miércoles, junio 14, 2006

LA VERDADERA RIQUEZA

"La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella."
(Proverbios 10:22, RV60)



Hoy quiero invitarte a algo simple pero poderoso, y es reclamar la bendición de Dios. Hay una historia bíblica muy conocida que siempre me ha impactado, y es el relato en el cual Jacob lucha con el ángel del Señor en Peniel. Dice la Escritura que cuando amanecía el ángel pidió a Jacob que lo soltara, "y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices." (Génesis 32:26). Normalmente los creyentes damos por sentado que contamos con la bendición de Dios y quizás esa sea la razón por la cual no clamamos por ella, no la perseguimos, no la ansiamos. Y, como resultado, nos perdemos de ver la extensión del poder y la gracia de Dios en nuestra vida.


Hemos equivocado el concepto de riqueza y hemos olvidado que nuestro llamado es a acumular tesoros en el cielo (Mateo 6:19-20); por eso las dificultades en el campo financiero nos afligen con facilidad. No entendemos que el dinero y las posesiones materiales tienen dos características, desde el punto de vista de Dios: primero que todo, son una añadidura, es decir, no son lo central, no son el foco. Segundo, son un instrumento, que permite bendecir a otros pero que de ninguna manera debe convertirse en el centro de nuestra existencia.

Lo correcto es focalizarnos en la bendición de Dios. Querer ser ricos, sí, pero a la manera de Cristo, poniendo la basura en su lugar y dándole al Señor el lugar de honor que solamente Él merece. Yo anhelo ser bendecido y espero ver cómo la tristeza se aparta rápidamente de mi corazón, y hoy pido a Dios que Su bendición venga sobre mi vida, sobre mi familia, sobre mis finanzas, sobre mi salud, sobre mi ministerio...y que contigo ocurra lo mismo. Haz como Jacob, no sueltes a Dios hasta que no te bendiga, y pídele que Él te permita ver cómo Su bendición se extiende de una manera real y cierta en tu vida. Que puedas decir a otro que tus ojos han visto el poder de Dios en acción.


Un abrazo de bendición,


JORGE HERNÁN

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