Hola, mis queridos amigos y hermanos en la fe. Quiero darles la bienvenida a este blog que solo pretende ser un espacio para compartir con ustedes vivencias y enseñanzas que el Señor me ha regalado... Doy gracias a Dios por haberlos puesto en mi camino y espero contar con su amistad siempre, como ustedes cuentan con la mía. Un abrazo para todos y que Jesús siga siendo para cada uno EL camino, LA verdad y LA vida. Muchas bendiciones, Jorge Hernán
domingo, noviembre 13, 2011
TRANSACCIONES PELIGROSAS
No importa que Faraón le haya ofrecido regalos, lo grave es que Abram los aceptó y recibió, aún viniendo de quien venían. Unos versículos atrás entendemos que este hombre que había sido tremendamente bendecido por Dios y le había sido confiada una maravillosa promesa, había decidido entrar a Egipto "porque allá si había alimentos". Mal comienzo: una necesidad insatisfecha llevó a Abram a Egipto. El temor lo condujo a negociar con Faraón.
¿Qué estamos nosotros dispuestos a entregar a cambio de nuestra tranquilidad? Creemos que hay cosas innegociables, soportadas en nuestros principios y valores, pero estamos tan expuestos como el patriarca, y en momentos de crisis podemos perder el foco.
Mateo 4 y textos paralelos relatan cómo el Señor mismo fue tentado con la satisfacción de necesidades básicas pero su respuesta fue "no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (v. 4). También se le ofreció poder y riqueza pero Él rechazó contundentemente a Satanás.
1 Corintios 10:12 nos recuerda que así creamos estar firmes, debemos tener cuidado de no caer, estar alertas y tener un fundamento sólido que nos impida transar o ceder a la hora de la prueba. Cuando esta sobrevenga, lo que debemos hacer es volver nuestros ojos al Señor y preguntarle cuál es Su propósito en mi vida para disponerme a aprender de Él y ser un instrumento dócil en Sus manos. Sin concesiones, ni facilismos. Rara vez los atajos nos llevan en la dirección correcta y casi nunca las salidas fáciles son puestas por Dios.
Dice el Señor en 1 Juan 2:16: "Pues el mundo sólo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo". Las mismas tentaciones que el diablo sirvió en bandeja a Jesucristo son las que nos atraviesa cada día. Y nosotros debemos ser astutos y buscar la sabiduría de lo alto para discernir cómo enfrentarlas y cómo salir avantes de las crisis y las dificultades de la vida aferrados de Su mano.
Me llama la atención que al final del relato de Génesis 12 Abram salió de Egipto "con todo lo que tenía". Aunque Dios estaba desagradado por causa de su conducta, permitió que sobrevinieran las consecuencias de sus actos para que se develara el engaño. Pero lo que Faraón le había entregado ya hacía parte de su patrimonio.
Cuando transamos, no solamente exponemos nuestra salud espiritual sino que afectamos a otros. Lo peor, sin embargo, son las secuelas. Porque luego debemos trabajar duro para despojarnos de lo que hemos recibido y que no es semilla de bendición, sino que corresponde a las malas siembras que hemos permitido en nuestra vida por causa de nuestra debilidad.
Hoy pido al Señor que me permita andar verdaderamente en integridad, sin buscar lo que no se me ha perdido ni entregar lo que Dios me ha confiado. Que pueda guardar mi corazón y buscarlo solo a Él en los momentos de debilidad y cuando me sienta necesitado. Amén.
JORGE HERNÁN
viernes, octubre 07, 2011
RELEVANCIA ESPIRITUAL
La pregunta me llama la atención pues alguna vez leí que si en tu caminar diario no te encuentras con Satanás, es porque está andando a tu lado.
Como creyentes tenemos una misión, y es ser relevantes para el Reino de los Cielos. Trascender. Impactar vidas. Influir sobre otros.
Y es que, en efecto, el cumplimiento de la Gran Comisión (Mateo 18:16-20 y evangelios paralelos) demanda una acción que genere reacciones en el mundo espiritual. Esto, por supuesto, debe ocurrir en un ambiente en el cual mi vida devocional esté completamente equilibrada a fin de que no me proyecte solamente hacia afuera sino que también cultive mi vida interior.
El hecho es que ser relevante implica que causemos bajas en las filas enemigas. Alguna vez me preguntaron si la iglesia en la que me congregaba entonces era conocida. "Lo es en el cielo y en el infierno, que es donde pensamos que es importante que se conozca", respondí. Con frecuencia los creyentes estamos tan cómodos en nuestras bancas de iglesia dejando pasar la vida que olvidamos que allí afuera hay un mundo que clama a gritos por un Salvador, miles de personas que viven sin Dios o adorando, como los atenienses, a un "dios no conocido". Pensemos por un momento que nosotros podríamos ser los encargados de presentárselo.
Necesitamos vivir vidas que hagan que los demonios tiemblen (cfr. Stg 2:19). Dios nos dio autoridad contra las huestes espirituales de maldad pero a veces no la usamos por temor o por comodidad. Más bien, simplemente hacemos a un lado el tema de la guerra espiritual porque pensamos que la vida es menos compleja si omitimos enfrentarnos a esta realidad. Y aunque batallar contra el mal de esta forma es absolutamente escritural, a veces podemos incluso caer en la trampa de llamar "fanáticos" a quienes profesan tal creencia.
Somos relevantes cuando tomamos la armadura de Dios de la que nos habla Efesios 6 y decidimos incursionar en territorio enemigo. Cuando hacemos discípulos y les enseñamos la Palabra no sólo estamos trayendo libertad a sus vidas y generando fiesta en los cielos (cfr. Lucas 15:7) sino que estamos abriendo una tronera espiritual en el ejército adversario por medio de la cual pasarán victoriosos los que se dirigirán a la Puerta Verdadera.
¿Qué estamos haciendo hoy para no indigestarnos con todo lo que recibimos en lugar se proyectarlo a un mundo necesitado de su Salvador?
JORGE HERNÁN
lunes, octubre 03, 2011
TÚ ESTÁS AQUÍ
miércoles, septiembre 28, 2011
PUESTOS LOS OJOS EN JESÚS
jueves, septiembre 01, 2011
QUÉ HARÉ?
domingo, agosto 21, 2011
DESAFÍO A LA INTEGRIDAD
miércoles, julio 13, 2011
APRENDIENDO CADA DÍA
sábado, julio 02, 2011
CUESTIÓN DE FOCO
OTRA VEZ GOLIAT
"Entonces dijo David al filisteo:
--Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.
Jehová te entregará hoy en mis manos, yo te venceré y te cortaré la cabeza. Y hoy mismo entregaré tu cuerpo y los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios en Israel.
Y toda esta congregación sabrá que Jehová no salva con espada ni con lanza, porque de Jehová es la batalla y él os entregará en nuestras manos."
(1 Samuel 17:45-47, RV95)"
No sé cuántas prédicas he escuchado sobre Goliat, ni cuántas canciones alusivas he tarareado, ni cuántas películas he visto, ni cuántos artículos he leído. Lo que sí sé es que hay muchos Goliats en mi vida que siguen paseándose desafiantes amenazando mi tranquilidad e insinuándome que son invencibles.
Parecen inderrotables y adquieren numerosas apariencias: una adicción, un problema, una atadura....se ven como gigantes y llaman nuestra atención sobre ellos. A veces nos quitan el sueño y son nuestra preocupación cotidiana más recurrente. Buscamos mil maneras de atacarlos pero la experiencia, casi siempre basada en nuestras fuerzas, apunta hacia nuestra debilidad y hacia lo frágiles que somos para vencerlos. De hecho, con frecuencia los evitamos y optamos por evadirlos ante la silenciosa certeza de que si tratamos de combatirlos llevamos las de perder. Nos hemos resignado a su presencia, que aceptamos calladamente, y preferimos elaborar un catálogo de justificaciones con las cuales podamos autoconvencernos del statu quo.
Pero David no veía al gigante sino a Dios. Desestimó sus armas terrenales y su evidente respaldo físico. Sabía que el Señor y él siempre serían mayoría. Declaró que al retarlo estaba realmente provocando a Dios y se lo enrostró con claridad. Resaltó que estaba en mejor posición que Goliat, con el Señor y los ejércitos celestiales a su lado.Igual que tú y yo, ciertamente. No hay diferencia entre la escena bíblica y la que nosotros afrontamos cada día, salvo quizás porque no hemos identificado cuál es nuestra verdadera posición en el campo de batalla. Privilegiados, del lado ganador, con el Dios de los ejércitos de nuestra parte.
La victoria es nuestra hoy. Sí, tuya y mía. El Señor ha entregado a ese enemigo en nuestras manos para que Su nombre resplandezca. Desde su punto de vista, es un problema superado. En sus registros el partido ya se jugó y ya tiene un ganador: Dios. El diablo ya fue avergonzado en la Cruz, solo tenemos que hacer conciencia de ello y dejar de actuar como si hiciéramos parte del equipo perdedor.
La batalla no es mía ni tuya, dice la Escritura que es del Señor. Pero cuando nos empeñamos en lucharla en nuestras propias fuerzas y con nuestros limitados recursos, indefectiblemente vamos a tener que reconocer que no somos gigantes, que estamos pobremente armados y que no tenemos las destrezas necesarias para lograr superarla. Solo cuando entramos en la presencia de Dios, aceptamos nuestras limitaciones y declaramos que es Él quien se encarga de guerrear y, sobre todo, le hacemos entrega real de la situación, estamos en la posibilidad cierta de disfrutar de la victoria que el Señor ha planeado.
Salgamos de la guarida y enfrentemos a Goliat. Hagamos nuestras las palabras de David y que el Espíritu Santo que lo dirigió nos dirija y encamine también a nosotros para que todos sepan que el Señor no salva con espada ni con lanza.
Bendiciones sobreabundantes en Cristo,
JORGE HERNÁN
martes, mayo 17, 2011
CAMBALACHE
“Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados.”
Enrique Santos Discépolo, Cambalache, 1935.
Pasaron ya más de tres cuartos de siglo desde que Enrique Santos Discépolo escribió su famoso tango, en el que retrataba de manera cruda la sociedad de entonces, caracterizada por una marcada inversión de valores. La degradación ética y moral es, efectivamente, y como lo dice la canción, una falta de respeto y un atropello a la razón. “Herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón”, dice al final de una de sus estrofas. En otras palabras, hemos contristado al Espíritu Santo. El relativismo moral producido por la desvalorización de los valores supremos, de la que en su momento hablaron Heidegger y Nietzsche, se ha acentuado con los años y la crisis finalmente está bordeando los límites de la inversión total en nombre de una falsa tolerancia. Leo los artículos de prensa de la semana y me encuentro a un “bloguero” de Semana quejándose de que ya estamos dándole validez al término “más o menos honesto” como si semejante oxímoron fuera legítimo. En otra nota de prensa, el pobre Stephen Hawking cuestiona la existencia de una vida más allá de la vida y caemos en la falacia de darlo como cierto por venir de quien proviene: un “magister dixit”, dirían por ahí. Luego me topo con la defensa vehemente que hace un ex magistrado en la que confronta al Procurador porque la ley debe estar por encima de sus opiniones, así esté en contra de los principios divinos. Por otro lado, cada día más figuras públicas orgullosamente “salen del clóset” y exponen con satisfacción su condición homosexual o bisexual. Se supone que nadie puede erigirse en juez de la moral y que la normalidad es un concepto relativo. Ya no hay un “deber ser” absoluto porque hicimos a un lado los cánones de verdad que nos incomodaban y nos hacían difícil vivir a nuestra manera.
Realmente, sin embargo, el problema no es nuevo. “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé”, en toda la extensión de la palabra mundo. La respuesta la dieron hace siglos los apóstoles Pedro y Juan: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:19-20, RVR). Prefiero aferrarme a unos valores firmes y absolutos, confiables al 100%, consignados en la Palabra de Dios, así me llamen intolerante, que transar con el mundo, el diablo y la carne para acomodarme a los tiempos. A quienes defendemos los principios firmes que Dios en Su infinita sabiduría consignó en las Escrituras nos llaman “retrógrados”, en el mejor de los casos. Oscurantistas, inquisidores, y otros calificativos semejantes se nos endilgan con frecuencia por no pensar como ahora piensan los demás. Por ir contra la corriente. Por ser idealistas. Pero, sobre todo, por ser obedientes a la Palabra. “He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros”, dice 1 Samuel 15:22b (LBLA), expresando lo que espera Dios de un corazón que Le ama. Más claramente, en Juan 14:23 el propio Jesús lo expresó así: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos á Él, y haremos con Él morada” (RV 1909).
No quiero hacer parte de este cambalache. Mi moral no se negocia. Mi ética no está a la venta. Mi integridad no tiene precio. Porque amo a Dios sé que la modernidad no significa la aceptación de lo inaceptable. Una conocida versión de las Escrituras se llama “Dios habla hoy”, porque Su Palabra es tan actual ahora como hace dos mil años, pero yo no puedo acomodarla a mi cosmovisión particular ni dejarme llevar por la fuerza de las ideas o de las costumbres prevalentes para cambiar lo que a mi Señor no le agrada. No puedo añadir a mis fallas cotidianas, a los pecados contra los que habitualmente lucho, el de la desobediencia complaciente que cede ante el mundo para ganar favores y evitar disgustos. No quiero quedar bien con todo el mundo si eso implica quedar mal con Dios. Y necesito firmeza para conservar mi integridad.
Hoy quiero hacer mía la petición de David: “Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen” (Salmos 17:5).
Con todo afecto, después de siete largos meses de silencio,
JORGE HERNÁN