miércoles, diciembre 26, 2007

EDUCANDO A PAPÁ

"Los que viven, y sólo los que viven, son los que te alaban, como hoy te alabo yo. Todo padre hablará a sus hijos acerca de tu fidelidad."
(Isaías 38:19, NVI)


Hablar a nuestros hijos de lo que Dios ha hecho por, con y en nosotros es un claro mandato bíblico, y seguramente es algo que todo padre cristiano por principio hace. Sin embargo, el dar testimonio de la gloria y la gracia de Dios sobre nuestras vidas no garantiza en modo alguno que nuestros hijos seguirán ese camino. Alguien dijo que Dios no tiene nietos, y es verdad. Lo único que podemos hacer por nuestros hijos es ser obedientes a la Palabra y predicarles no solo verbalmente sino sobre todo con hechos, con nuestro propio testimonio de vida. Recuerdo que mi esposa tenía anotado en un papelito una frase que decía más o menos así: "Si amas algo, déjalo volar; si es tuyo, volverá. Si no, nunca lo fue". Con nuestros hijos sucede igual: sabemos que no son nuestros sino del Señor, y de la misma manera en que nuestro Padre nos capacita para aprender a volar nosotros tenemos la responsabilidad de darles un "curso de vuelo" para que lo hagan solos. Cuando llegue el momento, sabremos qué tan efectiva ha sido la siembra.

No es fácil, sin embargo, dejarlos volar. No todos los hijos son iguales y así como unos se mantienen cercanos a la Palabra, a la iglesia y particularmente a la comunión con el Padre, otros toman distancia y algunos incluso se van a orillas opuestas. Para quienes viven esta dificultad es bueno recordar aquella promesa de Hechos 16:31: "Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos", y aferrarse a ella confiando en que Dios no va a defraudarnos y va a honrar nuestra fe. Pero además de fe, se requiere doblar rodilla y pelear la buena batalla. Nadie va a hacerlo por nosotros, y aunque la decisión de seguir a Cristo sea de ellos, el derecho de las cosas es que hagamos nuestra parte.

De mis hijos he aprendido cosas preciosas y maravillosas, pero también el Señor me ha educado a través de ellos en lo que significa ser padre y en ese contexto entender cómo es la relación que Dios tiene con nosotros y lo que espera de ella. He aprendido que a veces preferimos otras compañías distintas a la de Nuestro Padre, que en ocasiones preferimos escuchar a otros antes que escucharlo a Él y que incluso hemos llegado a escoger la soledad en lugar de Su compañía. Y he entendido el dolor que debe sentir Aquel que jamás se ha equivocado, con solo compararlo con el que yo, que tanto he fallado como padre, he llegado a experimentar cuando siento que mis hijos fallan o toman decisiones equivocadas.

Si eres padre, pídele al Señor que en tu relación con tus hijos aprendas a encontrar un modelo de crecimiento en lo que debe ser la relación con Él. Si aún no lo eres, simplemente reflexiona en cómo tu relación con tus padres terrenales ha moldeado la que debería ser una relación profundamente personal con Tu Padre celestail.

En cualquier caso, Dios tiene mucho que enseñarte...y a mí también.

Felices pascuas,

JORGE HERNÁN

viernes, diciembre 21, 2007

UNA PROMESA PARA TIEMPOS DIFÍCILES

"Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza y volverás a consolarme"
(Salmos 71:20-21, RV60)


Normalmente diciembre es un mes festivo, las calles se llenan de adornos navideños y las luces multicolores le dan a la ciudad un ambiente de alegría. Los establecimientos comerciales le apuestan a diciembre como el que puede ser su mejor mes de ventas y en algunos negocios se trabaja arduamente para lograr un buen cierre de año, pero se respira un aire fresco y diferente.

Sin embargo, nuestras vidas de una manera muy particular no responden ni a las estaciones ni a la época del año. Más bien, registran altas y bajas con picos y valles a veces leves y a veces pronunciados. Los tiempos de paz, tranquilidad y armonía son en ocasiones prolongados, pero también sucede que llegan a ser demasiado breves. En fin, una vida normal está plagada de emociones...y de tiempos no tan buenos.

Pasando por situaciones complejas me encontré esta promesa que el Señor tiene para mí (y por supuesto, para tí) en la Palabra. Y he decidido aferrarme a elle porque entiendo que no tengo otra opción que creerle a Dios y depender de Su inmensa fidelidad. Hoy sé que aunque atraviese por momentos difíciles, encontraré VIDA (así, con mayúsculas, con todo lo que ello implica) y Dios mismo me levantará. ¿Qué más podría pedir? Estando en las manos de Dios, estoy en el mejor lugar posible. Él aumentará mi grandeza, me bendecirá y al bendecirme podré reconocer una vez más y proclamar que todo se lo debo a Él, quien es el único que puede hacer que la gloria postrera sea mayor que la primera (Hageo 2:9). Mi Señor volverá a consolarme...

Es reconfortante saber que soy hijo de un Dios vivo, que me ama y cuida de mí. Es hermoso tomar conciencia de que aún en medio de la tormenta mi corazón siempre puede estar de fiesta, porque Jesucristo de Nazareth habita en él y es siempre fiel.

Hoy quiero invitarte a que te apropies de esta promesa, guárdala en tu corazón y proclámala cuando tu vida pase por tiempos de invierno...

Dios te bendiga,

JORGE HERNÁN