"Sea o no de nuestro agrado, obedeceremos la voz del Señor nuestro Dios, a quien te enviamos a consultar. Así, al obedecer la voz del Señor nuestro Dios, nos irá bien"
(Jeremías 42:6, NVI)
Caminando en el centro de la voluntad de Dios aprendemos una verdad sencilla pero profunda y llena de implicaciones: que no hay mejor forma de expresar nuestro sincero amor por Dios que hacer caso de Su Palabra. En Juan 14:21 (NVI) Jesucristo lo expresó claramente: "¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él". El cumplimiento de ese "primero y grande mandamiento" se da entonces cuando yo tomo la decisión de acatar sus mandatos y preceptos y convertirme en un verdadero seguidor de Él.
Jesucristo no mide mi nivel de compromiso y entrega por la asistencia a servicios religiosos, ni por la magnitud de mi involucramiento con actividades de la iglesia, ni por mi grado de conocimiento de las Escrituras. Lo que Él verdaderamente mira es mi corazón y la respuesta del mismo a Su Palabra en términos de obediencia.
Tristemente, hoy hay muchos cristianos nominales, que se dicen seguidores de Jesucristo pero que no viven una vida santa porque prefieren guiarse por sus propias reglas y manejar una obediencia mediocre. Transan con el mundo, dejan que a veces gobierne la carne y no resisten al enemigo, como lo ordena la Escritura. Como resultado, caminan por el sendero del libertinaje o se aferran al camino de la religiosidad, esperando que sus obras compensen la multitud de sus pecados. Olvidan que "hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte" (Proverbios 14:12, NVI).
No sé en qué estado se encuentre tu obediencia hoy, pero imagina que el Señor te llama a cuentas. ¿Qué tendrías para decirle sin justificarte? Creo que tú, al igual que yo, necesitas hacer ajustes importantes en tu vida, para caminar realmente en el centro de Su voluntad. No los aplaces más, empieza ya mismo. Vé a Su presencia y acepta la invitación que te hace en Isaías 1:18 (NVI): "Vengan, pongamos las cosas en claro, dice el Señor. ¿Son sus pecados como escarlata?¡Quedarán blancos como la nieve!¿Son rojos como la púrpura?¡Quedarán como la lana!"
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
(Jeremías 42:6, NVI)
Caminando en el centro de la voluntad de Dios aprendemos una verdad sencilla pero profunda y llena de implicaciones: que no hay mejor forma de expresar nuestro sincero amor por Dios que hacer caso de Su Palabra. En Juan 14:21 (NVI) Jesucristo lo expresó claramente: "¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él". El cumplimiento de ese "primero y grande mandamiento" se da entonces cuando yo tomo la decisión de acatar sus mandatos y preceptos y convertirme en un verdadero seguidor de Él.
Jesucristo no mide mi nivel de compromiso y entrega por la asistencia a servicios religiosos, ni por la magnitud de mi involucramiento con actividades de la iglesia, ni por mi grado de conocimiento de las Escrituras. Lo que Él verdaderamente mira es mi corazón y la respuesta del mismo a Su Palabra en términos de obediencia.
Tristemente, hoy hay muchos cristianos nominales, que se dicen seguidores de Jesucristo pero que no viven una vida santa porque prefieren guiarse por sus propias reglas y manejar una obediencia mediocre. Transan con el mundo, dejan que a veces gobierne la carne y no resisten al enemigo, como lo ordena la Escritura. Como resultado, caminan por el sendero del libertinaje o se aferran al camino de la religiosidad, esperando que sus obras compensen la multitud de sus pecados. Olvidan que "hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte" (Proverbios 14:12, NVI).
No sé en qué estado se encuentre tu obediencia hoy, pero imagina que el Señor te llama a cuentas. ¿Qué tendrías para decirle sin justificarte? Creo que tú, al igual que yo, necesitas hacer ajustes importantes en tu vida, para caminar realmente en el centro de Su voluntad. No los aplaces más, empieza ya mismo. Vé a Su presencia y acepta la invitación que te hace en Isaías 1:18 (NVI): "Vengan, pongamos las cosas en claro, dice el Señor. ¿Son sus pecados como escarlata?¡Quedarán blancos como la nieve!¿Son rojos como la púrpura?¡Quedarán como la lana!"
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
1 comentario:
Me encantó porque te habla directo al corazón, fundamentado en el Manual del Fabricante: La Biblia.
Acomodamos a nuestra conveniencia y no somos obedientes siempre.
Bendiciones
Teresita Sanabria
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