miércoles, agosto 23, 2006

CRESTAS Y VALLES

"Pero este precioso tesoro lo guardamos en la vasija de barro que es nuestro cuerpo, y así resulta evidente que el poder maravilloso que está en nosotros no es nuestro, sino única y exclusivamente de Dios. Por eso, aunque los problemas nos acosan, no nos angustian; aunque nos vemos en apuros, no desesperamos; nos persiguen, pero Dios no nos abandona; nos derriban, pero no nos destruyen..."
(2 Corintios 4:7-9, Castilian)


Ya perdí la cuenta de cuántas veces en consejerías, predicaciones, charlas o simples conversaciones de cafetería he repetido la frase: "Cuando todo lo demás pase, solo Dios permanecerá". Hace mucho tiempo tengo claro que nuestro trabajo, la profesión que tenemos, nuestro status económico, los amigos que nos rodean, nuestra salud y aún nuestra familia son estrictamente incidentales. Son bendiciones, es cierto, pero lejos de ser lo esencial, son la añadidura.


Y hoy tengo que recordarme a mí mismo esa frase porque quizás estoy atravesando uno de esos momentos absolutamente formativos y maravillosos en el que solamente la certeza de estar en la palma de las manos de mi Señor y la convicción de que Él es mi reposo me permiten avanzar en la vida sin angustiarme, ni desesperarme porque el Dios que nunca me abandona no permitirá que sea destruido.


El otro día describía mi experiencia con Dios como una montaña rusa y en general, así es la vida. Es natural que tenga altibajos, y usualmente hay crestas seguidas de valles. Cuando estamos en la cima de la cresta y todo parece sonreirnos, a veces perdemos esta perspectiva. Los momentos de gozo y el sentir que las cosas nos están saliendo bien, y a veces más que bien, nos hacen olvidar rápidamente, o al menos archivar en el disco duro de nuestra memoria, los instantes amargos y los desiertos por los que hemos transitado. Una visión centrada, sin embargo, nos ayudará a recordar el curso normal de la vida y a comprender que los altibajos hacen parte del libreto.


Sea que tú, que estás leyendo estás líneas, vayas cuesta arriba o estés descendiendo desde la cima, no olvides que estás en las manos de Dios y que Su voluntad es buena, agradable y perfecta según lo que establece Romanos 12:2. En la palma de Su mano tú y yo estamos seguros. Es un buen momento para que lo tengamos presente.


Personalmente, quiero hacerte hoy una petición. Ora por mí, para que este tiempo siga siendo dirigido por Dios y todo se aclare. Yo oro por tí, para que el Señor te fortalezca y anime, y todas las cosas te salgan bien.


Bendiciones,


JORGE HERNÁN

miércoles, agosto 09, 2006

VIDA ABUNDANTE

"El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia"
(Juan 10:10, RV60)

¿Qué clase de vida quieres disfrutar aquí y ahora? Muchos nos hemos quedado con el paradigma de una vida plena que comienza después de la muerte. Pero la vida abundante y eterna de la que habla el Señor empieza para nosotros una vez le aceptamos y recibimos como Señor y Salvador de nuestras vidas. No tienes que esperar para "pasar a mejor vida", mejor disfrútala desde ya.

La calidad de vida de la que tanto se habla hoy alcanza su óptimo cuando vivimos en Cristo y somos llenos de su amor que excede tono conocimiento. Por algo dice la Escritura que en Él estamos completos (Colosenses 2:10). Esto significa que cuando alcanzamos comunión con Él y llegamos a la perfecta unidad, ya nada nos falta.

La vida cristiana es mucho más que congregarse bajo la cobertura de una determinada denominación, es mucho más que leer la Biblia e incluso tener un tiempo devocional todos los días, es mucho más que orar y adorar...de hecho, todo lo anterior surge de la realidad de una experiencia personal, vívida y real con Dios que nada ni nadie nos puede arrancar ni controvertir. Esa experiencia traducida en cotidianeidad es la que genera en nosotros transformaciones profundas de adentro hacia afuera y es la que sin duda nos lleva a ser verdaderamente discípulos de Cristo. Tristemente, a veces nos quedamos en la superficie, andando en un cristianismo mediocre en el cual desperdiciamos bendiciones por no estar suficientemente preparados para canalizarlas.

Si es el deseo de tu corazón, te invito conmigo a repetir esta breve oración: "Señor, allana el camino en mi corazón para que pueda hacer de él tu casa de habitación y para que así mismo pueda yo morar para siempre en Tu presencia. Yo en tí y Tú en mí, como siempre lo anhelaste. Quiero vivir una vida plena y abundante, porque para eso viniste y yo deseo que este plan tuyo se haga realidad en mí. Te alabo Cristo. Amén".

Que la gracia de Dios siga llenándote,

JORGE HERNÁN

jueves, agosto 03, 2006

LLAMADOS

"Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás"
(2 Pedro 1:10, NVI)


¿A qué fuimos llamados? Sabemos que nuestra vida tiene un propósito y que el Señor espera que lo cumplamos a cabalidad. Sin embargo, tristemente, muchas personas no se mueven en dirección a ese propósito por no tener claridad en cuanto a su llamado. Piensan que "servicio" es una palabra que está ligada al desarrollo de un ministerio dentro de la iglesia y quizás sienten que no encajan en ningún ministerio. Pero hay buenas noticias: el Señor es quien nos da los dones y nos capacita para realizar efectiva y eficazmente nuestro llamado.

Y hay algo más. La Escritura nos dice por lo menos diez cosas a las que fuimos llamados, verdades que son de aplicación universal, real y viva para la iglesia del Señor a la cual tú y yo pertenecemos. ¿Cuáles son? Dice la Palabra que hemos sido llamados:

* A ser hijos de Dios (Mat 5:9)

* A ser santos (Ro 1:7, 1 Cor 1:2)

* A ser salvos (Jud 1:1)

* A ser libres (Gál 5:13)

* A ser herederos de bendición (1 Pe 3:9)

* A ser amigos de Cristo (Jn 15:15, Stg 2:23)

* A ser sacerdotes del Señor (Isaías 61:6)

* A tener comunión con Jesús (1 Cor 1:9)

* A vivir en paz (1 Cor 7:15)

* A la vida eterna (1 Tim 6:12)

Quiero que Dios me llene de Su amor, Su gracia y Su poder para poder atender el llamado. Pero algo tengo claro: estos principios son válidos para tí y para mí, y no tengo que buscar mucho para saber si es la voluntad del Rey de Reyes que yo camine en ellos y que los haga vida en mi vida. Te invito a que si no está ocurriendo así contigo, empieces hoy a ponerlos en práctica. Más que tu llamado, son tu legado.

Que el Señor te siga bendiciendo,


JORGE HERNÁN