"Amazing Grace,
how sweet the sound,
That saved a wretch like me....
I once was lost but now am found,
Was blind, but now, I see"
(John Newton, Amazing Grace)
"Amazing Grace" es talvez uno de los himnos cristianos más escuchados y reconocidos alrededor del mundo. Nos habla de la gracia sorprendente de un Salvador que vino a redimirnos a pesar de ser desdichados, estar perdidos y vivir como ciegos. Dice la historia que lo compuso John Newton, un esclavista que luego se convirtió al cristianismo por allá en 1772. Desde entonces ha sido entonada por millares de personas de todas las denominaciones en los cinco continentes. Tiene una base bíblica, 1 Crónicas 17:16 (NVI): "Luego el rey David se presentó ante el Señor y le dijo: «Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar tan lejos?...»
La gracia divina es un concepto difícil de entender. Quizás es porque nuestro corazón no posee de manera natural el amor necesario para darnos y entregarnos sin esperar nada a cambio y porque le falta la gratitud suficiente para comprender el mandato de Mateo 10:8 (NVI): "Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente".
La palabra "wretch" de la canción original significa "desdichado o desgraciado". Y ciertamente eramos unos desgraciados, tanto porque nos faltaba gracia como porque inspirábamos desprecio, que son los dos principales sentidos de esta expresión. A pesar de ello, por puro amor Jesucristo puso sus ojos en nosotros y nos miró dulcemente para rescatarnos y transformarnos. El propio Newton experimentó la gracia de Dios convirtiéndose al cristianismo ocho años después (!!!!) de haber escrito tan magnífica alabanza.
Cotidianamente nos enfrentamos a personas poco amables, es decir, difíciles de amar. Hombres y mujeres de mal carácter, algunos de ellos maltratadores consumados. Personas ásperas y bruscas. Gente que hiere a todo aquel que se cruza en su camino. Individuos que pisotean los sentimientos de los demás....¡¡¡Parece tan difícil amarlos!!!....Hasta que nos damos cuenta de cuánto nos parecemos a ellos, de cuánto necesitamos aún ser transformados, de cuánto necesitamos que se nos note que hemos estado con Jesús, como les ocurrió a Pedro y a Juan (Hechos 4:13). Para amar a esta clase de individuos se necesita gracia, y realmente debemos pedirle al Señor que nos inunde con su amor infinito, con su amor ágape, para poder amar a otros al mejor estilo de Cristo. Pero sobre todo necesitamos clamarle para que ilumine nuestro entendimiento y nos ayude a entender que si no fuera por Su gracia sorprendente estaríamos perdidos y que necesitamos vivir de una manera muy real el poder transformador de esa gracia.
Como alguien dijo, hoy en día la iglesia no experimenta las persecuciones de antaño porque muchos cristianos denominacionales no viven vidas de real y efectivo testimonio y es muy difícil distinguirlos de sus vecinos y amigos no convertidos.
"Yo estaba perdido pero ya me encontraron, era ciego pero ahora veo" dice la canción. Sin embargo, cuando soy confrontado por el Espíritu solo puedo preguntarme si realmente el cambio en mi vida es evidente y permanente. Jesús habló de la importancia de permanecer, el tema no es solamente conformarnos con haber hecho alguna vez una oración de fe con la que declaramos una aceptación del señorío de Cristo sobre nuestras vidas. Las cosas van mucho más allá, pues la gracia moldea y en lo cotidiano para nosotros debe ser más importante obedecer la Biblia que solamente estudiarla. Los versículos no deben quedar grabados únicamente en nuestra mente, allí son inocuos si no bajan al corazón.
"Oh, Señor, ¿quién soy yo para que hayas puesto los ojos en mí?", digo una y otra vez haciendo coro a la súplica de David. Empero, lo que más me talla, lo que más me inquieta, es preguntarme cómo estoy respondiendo a tan sublime gracia.
Creo que estoy en deuda con mi Señor. ¿Y tú?
Que la paz de Cristo, pero sobre todo su gracia arrolladora, llenen tu vida ahora y siempre.
JORGE HERNÁN
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