"David le contestó: Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado"
(1 Samuel 17:45)
A veces caemos con facilidad en el error de creer que debemos enfrentar las circunstancias de la vida en nuestras propias fuerzas. Cuando el Señor llamó a Moisés (Éxodo 3:7-4:17), él argumentó: "¿quién soy yo para hacer la tarea que me has encomendado?", "¿de parte de quién voy a decirles que estoy haciendo ésto"?, "¿y si no me creen ni me hacen caso?" y "¿qué pasa si no logro expresarme adecuadamente?". Todas sus excusas estaban centradas en él mismo, porque su enfoque estaba en sí mismo y no en Dios. Viéndolo en la distancia y el tiempo, nos resulta fácil señalar que ese no era el enfoque correcto, pero tristemente con frecuencia caemos en lo mismo y olvidamos que hay tareas que solo podemos cumplir con el poder de Dios y en Su Santo nombre.
Lo que a los ojos humanos parece absurdo e increíble, para Dios es simple y sencillo. Que las murallas que circundan una ciudad caigan al tocar de las trompetas. Que un fornido gigante guerrero sea derrotado en el campo de batalla por un adolescente en evidentes condiciones de desventaja física. Que las aguas de un río turbulento se separen y todo un pueblo pueda cruzar por en medio de él. Que tres muchachos salgan airosos de un horno de fuego. Que un hombre camine sobre las aguas. Que un ciego de nacimiento vea por primera vez en su vida. Que un pescador inculto se dirija con elocuencia y entusiasmo a las multitudes. Que un hombre salga de una cárcel en la que se encuentra fuertemente custodiado....Tantas cosas....
Para Dios no hay grandes retos. "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso" (Apocalipsis 1:8). Cuando estamos con Él, no deben atemorizarnos las situaciones adversas ni podemos dejarnos amedrentar por los desafíos de la vida. El que está con nosotros es el Todopoderoso, para el cual no hay imposibles. Nada es difícil para Él. Dice la Escritura (Isaías 59:1): "He aquí, no se ha acortado la mano del Señor para salvar; ni se ha endurecido su oído para oír". Como sabemos que es el mismo ayer, hoy y siempre, nada tenemos que temer. Él está a cargo, Suya es la guerra.
Decía David McLendon el otro día que cuando en nuestro corazón hay sembrada una visión que parece imposible de alcanzar, ha sido puesta por Dios. A Él le encantan nuestros "imposibles" porque con Su poder se resuelven de una manera sencilla.
Nuestro problema es de apreciación. Si de verdad entendiéramos y creyéramos que nuestra responsabilidad es la de ser pues Dios es el que se ocupa de hacer, tendríamos sin duda una vida más tranquila. Y de mayores y más excelentes resultados.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN
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