sábado, octubre 16, 2010

UNA REFLEXIÓN

Leo la siguiente noticia aparecida en la prensa internacional hace cerca de un mes: “Uno de los episodios más dramáticos del Antiguo Testamento, cuando durante el éxodo de los hebreos Moisés logró dividir las aguas del Mar Rojo, pudo haber ocurrido en realidad, según revela un nuevo estudio realizado por científicos estadounidenses. Pero este evento descrito en la Biblia habría sido ocasionado por extrañas condiciones meteorológicas y no por la mano de Dios, como se relata en la Biblia, publica el Daily Mail. La investigación, soportada en sofisticados modelos computacionales, sugiere que ráfagas de viento muy poderosas pudieron haber dividido las aguas del mar tal y como lo plantea el éxodo.”

¿No es sorprendente cómo el ser humano se empeña en buscar explicaciones racionales de la obra de Dios? Corazones endurecidos y mentes entenebrecidas, que han olvidado que “He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia ( Job 28:28, RV60)”. El genio científico Stephen Hawking demostró la diferencia entre lo que es la sabiduría a los ojos del Señor y la “sabiduría” humana, al afirmar también que Dios no existe, en una evidente demostración de falta de temor de Dios. Es de esta clase de “sabios” y “entendidos” de la que hablaba el Señor a través de Mateo cuando dijo que había escondido Sus cosas de ellos para revelárselas a la gente sencilla, a quienes son como niños.

Por siglos los hombres con ínfulas de ilustrados han indagado, y encontrado a su satisfacción, explicaciones técnicas, científicas y creíbles para ellos que desdibujan la gloria del Creador para dársela a la creación. Las sanidades milagrosas terminan justificándose incluso en la autosugestión, y aún eventos como la resurrección encuentran osados autores de hipótesis rebuscadas que le den un matiz de racionalidad fácilmente digerible.

El problema del mal, presente desde la Caída, ha inquietado a intelectuales por años, pero muchos de ellos lo han resuelto asesinando a Dios, o simplemente suprimiéndolo de la historia, para no tener que entrar en la aparente contradicción de un Dios que permite que a la gente buena le ocurran cosas que son malas.

El tema es que la respuesta última no está en la razón, y no es comprensible desde la orilla de la limitada mente humana, que a pesar de todo su potencial, es incapaz de albergar el concepto de un Dios ilimitado y trascendente que no alcanzamos a discernir plenamente solo porque no se mueve en las dimensiones en que nosotros lo hacemos. Ni en el tiempo, ni en el espacio, ni en ninguna otra de las que Él concibió para que nuestra mente finita lograra captar algo de la majestuosidad del universo.

Carecer de fe me parece más difícil que tenerla. En un mundo que nos da tantas y tan maravillosas evidencias de la presencia de Dios – que se revela a través de Su creación – me resulta increíble que haya gente que se resista a creer.

El Señor cada día hace milagros, de todos los tamaños y variedades. Y necesitamos de la guía de Su Espíritu para ser sensibles a Su obra y hacer conciencia de la permanente intervención divina en el mundo natural.

Nuestro sorprendente Dios nos siga bendiciendo,

JORGE HERNÁN

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