"Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado" (Lucas 17:19)
Levántate.
Es lo que hoy te dice el Señor. No importa que no seas un minusválido desde el punto de vista físico. Quizás la limitación sea más bien emocional. Talvez seas una persona común, con vacíos y carencias que tratas de suplir de muchas maneras, llenando tu agenda de actividades o tratando de rodearte de la compañía de varios amigos, o haciendo más cosas de las que realmente puedes.
Pero en tu corazón estás postrado. Agobiado. Abatido. Cansado. Probablemente desanimado. Y necesitas de la fortaleza de alguien que te ayude a levantar y te sostenga. Alguien con la capacidad no solo de animarte sino también de apasionarte. Alguien que de verdad se interese por tí y quiera verte bien.
Ese alguien se llama Jesús de Nazareth. De pronto lo conoces bien, pero Él te conoce perfectamente, aún en lo más profundo de tus pensamientos. Y quiere verte feliz y sonriente, como siempre Lo soñó. Está muy cerquita de tí, y te susurra al oído:
Levántate.
Levántate.
Es lo que hoy te dice el Señor. No importa que no seas un minusválido desde el punto de vista físico. Quizás la limitación sea más bien emocional. Talvez seas una persona común, con vacíos y carencias que tratas de suplir de muchas maneras, llenando tu agenda de actividades o tratando de rodearte de la compañía de varios amigos, o haciendo más cosas de las que realmente puedes.
Pero en tu corazón estás postrado. Agobiado. Abatido. Cansado. Probablemente desanimado. Y necesitas de la fortaleza de alguien que te ayude a levantar y te sostenga. Alguien con la capacidad no solo de animarte sino también de apasionarte. Alguien que de verdad se interese por tí y quiera verte bien.
Ese alguien se llama Jesús de Nazareth. De pronto lo conoces bien, pero Él te conoce perfectamente, aún en lo más profundo de tus pensamientos. Y quiere verte feliz y sonriente, como siempre Lo soñó. Está muy cerquita de tí, y te susurra al oído:
Levántate.
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