"Pero ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas."
(Génesis 45:5, NVI)
Viajo desde Cali hacia Bogotá en un vuelo de rutina. De repente, el piloto nos informa que estamos desabastecidos de combustible y que necesitamos aterrizar en uno de los aeropuertos alternos para poder tanquear. Así lo hacemos, y al cabo de un par de horas estamos tocando finalmente la pista del Aeropuerto Eldorado.
El incidente no pasaría de ser anecdótico de no ser por lo que Dios ministró a mi vida a través del mismo. Por un momento imaginé cómo habría cambiado la vida de mi familia si el final de aquel viaje hubiera sido trágico. Imaginé a mi hijo llegando tarde del colegio después de pasar el rato charlando con sus amigos solo para encontrarse con una noticia tan devastadora. Pensé en mi pequeña hija y en lo que significaría para ella no volver a ver a su papá. Supuse la reacción de mi otro hijo, entre triste y aterrado....Y pensé en mi esposa, en mis padres, en mis amigos...
Cuando estábamos despegando de Pereira (el aeropuerto alterno), mi vecino de silla me comentó que su hijo había estado en un paseo de fin de semana y había regresado casa con una picadura de insecto en un codo. El caso es que la picadura se infectó, y el muchacho terminó hospitalizado, con un estreptococo y luchando contra una infección severa. Al final, salió adelante. “Dios le dio una segunda oportunidad”, me dijo su padre. “Yo le he dicho que busque entender el propósito de Dios en esta situación”.
A mi regreso, medité en todo lo ocurrido y entendí que Dios siempre está brindándonos segundas oportunidades. Como en el caso de José, que pronunció frente a sus hermanos las palabras con las que comienzo esta reflexión, muchas veces las circunstancias que enfrentamos, por difíciles que parezcan, se tornan en situaciones de bendición. Aunque no entendamos por qué el Señor permite que ocurran ciertas cosas, siempre hay un propósito sobrenatural subyacente que estamos llamados a buscar. Y siempre, siempre, hay una segunda oportunidad que Dios nos da.
No esperes al límite, aprovecha las posibilidades que cotidianamente te ofrece el Señor y recuerda que nunca sabes si habrá una próxima oportunidad.
Dios te siga bendiciendo,
JORGE HERNÁN
(Génesis 45:5, NVI)
Viajo desde Cali hacia Bogotá en un vuelo de rutina. De repente, el piloto nos informa que estamos desabastecidos de combustible y que necesitamos aterrizar en uno de los aeropuertos alternos para poder tanquear. Así lo hacemos, y al cabo de un par de horas estamos tocando finalmente la pista del Aeropuerto Eldorado.
El incidente no pasaría de ser anecdótico de no ser por lo que Dios ministró a mi vida a través del mismo. Por un momento imaginé cómo habría cambiado la vida de mi familia si el final de aquel viaje hubiera sido trágico. Imaginé a mi hijo llegando tarde del colegio después de pasar el rato charlando con sus amigos solo para encontrarse con una noticia tan devastadora. Pensé en mi pequeña hija y en lo que significaría para ella no volver a ver a su papá. Supuse la reacción de mi otro hijo, entre triste y aterrado....Y pensé en mi esposa, en mis padres, en mis amigos...
Cuando estábamos despegando de Pereira (el aeropuerto alterno), mi vecino de silla me comentó que su hijo había estado en un paseo de fin de semana y había regresado casa con una picadura de insecto en un codo. El caso es que la picadura se infectó, y el muchacho terminó hospitalizado, con un estreptococo y luchando contra una infección severa. Al final, salió adelante. “Dios le dio una segunda oportunidad”, me dijo su padre. “Yo le he dicho que busque entender el propósito de Dios en esta situación”.
A mi regreso, medité en todo lo ocurrido y entendí que Dios siempre está brindándonos segundas oportunidades. Como en el caso de José, que pronunció frente a sus hermanos las palabras con las que comienzo esta reflexión, muchas veces las circunstancias que enfrentamos, por difíciles que parezcan, se tornan en situaciones de bendición. Aunque no entendamos por qué el Señor permite que ocurran ciertas cosas, siempre hay un propósito sobrenatural subyacente que estamos llamados a buscar. Y siempre, siempre, hay una segunda oportunidad que Dios nos da.
No esperes al límite, aprovecha las posibilidades que cotidianamente te ofrece el Señor y recuerda que nunca sabes si habrá una próxima oportunidad.
Dios te siga bendiciendo,
JORGE HERNÁN
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