"¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados."
(Isaías 43:19, NVI)
Titulo esta reflexión con el nombre de una muy conocida canción de Don Moen basada justamente en Isaías 43:19. Hace unos pocos días, pidiéndole al Señor dirección acerca de una situación particularmente compleja, encontré esta respuesta de labios de Danilo Montero. ¿Dije "respuesta"? Creo que debí haber dicho mejor "reto" porque la pregunta contenida en este versículo es realmente desafiante.
Para ser sinceros, debo reconocer que si el Señor me lo estuviera preguntando cara a cara quizás debería responderle: "Señor, la verdad, no, no me doy cuenta"...Dios abre caminos donde pensamos que no es posible, y probablemente por esa misma limitación derivada de nuestros propios esquemas mentales no podemos reconocer el camino aunque lo tengamos al frente nuestro. Así, aunque Jesucristo mismo me asegure que está abriendo trocha, no consigo verla. Aunque me han enseñado que debo encarar los problemas con visión divina, inconscientemente los abordo de la forma más humana posible. Noto que me parezco cada vez más a los espías enviados a Canaan que dijeron: "¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros" (Números 13:33, NVI).
Talvez los anaquitas de hoy no sean gigantes en el sentido físico pero, lo que es peor, lo son en el sentido emocional o aún espiritual...¡Y somos nosotros mismos quienes les hemos dado esa estatura! Una persona a quien aprecio entrañablemente me explicó justamente la semana pasada que un 80% de las situaciones adversas que enfrentamos se originan en nosotros mismos. Y si de algo estoy seguro es que por lo menos es nuestra responsabilidad darles la categoría de "gigantes"...¿Gigantes para quien? No para Dios, en todo caso. Un joven pastor de ovejas enfrentado a un guerrero de casi tres metros de estatura se atrevió a hablarle con estas palabras: "...Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel." (1 Samuel 17:45-46, NVI)
Dios hace sendas nuevas a pesar de los anaquitas, y yo todavía estoy pidiéndole al Señor que interiorice esta verdad en mí y la haga vida en mi vida. Quiero enfrentarme a mis anaquitas y verlos como Dios los ve, y entender que no porque yo tenga que ajustar mi visión espiritual deja de ser cieto que el Señor está abriendo un camino justo en medio del desierto y trayendo soluciones y respuestas mucho más efectivas de las que yo puedo imaginar.
Hoy te invito a que me acompañes en este reto, y que le digas conmigo a Dios: "Señor, abre mis ojos para que yo pueda ver el camino que estás abriendo, y dame un corazón agradecido que te glorifique por abrirlo aunque yo todavía no hay entendido cómo lo estás haciendo. En Tí confío y en Tí espero y por eso desde ya te alabo por la respuesta a mis plegarias y por hacer sendas donde aún he pensado que no hay. Amén."
Dios derrame bendiciones sobrenaturales en tu vida y en la mía,
JORGE HERNÁN
(Isaías 43:19, NVI)
Titulo esta reflexión con el nombre de una muy conocida canción de Don Moen basada justamente en Isaías 43:19. Hace unos pocos días, pidiéndole al Señor dirección acerca de una situación particularmente compleja, encontré esta respuesta de labios de Danilo Montero. ¿Dije "respuesta"? Creo que debí haber dicho mejor "reto" porque la pregunta contenida en este versículo es realmente desafiante.
Para ser sinceros, debo reconocer que si el Señor me lo estuviera preguntando cara a cara quizás debería responderle: "Señor, la verdad, no, no me doy cuenta"...Dios abre caminos donde pensamos que no es posible, y probablemente por esa misma limitación derivada de nuestros propios esquemas mentales no podemos reconocer el camino aunque lo tengamos al frente nuestro. Así, aunque Jesucristo mismo me asegure que está abriendo trocha, no consigo verla. Aunque me han enseñado que debo encarar los problemas con visión divina, inconscientemente los abordo de la forma más humana posible. Noto que me parezco cada vez más a los espías enviados a Canaan que dijeron: "¡Hasta vimos anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros" (Números 13:33, NVI).
Talvez los anaquitas de hoy no sean gigantes en el sentido físico pero, lo que es peor, lo son en el sentido emocional o aún espiritual...¡Y somos nosotros mismos quienes les hemos dado esa estatura! Una persona a quien aprecio entrañablemente me explicó justamente la semana pasada que un 80% de las situaciones adversas que enfrentamos se originan en nosotros mismos. Y si de algo estoy seguro es que por lo menos es nuestra responsabilidad darles la categoría de "gigantes"...¿Gigantes para quien? No para Dios, en todo caso. Un joven pastor de ovejas enfrentado a un guerrero de casi tres metros de estatura se atrevió a hablarle con estas palabras: "...Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel." (1 Samuel 17:45-46, NVI)
Dios hace sendas nuevas a pesar de los anaquitas, y yo todavía estoy pidiéndole al Señor que interiorice esta verdad en mí y la haga vida en mi vida. Quiero enfrentarme a mis anaquitas y verlos como Dios los ve, y entender que no porque yo tenga que ajustar mi visión espiritual deja de ser cieto que el Señor está abriendo un camino justo en medio del desierto y trayendo soluciones y respuestas mucho más efectivas de las que yo puedo imaginar.
Hoy te invito a que me acompañes en este reto, y que le digas conmigo a Dios: "Señor, abre mis ojos para que yo pueda ver el camino que estás abriendo, y dame un corazón agradecido que te glorifique por abrirlo aunque yo todavía no hay entendido cómo lo estás haciendo. En Tí confío y en Tí espero y por eso desde ya te alabo por la respuesta a mis plegarias y por hacer sendas donde aún he pensado que no hay. Amén."
Dios derrame bendiciones sobrenaturales en tu vida y en la mía,
JORGE HERNÁN
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