domingo, junio 24, 2012

PERSPECTIVAS CORRECTAS

"Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mateo 16:26, RV60) Por alguna extraña razón, en estos últimos días he estado pensando en la muerte. Quiero decir, este no es un asunto que me preocupe o inquiete habitualmente y no suelo meditar en él. Sin embargo, me he despertado incluso a mitad de la noche preguntándome qué tan preparado me encuentro para afrontarla. De un lado, tengo la firme convicción de que el Señor cumplirá Su Palabra y me conducirá suavemente de Su mano para atravesar el valle que me conducirá a disfrutar eternamente de Su compañía. Pero, de otro lado, me pregunto qué tan bien he vivido mi vida. Y cuando hago el balance, me cuestiono acerca de si he aprovechado bien o no el tiempo como lo dice Efesios 5:16. Pienso en cuántas horas he malgastado preocupándome por tonterías, hablando trivialidades o incluso haciendo lo que no debiera. Sé que Dios es un Dios de oportunidades que vez tras vez me ha dado nuevamente la posibilidad de "corregir el caminado" y no puedo evitar recordar todas las veces que opté por sendas inadecuadas. Dice la Escritura (Ecl 3:11) que Dios puso en nuestros corazones la noción de eternidad, y lo hizo así porque quiere que veamos la vida desde Su perspectiva infinita y no desde las limitaciones de la nuestra. Al poner la mira en las cosas espirituales, como nos invita la Palabra, el centro de nuestra vida se enfoca de una manera real y práctica en cultivar una relación de comunión íntima y permanente con Aquel de cuya compañía y presencia gozaremos por siempre. Vivir en el msrco de Su voluntad significa dedicarnos a estar con Él, aprender de Él, conocerle, seguirle y amarle cada vez más. Solo llenándonos de Dios podemos llegar a ser un reflejo de Su amor y hacer que otros dirijan Su mirada a Él cuando nos vean a nosotros. No quiero seguirme distrayendo en pequeñeces, ni seguir invirtiendo mal los escasos y preciosos minutos que mi Señor me ha regalado. Quiero pedirle que avive el sentido de la eternidad que sembró en mí para que yo me dedique a vivir una vida que deje huella. En mi esposa, en mis hijos, en mi familia, en mi iglesia, en mi trabajo, en mi grupo de amigos, en mi comunidad... Hace seis años escribí el propósito de mi vida y hoy quiero compartirlo con ustedes para pedirles su apoyo en oración porque anhelo cumplirlo al pie de la letra: "Adorar al Señor con todo mi ser haciéndolo siempre el eje central de mi vida y permitiéndole desarrollar en mí, a través del Espíritu Santo, el carácter de Cristo, buscando alcanzar la madurez espiritual en mi ministerio y en el testimonio personal de modo que la gloria de Dios sea exaltada". Lo más relevante de la perspectiva de Dios es la posibilidad de vivir lo que para Él es una vida de excelencia. Y esa es la clase de vida abundante en la que el Señor quiere que fluyamos. Hoy te invito a acompañarme con tu oración pero también a que reflexiones conmigo en el propósito de tu vida y en la manera en que estás usando tu tiempo para cumplirlo. Sé que somos vasijas de barro pero el Alfarero puede moldearnos, tallarnos y pulirnos para utilizarnos en el servicio de Su Reino. Lo nuestro es disponernos. Él hará. Bendiciones, JORGE HERNÁN

viernes, junio 15, 2012

CONTÉNTATE


“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a estar contento en cualquier situación.  Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, tanto para estar satisfecho como para tener hambre, lo mismo para tener abundancia que para sufrir necesidad”

(Filipenses 4:11-12)



El contentamiento es lo opuesto a la queja, refleja una actitud del corazón e implica una decisión personal. Elijo estar contento cualquiera que sea mi situación; esto significa que decido no maldecir, no quejarme, no compararme, aceptar que la situación por la que estoy atravesando corresponde a un propósito e invitarme a buscar de la mano de Dios tanto el sentido como la dirección que provienen de ese propósito.

Pero el contentamiento también es enemigo del conformismo. No se trata de resignación, no consiste en aceptar las limitaciones aparentes sin más ni en sacrificar los anhelos, los sueños y los planes en el altar de la conformidad, aceptando simplemente que toda situación es voluntad de Dios y que por lo tanto hay que acatarla. Recordemos que los planes del Señor son perfectos y que Él quiere darnos un futuro lleno de esperanza (ver Jeremías 29:11).

Sin embargo, el contentamiento también se opone a la codicia. De hecho, el deseo excesivo, vehemente y ansioso de poseer algo, particularmente bienes materiales y riquezas, está catalogado como un pecado que refleja exactamente lo contrario al contentamiento. Quien vive así, siempre quiere más para su propio beneficio. Santiago 4:3 reprocha la oración egoísta, fruto de un corazón codicioso. De hecho, las Escrituras utilizan más el término “anhelar” cuando se refieren a un deseo saludable que está alineado con el cumplimiento de la voluntad divina y el propósito del Señor en nuestra vida.

El contentamiento trae consigo paz, felicidad, armonía. Es un antídoto eficaz contra la amargura y el resentimiento porque parte de una perspectiva de vida bajo la óptica de Dios. Él quiere que aprendamos a estar contentos cualquiera que sea nuestra situación, es decir, a entender que muchas de las circunstancias que vivimos son precisamente situacionales, y por ende no reflejan una condición permanente, sino un status temporal, pasajero. Los momentos gozosos, así como los dolorosos, simplemente pasarán.

La Palabra es aún más exigente, pues nos manda a estar “siempre gozosos” (cfr. 1 Tes 5:16). Algunas versiones hablan de  estar “siempre alegres”. El mandato indica que el Señor está hablando de una decisión, no de una emoción. Elegimos estar contentos, decidimos estar gozosos, optamos por estar alegres. El hecho de que el entorno no nos sonría, de que las circunstancias no parezcan propicias, de que las situaciones sean incluso adversas, no tiene realmente que ver con el camino que escogemos. El contentamiento responde a las expectativas de Dios y nos aleja de la perspectiva que pinta la vida como un “valle de lágrimas”.

Oro para que cuando leas estas líneas tomes la decisión correcta. Conténtate.

Bendiciones,



JORGE HERNÁN