«¡Cobren ánimo y ármense de valor! No se asusten ni se acobarden ante el rey de Asiria y su numeroso ejército, porque nosotros contamos con alguien que es más poderoso. Él se apoya en la fuerza humana, mientras que nosotros contamos con el Señor nuestro Dios, quien nos brinda su ayuda y pelea nuestras batallas.»
(2 Crónicas 32:7-8a, NVI)
¿Cuál es en tu vida el rey de Asiria? ¿Qué te genera temor? Para algunos, puede ser el estado de salud; para otros, el entorno familiar; para algunos más, la relación de pareja; quizás las finanzas....o una mezcla de varios elementos...
Tenemos la posibilidad de elegir con qué ojos ver la vida, es decir, podemos optar por verla de una manera convencional o con una mirada espiritual. La primera de estas formas nos llevará irremediablemente a valorar las circunstancias y evaluar las posibilidades de superarlas en nuestras fuerzas, pero nos conducirá fácilmente el abatimiento cada vez que sintamos que la dificultad nos abruma; en este caso nuestra determinación se deslizará sutilmente en lo que digamos y empezaremos a confesar con nuestros labios lo que estamos sintiendo y experimentando...y el poder de las palabras traerá sobre nuestra vida una mayor conciencia de limitación e inseguridad.
La otra opción es confiar en el Señor, es entender que para los que Le aman todas las circunstancias obran con un propósito beneficioso (Romanos 8:28). Cuando decidimos confiar, estamos reconociendo que Dios es quien nos brinda su ayuda y pelea nuestras batallas. Pero esta elección no es contranatural, no implica un conflicto entre lo que decimos, lo que sentimos y lo que pensamos sino que el Espíritu Santo fluye armoniosamente para ministrarnos y enseñarnos que en la confianza en Dios está nuestra salida. Entonces podemos declarar bendición sobre nuestra vida y victoria sobre nuestras luchas, no como una simple fórmula, no como una mera declaración de fe, sino con la convicción que el Señor nos da en cuanto a que toda circunstancia está bajo Su control.
El Salmo 9:10 dice que quienes conocen el nombre del Señor confían en Él pues jamás abandona a los que Lo buscan. Humanamente a veces nos cuesta trabajo confiar, las olas nos impiden ver el mar, los árboles no nos dejan ver el bosque y las situaciones adversas nos impiden ver y entender que tras ellas la mano amorosa de un Dios grande y poderoso está moviéndose para enseñarnos algo. Sin embargo, no podemos confiar en quien no conocemos y no podemos conocerle si no emprendemos la aventura de pasar tiempo con Él y escudriñar las Escrituras... pero sobre todo, no podemos conocerle si no experimentamos de primera mano una relación personal con Dios. Cuando la vivimos, y empezamos a comprender vivencialmente Su fidelidad en cada detalle, cuando entendemos cómo es el moverse del Señor y reconocemos que cada prueba tiene un fin en sí misma y que estamos en manos del Dios de toda gracia, no podemos menos que aprender a descansar en Él sabiendo que Él se hace cargo de todo.
Hoy te invito a que te olvides de los asirios, a que te involucres en la intimidad de una profunda relación con Dios y dejes que sea Él quien pelee tu batalla. Cuenta con Él. Confía en Él. Reposa en Él. No hay mejor salida. No hay mejor opción.
El Espíritu Santo te guíe y te ilumine.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
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