"El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia."
(Juan 10:10)
La concepción católica tradicional que describe nuestro paso por este mundo como un "valle de lágrimas" es la misma que nos ha enseñado que al morir pasamos a mejor vida, despojándonos de nuestro cuerpo mortal y de todos los padecimientos que nos aquejan en este mundo.
Pero la Palabra enseña otra cosa, y es que la mejor vida empieza cuando, al recibir a Cristo en nuestro corazón, como Señor y Salvador de nuestras vidas, empezamos a caminar en Él y a experimentar la vida abundante para la cual nos creó.
Vida abundante no es ausencia de dificultades, no significa que al hacernos discípulos de Cristo de repente las circunstancias adversas se esfuman. Simplemente comenzamos a abordar la vida de una manera diferente, de la mano del Maestro, quien vino a esta tierra a pagar un precio alto por nuestra salvación, pero también por nuestra sanidad, por nuestra prosperidad, por nuestra felicidad, por nuestra paz...
Las situaciones quizás sean las mismas, pero ya no las vemos iguales. Los gigantes, vistos desde el cielo, son enanos...y lo mismo ocurre con nuestros problemas. Todo es cuestión de adquirir la perspectiva correcta.
Cuando entendemos el real significado de esta "mejor vida" comprendemos en el fondo de nuestro corazón que todo hace parte del plan perfecto de Dios, que todo tiene un propósito y que las cosas no pasan simplemente porque sí. Que el Señor nos está formando, a veces haciéndonos pasar por cursos que no elegiríamos libremente, pero a sabiendas de que está forjando en nosotros el carácter de Cristo.
Cualesquiera que sean las circunstancias que estés viviendo hoy, alábale por permitirte haber pasado a mejor vida disfrutando desde ya las maravillas del Reino, y las buenas obras que de antemano preparó para que anduvieras en ellas (Efesios 2:10)... y dile al Señor que quieres entender la lección que hoy tiene para tí.
Bendiciones sobreabundantes en Cristo,
JORGE HERNÁN
(Juan 10:10)
La concepción católica tradicional que describe nuestro paso por este mundo como un "valle de lágrimas" es la misma que nos ha enseñado que al morir pasamos a mejor vida, despojándonos de nuestro cuerpo mortal y de todos los padecimientos que nos aquejan en este mundo.
Pero la Palabra enseña otra cosa, y es que la mejor vida empieza cuando, al recibir a Cristo en nuestro corazón, como Señor y Salvador de nuestras vidas, empezamos a caminar en Él y a experimentar la vida abundante para la cual nos creó.
Vida abundante no es ausencia de dificultades, no significa que al hacernos discípulos de Cristo de repente las circunstancias adversas se esfuman. Simplemente comenzamos a abordar la vida de una manera diferente, de la mano del Maestro, quien vino a esta tierra a pagar un precio alto por nuestra salvación, pero también por nuestra sanidad, por nuestra prosperidad, por nuestra felicidad, por nuestra paz...
Las situaciones quizás sean las mismas, pero ya no las vemos iguales. Los gigantes, vistos desde el cielo, son enanos...y lo mismo ocurre con nuestros problemas. Todo es cuestión de adquirir la perspectiva correcta.
Cuando entendemos el real significado de esta "mejor vida" comprendemos en el fondo de nuestro corazón que todo hace parte del plan perfecto de Dios, que todo tiene un propósito y que las cosas no pasan simplemente porque sí. Que el Señor nos está formando, a veces haciéndonos pasar por cursos que no elegiríamos libremente, pero a sabiendas de que está forjando en nosotros el carácter de Cristo.
Cualesquiera que sean las circunstancias que estés viviendo hoy, alábale por permitirte haber pasado a mejor vida disfrutando desde ya las maravillas del Reino, y las buenas obras que de antemano preparó para que anduvieras en ellas (Efesios 2:10)... y dile al Señor que quieres entender la lección que hoy tiene para tí.
Bendiciones sobreabundantes en Cristo,
JORGE HERNÁN
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