en la conquista. Hoy es el día.

¿Qué vas a hacer al respecto? El Señor está muy pendiente de lo que decidas....

Bendiciones,

JORGE HERNÁN