(Salmo 15:1-2, LBLA)
Este mundo necesita personas íntegras, Colombia clama por gente íntegra en todos los niveles de la sociedad, tú yo necesitamos ser íntegros. Tengo un muy buen amigo que abandera esta idea y que sostiene que al mirarnos al espejo cada mañana necesitamos reconocer que no somos íntegros. Pienso que esta declaración es un muy buen comienzo para trabajar la integridad en cada uno y desde adentro.
En una de tantas charlas de la Fundación Cuidarte el conferencista de turno nos lanzaba una pregunta retadora: "¿Qué tan íntegro es usted?", y nos sugería autoevaluarnos en nuestro hogar, en nuestro trabajo, al seguir las normas de tránsito, etc. La conclusión abrumadora, aunque sorprendentemente no tan obvia, es que no podemos ser parcialmente íntegros, ni siquiera un 95%. O somos o no somos. Y si en algún área de nuestra vida tenemos grietas en materia de integridad, entonces estamos "perdiendo el año".
Acabamos de trabajar el tema de la honestidad en un curso de finanzas que estamos tomando en la iglesia, y este es un asunto íntimamente ligado con la integridad. Encuentro que no he estado siendo totalmente transparente con algunas personas y con frecuencia las que más amamos son las que más salen lastimadas. Una canción de Serrat hablaba de alguien de quien el cantautor decía "ni juega sucio por no decir la verdad ni oculta nada porque esconda alguna cosa". Recuerdo que me encantaba porque sentía que me retrataba, pero una frase poética no es ni tiene porque ser necesariamente bibliocéntrica. Y la Palabra dice que cuando somos íntegros no caben ni las verdades a medias, ni los "guardados", ni los secretos. La falta de transparencia resquebraja gravemente la integridad.
¿Cómo estás en este asunto? Repasa la cita bíblica con la que empezamos hoy y reflexiona si necesitas trabajar esta área de tu vida. Y comienza a hacerlo ya. Mañana puede ser tarde.
Bendiciones,
JORGE HERNÁN