Preguntaba el otro día mi querido amigo el pastor Tito Garzón en una prédica dominical: "Por donde nosotros andamos, las tinieblas tiemblan?"
La pregunta me llama la atención pues alguna vez leí que si en tu caminar diario no te encuentras con Satanás, es porque está andando a tu lado.
Como creyentes tenemos una misión, y es ser relevantes para el Reino de los Cielos. Trascender. Impactar vidas. Influir sobre otros.
Y es que, en efecto, el cumplimiento de la Gran Comisión (Mateo 18:16-20 y evangelios paralelos) demanda una acción que genere reacciones en el mundo espiritual. Esto, por supuesto, debe ocurrir en un ambiente en el cual mi vida devocional esté completamente equilibrada a fin de que no me proyecte solamente hacia afuera sino que también cultive mi vida interior.
El hecho es que ser relevante implica que causemos bajas en las filas enemigas. Alguna vez me preguntaron si la iglesia en la que me congregaba entonces era conocida. "Lo es en el cielo y en el infierno, que es donde pensamos que es importante que se conozca", respondí. Con frecuencia los creyentes estamos tan cómodos en nuestras bancas de iglesia dejando pasar la vida que olvidamos que allí afuera hay un mundo que clama a gritos por un Salvador, miles de personas que viven sin Dios o adorando, como los atenienses, a un "dios no conocido". Pensemos por un momento que nosotros podríamos ser los encargados de presentárselo.
Necesitamos vivir vidas que hagan que los demonios tiemblen (cfr. Stg 2:19). Dios nos dio autoridad contra las huestes espirituales de maldad pero a veces no la usamos por temor o por comodidad. Más bien, simplemente hacemos a un lado el tema de la guerra espiritual porque pensamos que la vida es menos compleja si omitimos enfrentarnos a esta realidad. Y aunque batallar contra el mal de esta forma es absolutamente escritural, a veces podemos incluso caer en la trampa de llamar "fanáticos" a quienes profesan tal creencia.
Somos relevantes cuando tomamos la armadura de Dios de la que nos habla Efesios 6 y decidimos incursionar en territorio enemigo. Cuando hacemos discípulos y les enseñamos la Palabra no sólo estamos trayendo libertad a sus vidas y generando fiesta en los cielos (cfr. Lucas 15:7) sino que estamos abriendo una tronera espiritual en el ejército adversario por medio de la cual pasarán victoriosos los que se dirigirán a la Puerta Verdadera.
¿Qué estamos haciendo hoy para no indigestarnos con todo lo que recibimos en lugar se proyectarlo a un mundo necesitado de su Salvador?
JORGE HERNÁN
Hola, mis queridos amigos y hermanos en la fe. Quiero darles la bienvenida a este blog que solo pretende ser un espacio para compartir con ustedes vivencias y enseñanzas que el Señor me ha regalado... Doy gracias a Dios por haberlos puesto en mi camino y espero contar con su amistad siempre, como ustedes cuentan con la mía. Un abrazo para todos y que Jesús siga siendo para cada uno EL camino, LA verdad y LA vida. Muchas bendiciones, Jorge Hernán
viernes, octubre 07, 2011
lunes, octubre 03, 2011
TÚ ESTÁS AQUÍ
"—Señor —le dijo Marta a Jesús—, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto." (Juan 11:21, NVI)
El reclamo de Marta no difiere mucho de los que cotidianamente le formulamos al Señor. Nos parece que está ausente cuando realmente está en silencio. "Tu hermano resucitará" (cfr. v. 23) fue la concluyente respuesta de Jesús a la hermana de Lázaro. En este relato bíblico, Dios simplemente permitió que las cosas ocurrieran con un propósito en mente. Ya antes lo había dicho: "Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado." (v. 4). Y aunque el resultado final fue la gloria de Dios, en el camino había un proceso por el que toda la familia de Lázaro debía pasar y del cual los discípulos de Cristo debían aprender.
Dice una hermosa canción cristiana que cuando Él está en silencio, es porque está trabajando: "Pero Jesús les dijo: «Mi Padre nunca deja de trabajar, ni yo tampoco.»" (Juan 5:17, TLA). Dios siempre está en movimiento, obrando activamente a nuestro alrededor aunque no logremos verlo. Él siempre está a nuestro lado, a veces haciendo ruido y en otras ocasiones observando calladamente el desarrollo de Su perfecto plan.
Claro, tenemos un reto diario: vivir ese proceso de madurar la fe de tal manera que podamos ver la gloria de Dios e impactar a los demás gracias a Su poder sobrenatural que actúa en nosotros. Pero, en fin, lo importante es que el primer paso en este camino es hacer conciencia de la presencia de Dios, es decir, reconocer que el Señor siempre está a nuestro lado. "No te dejaré ni te abandonaré", fue Su promesa (Josué 1:5b, NVI) y la ha cumplido hasta hoy. Sobra decirlo, además va a seguir cumpliéndola.
Aunque nuestros ojos no lo puedan ver, como dice la canción, sabemos que está aquí y tenemos que volvernos sensibles ante esta realidad y ante el hecho incuestionable de que Su amor por mí es mucho mayor de lo que yo pueda incluso imaginar.
Tú, como yo, has vivido momentos difíciles y otros tal vez esplendorosos. En unos y otros el Señor ha estado presente, y lo seguirá estando. No es imprescindible que trates de comprender el propósito justo cuando estás en medio de la tormenta, basta con saber que existe y que quien lo ha determinado es Aquel para el cual tú eres tan importante como para entregar Su vida.
Con razón Pablo dijo en Romanos 8:31 (DHH): "si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros". Con saberlo, podemos estar confiados...
JORGE HERNÁN
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