"Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho"
(Juan 2:22, RV60)
No sé si te has dado cuenta de la gran diferencia que existe entre adorar a un Dios vivo o a uno muerto, pero en estos días en los que el mundo occidental rememora, siguiendo la tradición católica, la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, se ha insistido en que este es uno de los aspectos cruciales que marcan la gran diferencia entre el cristianismo y la mayoría de las religiones.
En efecto, Jesucristo es un Dios vivo. Podemos relacionarnos con Él de una manera real y personal porque vive, así que cuando oramos no estamos simplemente realizando un ejercicio de catarsis o desahogo interior sino que estamos de hecho interactuando con Alguien que es absolutamente real y mucho más lleno de vida que tú o yo porque Él mismo es La Vida.
Saber que Jesús resucitó y que esta es una verdad histórica pero actual nos debe permitir movernos en una dimensión diferente en la relación con Él, bien distante de los rituales vacíos y conmemorativos de algo que ocurrió en un lugar muy remoto y en una época ya muy lejana para trasladarnos al eterno presente en el que Dios vive y desde el cual se relaciona contigo y conmigo.
Resucitó, aunque el mundo se empeñe en dejar de lado esta realidado, increíblemente, aún de negarla. Jesucristo de Nazareth, mi Señor, tu Señor, vive pues hasta en Su resurrección fue fiel a Su Palabra y lo sigue siendo. Y hoy anhela que tú y yo nos acerquemos a Él, le reconozcamos y nos decidamos a emprender la aventura de conocerle. Y seguirle. Y amarle. Y servirle. Ese es realmente el verdadero desafío de nuestra generación. Yo quiero aceptarlo, ¿y tú?
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
(Juan 2:22, RV60)
No sé si te has dado cuenta de la gran diferencia que existe entre adorar a un Dios vivo o a uno muerto, pero en estos días en los que el mundo occidental rememora, siguiendo la tradición católica, la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, se ha insistido en que este es uno de los aspectos cruciales que marcan la gran diferencia entre el cristianismo y la mayoría de las religiones.
En efecto, Jesucristo es un Dios vivo. Podemos relacionarnos con Él de una manera real y personal porque vive, así que cuando oramos no estamos simplemente realizando un ejercicio de catarsis o desahogo interior sino que estamos de hecho interactuando con Alguien que es absolutamente real y mucho más lleno de vida que tú o yo porque Él mismo es La Vida.
Saber que Jesús resucitó y que esta es una verdad histórica pero actual nos debe permitir movernos en una dimensión diferente en la relación con Él, bien distante de los rituales vacíos y conmemorativos de algo que ocurrió en un lugar muy remoto y en una época ya muy lejana para trasladarnos al eterno presente en el que Dios vive y desde el cual se relaciona contigo y conmigo.
Resucitó, aunque el mundo se empeñe en dejar de lado esta realidado, increíblemente, aún de negarla. Jesucristo de Nazareth, mi Señor, tu Señor, vive pues hasta en Su resurrección fue fiel a Su Palabra y lo sigue siendo. Y hoy anhela que tú y yo nos acerquemos a Él, le reconozcamos y nos decidamos a emprender la aventura de conocerle. Y seguirle. Y amarle. Y servirle. Ese es realmente el verdadero desafío de nuestra generación. Yo quiero aceptarlo, ¿y tú?
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
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