"...que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. Lo veré por mí mismo; mis ojos lo verán, no los de otro. Pero ahora mi corazón se consume dentro de mí."
(Job 19:26-27, RV95)
Preguntaba el pastor hoy en el servicio que quiénes habíamos recibido promesas de parte de Dios. Muchas manos se levantaron. También la mía. Cuando el Señor te da una promesa y tú la crees, te aferras a ella con una esperanza sobrenatural y la alegría de quien está seguro de lo que va a recibir de parte de Dios. Pero cuando el ambiente empieza a oscurecerse, cuando aparecen las sombras, la misma sonrisa con que recibimos la promesa se desvanece para dar paso a un gesto angustioso.
La salud empeora. Las finanzas se ven cada vez más amenazadas. La armonía del hogar es interrumpida abruotamente por un suceso inesperado. La relación de pareja se resquebraja. El ministerio se sacude. Tantas situaciones posibles, y tantas que créíamos lejos. Quizás pensamos que la promesa era de "entrega inmediata", nos olvidamos de los tiempos de Dios y de los procesos a los cuales nos somete forjando nuestro carácter.
Empezamos a movernos, como decía Margaret Manning, entre la fe ciega y la duda cínica. A veces se nos dificulta mantener el equilibrio. El enemigo parece susurrarnos mil cosas que buscan sembrar en nosotros la duda, el temor, la incredulidad. El Espíritu de Dios, por Su parte, apaciblemente nos dice que confiemos, y que recordemos a Aquel en quien hemos puesto nuestra confianza.
Pero estamos desgarrados. Y entonces recordamos a Job, quien en un momento de extrema desesperanza pronunció estas palabras, que hoy te invito a que hagas tuyas. Verás el cumplimiento de las promesas, con tus propios ojos. Aunque tu corazón se consuma dentro de tí, fiel es Dios y hará que Su Palabra se haga realidad en tu vida letra por letra.
No te desanimes, ni hoy ni el día en que las cosas se pongan difíciles. Aprópiate de las promesas. Hoy es tu día.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
(Job 19:26-27, RV95)
Preguntaba el pastor hoy en el servicio que quiénes habíamos recibido promesas de parte de Dios. Muchas manos se levantaron. También la mía. Cuando el Señor te da una promesa y tú la crees, te aferras a ella con una esperanza sobrenatural y la alegría de quien está seguro de lo que va a recibir de parte de Dios. Pero cuando el ambiente empieza a oscurecerse, cuando aparecen las sombras, la misma sonrisa con que recibimos la promesa se desvanece para dar paso a un gesto angustioso.
La salud empeora. Las finanzas se ven cada vez más amenazadas. La armonía del hogar es interrumpida abruotamente por un suceso inesperado. La relación de pareja se resquebraja. El ministerio se sacude. Tantas situaciones posibles, y tantas que créíamos lejos. Quizás pensamos que la promesa era de "entrega inmediata", nos olvidamos de los tiempos de Dios y de los procesos a los cuales nos somete forjando nuestro carácter.
Empezamos a movernos, como decía Margaret Manning, entre la fe ciega y la duda cínica. A veces se nos dificulta mantener el equilibrio. El enemigo parece susurrarnos mil cosas que buscan sembrar en nosotros la duda, el temor, la incredulidad. El Espíritu de Dios, por Su parte, apaciblemente nos dice que confiemos, y que recordemos a Aquel en quien hemos puesto nuestra confianza.
Pero estamos desgarrados. Y entonces recordamos a Job, quien en un momento de extrema desesperanza pronunció estas palabras, que hoy te invito a que hagas tuyas. Verás el cumplimiento de las promesas, con tus propios ojos. Aunque tu corazón se consuma dentro de tí, fiel es Dios y hará que Su Palabra se haga realidad en tu vida letra por letra.
No te desanimes, ni hoy ni el día en que las cosas se pongan difíciles. Aprópiate de las promesas. Hoy es tu día.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
1 comentario:
tienes razon... aveces perdemos el enfoque,, desviamos la mirada y olvidamos lo que Dios nos ha prometido individual y personalmente. La formacion del caracter solo es posible enfrentando las pruebas, o visto de otra manera.. Dios nos da la oportunidad de ejercer la paciencia, el amor, el perdon etc mientras vamos de camino al cumplimiento de la promesa.
Saludos
Beatriz
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